Para
poder hablar del proceso de configuración de la identidad en una región, es importante
considerar a los elementos fundamentales que dan validez y estructuran ésta. Es
precisamente que el pasado 7 de noviembre, conmemoramos el 198 aniversario de
la Batalla de Suipacha, que sin duda es uno de los elementos fundamentales de
la tupiceñidad, y más aun del ser Chicheño. Es un momento apropiado para
recordar la historia de nuestra tierra, y la importancia de ésta para la
historia nacional, es decir para la posterior independencia de la República de
Bolívar. Dentro de este marco de rememoración histórica, es que debemos
refrescar nuestra memoria larga, para así sentirnos orgullosos de ser oriundos
de esta valerosa y legendaria tierra colorada.
En las diferentes latitudes de
nuestro país tenemos la oportunidad de hacernos parte de esta celebración y
reencuentro con los paisanos, con quienes podemos compartir subjetividades con
las cuales volvemos a añorar nuestras vivencias que por ahora solo son
recuerdos. Las circunstancias han llevado a muchos de nosotros a tener que
tomar nuevas rutas, pero de una u otra manera el nexo con esta tierra sigue
latente con el transcurrir del tiempo, tratando de reconstruir espacios que
revivan estos recuerdos y los plasmen, aunque por momentos, en una realidad. De
esta manera se hace una toma simbólica de diferentes espacios de otras ciudades
de Bolivia, y el mundo, para ahí articular nuestra parte de la historia, con la
historia que se consolidó como la “oficial” del país.
Lo que queda ahora es que esta fecha
histórica que nos toca conmemorar, sea comprendida a profundidad, con toda la
implicancia que tuvo para la posterior Independencia. Un primer paso es que
cada uno de nosotros se sienta orgulloso del ser Chicheño, conociendo a fondo
los procesos históricos, junto a los culturales, políticos y otros; y con todo
este cúmulo ir proyectando el futuro de la región, con un desarrollo fortalecido
por todos estos elementos que nos sirvan de una fuerte base y fundamento.
Solamente con este proceso de ir valorizando lo que somos, podremos trascender
esta identidad hacia un escenario mayor que logre el merecido reconocimiento, a
nivel nacional, de nuestro aporte a la formación social boliviana.
La Batalla de Suipacha es uno de los
pilares de la identidad Chicheña, y como tal debe ingresar a las páginas de la
historia de Bolivia, y tomar el lugar apropiado que siempre debería haber
tenido. Actualmente el lugar que ocupa este hecho histórico se limita a
pequeños párrafos, si es que no es ignorada por completo para concentrase en
otros sucesos que, tal vez, no fueron tan memorables como la batalla del 7 de
noviembre de 1810; pero que por diferentes motivos o manipulaciones se
encuentran en las paginas centrales de la historia boliviana. Para ir logrando
este largo proceso de reivindicación, en diferentes niveles, se necesita de
nuestro trabajo comprometido por ir ingresando en la historia hasta ahora escrita;
y lo más importante será seguir aportando a la actualidad que se va
desarrollando día a día, y que tal vez posteriormente sea digno de ingresar en
las fojas históricas de nuestro país. Solo de esta manera demostraremos la
trascendencia de nuestro devenir cotidiano, y que podemos seguir siendo
importantes actores dentro de la diversidad y riqueza con que cuenta este
conglomerado de tesoros llamado Bolivia.