lunes, 25 de junio de 2018

Y LOS ADVENEDIZOS ¿A QUIÉN APOYAMOS?



Como un proemio necesario, en concordancia con mi condición de neófito, y cuasi ignorante, del fútbol debo recuperar dos vertientes inspiradoras de este escrito; primero un texto publicado por Gabriel Mamani, hace unas semanas, titulado “Ningún mundial como el nuestro”, donde nos presenta algunas verdades como que ningún gol será realmente nuestro o que durante treinta días nos acogeremos a patrias postizas. Una segunda vertiente, sin duda, son los grupos de amigos futboleros que comienzan a regodearse enmarcados en la ola mundialista que nos invade, otra vez, luego de cuatro años; donde entre unos y otros van planteando sus afinidades o antipatías con las selecciones presentes en la épica futbolística del 2018. En este escenario, los bolivianos (esta vez sí, con un énfasis en “los” = masculino-patriarcal) vamos definiendo nuestras elecciones para apoyar, incluso apasionadamente, a una u otra selección, basados en diferentes criterios que nos permitan tener algún argumento, en el mejor de los casos, para ponernos determinada camiseta aunque esto signifique cierto grado de traición a nuestra patria, junto a su cuota de chauvinismo, para no quedar fuera de los mandatos del deporte Rey y, tal vez, olvidarnos de las tragicomedias de nuestro fútbol local en medio de la verborrea de nuestros tiempos.

Y cómo no, de igual manera voy tratando de adscribirme de una u otra manera a los colores en los que puedo encontrar mis sinergias sin pecar de ignorancia, antipatía o incoherencia con nuestra identidad y el ser boliviano. Así, podemos comenzar con el listado de las selecciones latinoamericanas que son lo más cercano, y tal vez parecido, que tenemos, enmarcados en la unidad sud continental (esta vez, sin el riesgo de estar apoyando a nuestro eterno enemigo imaginario chileno) y su buena vecindad, que en algún momento se soñó como la Gran Colombia, ahora con algunos territorios adicionales. Pero tejiendo más fino, aplico las construcciones que me acompañaron desde muy pequeño con la selección argentina, y sus influencias a mi tierra chicheña de origen, de la que tengo los primeros recuerdos con la selección de Italia ’90, con la presencia de Maradona (de quien, todavía, tengo una foto enmarcada de aproximadamente 100X60 cm). En este marco, los pocos partidos que veo en esta versión lo hago acompañado de mi yerba mate y algún bocado para complementar. Siguiendo con esta elección, apuesto por Perú apelando a la lógica del equipo chico que clasificó por mérito propio y me recuerda a la saga de 1993-1994, donde Bolivia clasificó al Mundial de forma histórica e irrepetible hasta hoy; además de recordar el gran proyecto de la Confederación por la que había apostado Andrés de Santa Cruz y que nos permite elucubrar futuros alternos de lo que hubiera ocurrido con la concreción de dicho proyecto de integración. 

Siguiendo con la tabla personal de preferencias, tenemos a Uruguay por temas de cercanía, además de ser la patria de amigos cercanos y otra región de origen del infaltable cimarrón, incluso más que la propia Argentina. Ahora sí, nos vamos para el norte donde aparecen México con quienes se dice que tenemos muchas cosas en común desde diferentes perspectivas, pasando por la cultura (no necesariamente refiriéndonos a cierto cuento vinculado con la muerte) e incluso las características somáticas. También aparece Colombia, Costa Rica y Panamá que los veo algo más ajenos y lejanos pero son también representantes a esa identidad latina, presente en tierras lejana de la ex Unión Soviética. Desde nuestra acera, por último, Brasil se presenta como la gran favorita de, casi todos, los mundiales para ser nuevamente campeona aunque la siento externa, posiblemente por el sesgo idiomático (de origen latino al final) y a quien seguramente no le afectará restar un apoyo en este país mediterráneo, ya que cuenta con una aclamación masiva en gran parte del planeta, precedido por sus antecedentes futboleros y su condición de pentacampeón.

Después de concluir estas preferencias, más o menos coherentes, vamos por un reto mayor, el de optar por el resto de las 24 selecciones pendientes. Entonces podríamos ir por la local Rusia, apelando al vínculo ideológico e histórico que encuentro con este país, evocando a la gran y centenaria Revolución Rusa, Lenin y el socialismo-comunismo establecido en tiempos de la Unión Soviética (URSS); considerándolo, además, como uno de mis destinos esperados para visitar como la Plaza Roja de Moscú, la tumba de Lenin e incluso el poético Café Pushkín, para también cumplir, cuasi, rituales como el de lanzarse al agua helada luego de un trago de vodka. Asimismo, con cierto cuidado, apoyar a Francia por otro tipo de acercamientos como los de ser uno de los orígenes de la Sociología con sus grandes teóricos clásicos, además de tener siempre presente la Revolución Francesa que hizo un quiebre en la historia del mundo cuando eran otros tiempos; así nuestro único bemol sería la coyuntura política internacional presente como aliada de cierto país imperialista. Podríamos continuar con selecciones como la de Alemania y Suiza, esta vez, motivado por cuestiones laborales que me permiten contar con algunos acercamientos a estos países, a raíz del trabajo dentro de sus filas. También aparece España, como la “madre patria”, con quien podemos tener más desencuentros, recordando tiempos pasados articulados a los intentos de descolonización actual, pero este puede resultar un argumento trivial a fin de cuentas.

Ahora sí, el escenario de preferencia es más complejo aun, bajo el respaldo de la ignorancia o lejanía con el resto de países y sus selecciones, quedan las del África junto a toda la problemática que se vive en este continente como ser la pobreza y las grandes desigualdades. Posteriormente están las representaciones de Asia con su apéndice Oceanía, que nos presentan realidades también omitidas que, posiblemente, no pasan de las novelas coreanas, el anime, el K-Pop o los canguros; que ya de por si son una falta de respeto para cubrir el desconocimiento de esos países, incluidos los denominados “Tigres del Asia”. Luego de este listado,  con algunas caracterizaciones, quedan las demás selecciones que en muchos de los casos se reducen a simples banderas dentro del Fixture y que responden a definiciones azarosas cuando ingresamos en el mundo de las oscuras apuestas, mucho peor para los neófitos del fútbol que tuvimos nuestra única escuela en los libros, teóricos o literarios, recordando a Galeano, Cachín Antezana o Alabarces, entre otros. En este marco, desde las Ciencias Sociales debemos ir con cuidado para no caer en la fuerte crítica de Borges cuando nos decía “el fútbol es popular, porque la estupidez es popular”, y que desde los espacios locales debemos cuidar muchos detalles, sociales y políticos entre otros, para optar por uno u otro equipo; por ejemplo ser hinchas del Aurora el “Equipo del Pueblo”, basados en convicciones y argumentos más allá de la búsqueda de exitismos efímeros, o la apuesta a ganador, que nos hacen volver hasta el tupiceño Ugarte y el campeonato de 1963 o la recurrente clasificación mundialista de 1994. Por lo pronto, debemos seguir apelando a nuestra condición de advenedizos en patrias ajenas tratando de darle algún sentido a nuestro regodeo futbolero.

lunes, 4 de junio de 2018

TUPIZA, APORÍAS ENTRE EL 44 Y EL 83


Y no nos referimos a un lapso en el que ocurrió algún suceso en territorio tupiceño, sino que otra vez se desata un debate que quedó en el letargo por algún tiempo: ¿cuándo se fundó Tupiza? En los albores de 1974 sucedió un debate en torno a la fecha en que este lugar había sido “fundado” por lo españoles, apelando a una categoría muy poco aplicable a la realidad de una sociedad mucho más antigua que la utilización de tal apelativo vinculado a los procesos de sometimiento y colonización por parte de dichos personajes. En esta perspectiva se desencadenó un debate respecto de cuándo fue el momento de desencuentro entre españoles y Chichas originarios localizados en Tupiza, territorio ancestral de una Nación y habitado por mucho tiempo previo a este hecho. Así, se fueron barajando fechas como los finales de octubre de 1535, con la llegada de Diego de Almagro y su avanzada compuesta por Juan de Saavedra incluso antes de esta fecha, algunos meses después de Paria en el actual Departamento de Oruro. En contraposición estuvo junio de 1574 con el paso de Luis de Fuentes y Vargas que se constituyó en autoridad formal de este territorio, Corregidor de los Chichas, para tiempo después seguir hacia Tarija y fundar dicha población, exactamente un mes después (4 de julio de 1574).

Con estas consideraciones, entre 1535 y 1574 estamos hablando de una diferencia de 39 años, misma que no es una cifra menor. Bajo esta lógica, en el caso de asumir la “fundación” ocurrida en 1574, dejaríamos de lado el apelativo de ser la primer ciudad de, la actual, Bolivia fundada por españoles, con las connotaciones respectivas, ya sean positivas o negativas. Por otra parte, debemos considerar que, ni para 1535 ni 1574, no existe ninguna documentación específica que corrobore una supuesta fundación de este poblado preexistente a la llegada de los colonos. En este cometido, diferentes investigaciones han pretendido esclarecer de la mejor manera esta incertidumbre, otro motivo más que llevó a que se desencadene el debate en torno a la verdadera “fundación” española de Tupiza, que para el presente año nos llevaría a cumplir 444 o 483 años. Así, en las redes sociales ha surgido similar pregunta que incluso se vio reflejada en una publicidad del Gobierno Municipal de Tupiza, y otras instituciones, donde se cita los 444 aniversario (CDXLIV como se suele presentar), con los bemoles antes descritos que resultarían en una imprecisión del dato. No obstante, siguiendo un sentido lógico, tendríamos nuevas contradicciones al tratar de concatenar el “4 de junio” con 1535 ya que lo correcto sería, a fin de cuentas, conmemorar esta “fundación”, aproximadamente, el 31 de octubre de cada año (en concordancia con la fecha completa de 31 de octubre de 1535).

Con lo descrito, vamos en un contrasentido entre la historia fáctica y la costumbre, asumida desde hace apenas 44 años (1974), donde se conformó el Comité Pro IV Centenario y se comenzó con esta argumentación a partir de ciertos cálculos. Así, basados en revisión hemerográfica, previo a ese año (1974) no existe constancia de celebración alguna en un 4 de junio, sino la que comenzó en dicha gestión con la visita del Presidente de facto Hugo Banzer Suarez (1971-1978). Así hemos ido dando un paseo por datos históricos, todavía no comprobados, que nos permiten seguir entre la polémica y la especulación respecto de la “fundación” de Tupiza. Entendemos que existe una diferencia de 39 años entre un 1535 y 1574, lo cual repercute en antigüedad del poblado español además de cierto denominativo. Asimismo, en un sentido crítico de nuestra historia y siendo rigurosos con el análisis, debemos entender que la aceptación de alguna fecha de fundación española significa, también, aceptar el sometimiento del aguerrido pueblo chicheño, reduciendo una historia milenaria a solo unos cuantos cientos de años.

Tupiza, como parte fundamental de los Chichas, deviene de mucho tiempo atrás como un poblado organizado y estructurado sin ninguna necesidad de esperar la venia de opresores que nos otorguen la cualidad de existir. El desencuentro ocurrido, ya sea en 1535 o 1574, no es nada más que una ruptura en la línea de desarrollo propio como sociedad, constituyéndose un periodo de oscurantismo para la Nación Chichas. En este sentido, Alfredo Domínguez nos ha dejado, entre líneas, uno de los mejores datos para develar este debate diciendo “Los genios de la tierra / Lo han modelau / Con cerros colorados / A cada costau […] Y el silbo del Wichico / Ha colaborau / Pa’ llamarle Tupiza/Pueblito encatau”. Así, se apela a fuerzas superiores que fueron las creadoras/fundadoras de Tupiza; sentido similar que manifiesta Mario García en el libro “Tupiza… Leyenda y Poesía” (2001). Es igual de contundente el criterio de Iván Barrientos en el libro “Crónicas de Tupiza” (2012) donde expresa: “Tupiza, [y] su importancia va más allá de la Independencia o del Coloniaje. ‘Tupiza existe desde tiempo inmemorial. La fundación del 4 de junio es un mito”. En último caso, superando el sentido lírico o literario que se podría estar considerando en este momento, apelamos finalmente a fuentes formales u oficiales; a decir de la Carta Orgánica del Municipio de Tupiza, aprobada en grande y en detalle, donde a raíz de esta polémica innecesaria, se ha determinado anular la fundación de Tupiza y se reconoce el mes cívico aniversario a todo noviembre donde destacan el 7 de noviembre, la Batalla de Suipacha y primera victoria de los patriotas en el Alto Perú dentro de la Guerra de los 15 Años; además del 17 de noviembre como la fecha de Refundación de la Nación Chichas. Después de algún tiempo se reabre esta cuestión, que fluctúa entre los 44 o los 83, lo que amerita trabajos investigativos, aún más rigurosos, donde nuestras instituciones sean punta de lanza para dejar de asumir fechas e imprecisiones que solo generan contradicciones en nuestra historia regional incluyendo las mismas como datos oficiales. Por otra parte, es muy posible que, enmarcados y acostumbrados a la coyuntura, dentro de 17 años (es decir 2035), tengamos mucha gente afiliada y defensora de 1535 como la verdadera fundación de Tupiza, aprestándonos al V Centenario de existencia como principal motivación exacerbada. Con todo esto, parece que hemos hecho una apología de una “fundación” al dedicar, nuevamente, varios párrafos tratando de explicar algunas falacias de nuestra historia; en resumen, una aporía.