lunes, 29 de noviembre de 2021

¿FEDERALISMO IOC?


Especialistas en el tema, han calificado a la nueva Constitución Política del Estado boliviano, como un documento hipercomplejo que encierra na serie de aspectos en el cometido de responder a diversas demandas históricas, antes poco o nada atendidas. En este marco el pluralismo es uno de los ejes principales que busca incluir perspectivas de sociedad donde la participación de los pueblos indígenas originarios campesinos IOCs, como sujetos históricos, cobran gran relevancia en este contexto. Así, luego de la Asamblea Constituyente realizada entre 2007 y 2008, mediante una serie de acuerdos y negociaciones entre sectores y representaciones político partidarias se logró consolidar la nueva carta magna del Estado boliviano, constituido principalmente como Plurinacional.

 

En este marco, uno de los debates centrales de la Asamblea Constituyente fue la autonomía como mecanismo de autodeterminación histórica de los pueblos. No obstante, ante un cambio en el sistema político y la crisis de los partidos neoliberales tradicionales de inicios de nuevo siglo, sectores de la oposición retomaron banderas autonómicas tergiversando las luchas de otros tiempos como la que promovían los igualitarios a la cabeza de Andrés Ibañez entre otros. Con lo mencionado, se articuló a sectores opositores con gobernaciones y comités cívicos de la denominada media luna que, basada en el discurso autonómico, pretendió generar desestabilización, incluido un intento secesionista. Este momento de conflicto, dentro del Proceso Constituyente en marcha, fue resuelto, en parte, con un Referéndum Revocatorio donde con el voto popular se definieron estos lineamientos. Asimismo, la otra parte fue respondida con el referéndum aprobatorio de la Constitución Política donde se concretaron cuatro tipos de autonomías: municipal, departamental, indígena originaria campesina y regional, esta última algo cuestionable.

 

Han pasado, aproximadamente, 12 años desde la promulgación de la nueva Constitución boliviana, que presenta al Estado boliviano como unitario con autonomías, pero parece que los distintos niéveles autonómicos no han tenido mayores avances en su profundización, exceptuando, tal vez, la municipal que ya venía de un proceso previo de los años ’90 con la participación popular y la descentralización. Ahora, con nuevos actores políticos, y pasado un gobierno transitorio inconstitucional y autoproclamado, se comienzan a levantar voces de federalismo, nuevamente desde los intereses locales ante la denuncia de un centralismo que no logra permear a las regiones, como un lastre de la gestión pública histórica, que sirvió en varios momentos para buscar el cambio de la estructura estatal, como lo ocurrido en 1899 con la denominada Guerra Federal, que solo logró el cambio de la sede de gobierno. Entonces, la demanda de federalismo cae en un sinsentido, ya que, al encontrarnos en un Estado con autonomías, las autoridades departamentales no han logrado avances importantes al respecto, por lo que virar hacia el federalismo requiere de una mayor capacidad de gestión en estos gobiernos subnacionales, cosa que hasta ahora no ocurrió. Por otra parte, en medio de la coyuntura política actual, la bandera federalista parece ser un simple pretexto para conflictuar el país que todavía no sale de las crisis: política (2019), económica (2020) y de salud (2020) que quedan como secuelas de lo ocurrido luego de las elecciones nacionales del 2019 con sus nefastos efectos, sobre todo, en los ámbitos antes descritos.

 

En último caso, es posible que, si se continúa con el debate sobre el federalismo, será necesario y prudente pensar un Federalismo Indígena Originario Campesino, retrotrayendo la Federaciones y Confederaciones existentes hasta tiempos de la colonia, junto a los Ayllus y Markas como formas organizativas y administrativas en el marco de la autodeterminación de los pueblos.

jueves, 25 de noviembre de 2021

EL PILAR DE LA VIOLENCIA

 


El 19 de noviembre se conmemoró el denominado “día del hombre”, que al igual que otras fechas del calendario no representan una celebración en sí, sino que buscan generar pretextos en la comunidad para interpelar problemáticas sociales que afectan de forma recurrente a la convivencia. Así, cuando nos referimos a estos problemas debemos considerar que el 95% de los homicidios en el mundo son cometidos por hombres y el 80% de los mismo tienen como víctimas, también a los hombres (de ahí el origen de la palabra homicidio). En un contexto más cercano, la Encuesta de Prevalencia y Características de la Violencia contra las Mujeres (2016), ha develado que 75 de cada 100 mujeres sufren o han sufrido algún tipo de violencia durante su vida, casos en los cuales el principal agresor es el hombre.

 

No obstante, con mínimas variaciones, la problemática es análoga en los países de la región y en gran parte del mundo, lo cual responde a la estructura social patriarcal y capitalista que se ha encargado de ahondar esta situación en detrimento de más de la mitad de la población, las mujeres. En este sentido, el día del hombre fue planteado como una manera de establecer mecanismos de reflexión, y sin duda interpelación, del accionar de los hombres con seis pilares básicos:

  1. Promover modelos masculinos positivos y libres de estereotipos.
  2. Celebrar los aportes positivos del hombre a la sociedad.
  3. Hacer hincapié en la salud y bienestar de los hombres.
  4. No a la discriminación contra ellos.
  5. Promover la igualdad de género.
  6. Crear un mundo más seguro y mejor.

 

En base a estos puntos, se establecen pretextos para, como hombres, vernos frente al espejo con la capacidad de cuestionar nuestros privilegios y de manera ineludible romper el pacto patriarcal, paralelamente a los procesos de deconstrucción de las lógicas tradicionales de ser hombres.

 

De manera concurrente, el 25 de noviembre, conmemoramos el Día Internacional Contra la Violencia de Género que busca visibilizar esta compleja y aguda problemática, donde, como mencionamos, el hombre se convierte en el eje de su permanencia al constituirse en el pilar del ciclo de la violencia, en respuesta a todo un proceso sociocultural de la forma tradicional de masculinidad basada en machismo con todas sus aristas. Sin duda, estas fechas conmemorativas resultan fundamentales en la lucha contra la violencia, donde el Estado, como principal garante de derechos, ha venido trabajando en normativa y políticas públicas como respuesta a este problema. No obstante, es determinante que los hombres asuman un compromiso real con estas luchas, con la generación de fisuras en sus entornos de complicidad machista y violenta más cercanos; fisuras que, a la larga logren, aportar en el quiebre del propio sistema patriarcal, con la mirada ante el espejo.

 

Para un caso particular de los Chichas, podríamos decir que esta deconstrucción deberá romper, incluso con aspectos identitarios constituidos bajo una matriz altamente machista, donde uno de los arquetipos de masculinidad se establece a partir del macho chicheño (paquete de misoginia, machismo, homofobia y demás), aspecto muy peligroso porque tiene un argumento que lo legitima desde la cultura y el folklore. Queda mucho trabajo hacia adelante, el cual debemos asumir desde los diferentes entornos, considerando las características propias. El cuestionamiento a la masculinidad tradicional y el ejercicio de la violencia, comenzando de micromachismos y apelativos identitarios, empieza en el relacionamiento cotidiano de manera recurrente entre el ámbito público y privado. Es tiempo de que los hombres dejen el deplorable papel de ser pilar de la violencia para constituirse en agentes de cambio para una vida libre de violencia.

lunes, 8 de noviembre de 2021

NACIÓN CHICHAS, TERRITORIO DE EMANCIPACIÓN


La historia de Bolivia ha sido construida desde una perspectiva que ha sesgado procesos históricos o por lo menos quitó el valor de ciertos hechos que ocurrieron más allá del eje troncal del país. En este sentido, la historia “oficial” ha pretendido invisibilizar a las otras historias locales que fueron determinantes, en este caso, para el proceso independentista de, la actual, Bolivia. Desde esta perspectiva el territorio chicheño estuvo vinculado a una serie de sucesos de gran baluarte para el proceso independentista en el Alto Perú vinculando a la población de toda esta región que en un primer momento luchaba por la autodeterminación y la independencia.
 

La ancestral Nación Chichas cuenta con una herencia guerrera histórica que se ha mantenido dentro de la identidad de su población por el transcurso del tiempo hasta nuestros días. Así, nos ubicamos en la época precolombina donde esta población no pudo ser sometida por ningún imperio, ni aymara o incaico, en su proceso de expansión hacia el sur. Posteriormente, el incario solo llegó a obtener acuerdos con los Chichas nombrándolos como Orejones pertenecientes a una casta por esta misma característica guerrera que proteja el territorio de los chiriguanos habitantes del Chaco tarijeño, como lo habían hecho desde mucho tiempo atrás. Dentro de la colonia se utilizaron otros mecanismos, los cuales solo consiguieron alianzas con las autoridades originarias para ampliar el territorio de colonización sin que ello constituya algún riesgo para la sociedad Chichas de ese momento. Así, este pueblo guerrero fue el impulsor principal para dirigirse hacia los valles del sureste y fundar, con población chicheña, lo que hoy constituye Tarija.

No obstante, el espíritu libertario y las ideas emancipatorias fueron profundizando y madurando para poder manifestarse en los momentos convenientes como ser la sublevación de marzo de 1781, donde se tuvo un intento de levantamiento junto a los que realizaban Tupac Amaru y Tupac Katari. Esta vez representados por Luis Laso de la Vega junto a Pedro de la Cruz Condori, como principales cabezas del motín en la villa de Tupiza mostrando además una alianza entre grupos sociales en contra del dominio español. No obstante, esta empresa no tuvo gran éxito y fue controlada por los realistas para seguir latente el sentimiento de los chicheños hacia la búsqueda de la eliminación colonial.

Tiempo después, se va a realizar la primera gran victoria armada de los Chichas en los campos de Suipacha un 7 de noviembre de 1810 a la cabeza de Pedro Arraya, la cual fue precedida por los hechos de Cotagaita, del 27 de octubre de 1810, donde la derrota patriota momentánea fue parte de una estrategia militar que lleve a los realistas hasta un fracaso militar certero en los campos de Suipacha logrando el “Bautizo de Fuego” y primera victoria armada de la guerra de los 15 años. Como muestra del espíritu de integración la Junta de Buenos Aires otorgó a los combatientes, mediante el Decreto del 28 de noviembre de 1810, un escudo con la leyenda “La Patria a los vencedores de Tupiza” que deberían llevar en el brazo derecho como una muestra de la valerosa y significativa victoria conseguida en los campos de Suipacha; emblema que en la actualidad es el escudo oficial de la ciudad de Tupiza como un recordatorio de lo sucedido en la región. Asimismo, esta batalla concretó la articulación de un ejército patriota integrado por argentinos, tarijeños, cinteños y chicheños, destacando la caballería chicheña en su estratégica participación en esta victoriosa saga.

Con lo manifestado, los acontecimientos libertarios y las acciones en el mismo sentido se fueron sumando, llegando hasta 1825 donde, entre el 31 de marzo y el 1º de abril, liderada por Carlos Medinacelli, se daría la Batalla de Tumusla en la actual Provincia Nor Chichas terminando así con el último realista representante de Fernando VII, luego de la derrota del Virrey La Serna con las Batallas de Ayacucho y Junín. Así, con lo sucedido en Tumusla, donde muere Pedro Antonio de Olañeta, se erradicó por completo el dominio español y todo vestigio posible sellando así la independencia Altoperuana. De esta manera, observamos que el territorio de los Chichas ha estado marcado en diferentes momentos por un carácter y un sentimiento libertario que queda plasmado en la identidad de las y los actuales habitantes de la ancestral Nación Chichas en una recurrente frase que denota contundente ¡Aquí nació la patria!

lunes, 13 de septiembre de 2021

VILLA Y VILLITA


En los años de la infancia, la lectura pudo haber estado predeterminada por causalidades del contexto, obviamente antecedida por tal sentimiento de realización al haber aprendido a leer y escribir. En este espacio, alejado de influencias tecnológicas de aquellos tiempos como la televisión y la inexistencia de otros dispositivos de mayor tecnología como lo de hoy en día, se abría un panorama totalmente aventurado dentro de los materiales de lectura accesibles. Entre estos, es menester recordar a la revista argentina y centenaria “Billiken”, y cómo no “Billy”, que como se suele decir extendían todo un panorama de aventuras y mundos en complicidad con la imaginación y mucho contenido. Por su parte, en espacios más propios se ubicaba “Goyi”, el periódico destinado a niñas, niños y adolescentes que tuvo vigencia hasta hace poco tiempo y que nos permitía conocer varios aspectos del país y del calendario festivo anual. Entre medio de estas dos líneas de lectura, se presentaban otros libros y textos llamativos y atractivos para la curiosidad infantil, como ser el libro del “Tesoro Juvenil de Selecciones”, un especial de las mentadas revistas Selecciones de Reader's Digest que hasta ahora se encuentra a buen recaudo entre los libros de cabecera dentro de la biblioteca personal, casi como un patrimonio familiar. También recurría a un libro similar al Prontuario Escolar boliviano, pero de edición argentina y que incluía algunas fábulas que suplían el deseo de tener la Fábulas de Esopo, que llegaron recién tiempo después para deleite de la lectura.

Este preámbulo nos lleva a establecer una cuestionante dentro de la sociedad boliviana respecto de que si la gente lee o no, más aun ubicándonos en tiempos de la invasión tecnológica que, posiblemente, es culpable, en muchos de los casos, de la procrastinación ante una falta de disciplina en nuestro cotidiano y una ausencia, casi, total de espacios y gusto por la lectura. Esta problemática ya fue analizada y planteada por diferentes autores e intelectuales, entre los que podríamos mencionar a Luis H. Antezana, que por cierto confiesa que él también “aprendió” a leer gracias a una travesura durante su residencia eventual en Tupiza. Entonces, así podemos abrir un espacio para el debate respecto de la importancia de la lectura y su establecimiento como un hábito diario que permita generar criterios y sentido crítico de la realidad. En este marco, la primera infancia, desde el momento de aprender a leer y escribir, en nivel inicial, son determinantes para comenzar a cultivar este hábito de la lectura crítica y analítica que debería reforzarse con el paso del tiempo mediante el fomento, principalmente, dentro de la escuela y con el ejemplo de las familias, resultado que debería decantar en la formación superior, si es el caso. A esto se suma la carencia o monopolio del acceso a la información, plasmada en libros, que, no obstante, ahora sí, gracias a la tecnología está democratizando, en algún sentido, este acceso, el cual todavía debe sortear algunas brechas como la tecnológica.

En medio de estos recovecos planteados, resulta destacable y sugerente la existencia de una propuesta de lectura infantil que se concreta bajo el título de “Villa y Villita” del escritor chicheño Lelis Molina, oriundo de Villazón, que viene a cubrir estos grandes vacíos en atención a este grupo poblacional prioritario, la niñez. En este sentido, la propuesta de la revista escolar lleva consigo varios elementos que deben mencionarse, entre ellos la información básica y necesaria de las diferentes asignaturas de estudio escolar en concordancia con el calendario en curso. Asimismo, contamos con un espacio lúdico y didáctico que permite el desarrollo de capacidades en la primera infancia como ser la motricidad, creatividad y otras, que se despliegan en su anexo Pinta Pintita. Este trabajo y aporte a la sociedad ha sido merecedor del reconocimiento como Patrimonio Cultural Educativo del Municipio de Villazón en 2017 que, no obstante, rompió con los límites imaginarios municipales y continúa proyectándose, primero a la región chicheña y, en el último tiempo a nivel nacional. Junto a este influjo, Villita lleva consigo la identidad chicheña inmersa en los diferentes segmentos con los que cuenta y sobre todo en los personajes, niñas y niños que nos guían por la revista, donde uno de ellos va vestido con el traje típico de los Chichas, poncho y sombrero. Por su parte, el paseo está acompañado por los modismos y el dejo propio de nuestra región ¿churo no? siendo el colofón necesario para esta aventura que deberá seguir ampliándose y consolidándose como un referente de lectura periódica infantil que sea puntal de la consolidación del hábito de la lectura en los primeros años de vida, proyectado desde la Nación Chichas.

lunes, 30 de agosto de 2021

TREN AL SUR

 

Es muy posible que Jorge Gonzales y Los Prisioneros se hayan encontrado en alguna estación entre La Paz, Oruro o Uyuni para componer la letra del famoso “Tren al Sur”. Así, para muchas y muchos de nosotros, seguro, esta canción nos acompañaba imaginariamente para retornar hasta las tierras natales, ya sea de Atocha, Tupiza o Villazón, sin dejar de lado otros lugar tan pintorescos, mágicos y particulares como Oploca, teniendo un regreso al pago con aspectos muy especiales comenzando desde los paisajes que empezaban a aparecer junto a la salida del sol y en medio del anuncio del ¡café, café! Por su parte, la estación de trenes, en muchas ocasiones, fue escenario de las tristes y sentidas despedidas de decenas o cientas de personas que partían en busca de mejores oportunidades en las diferentes capitales de departamentos; incluso en ocasiones sin vuelta. Así, seguramente están en nuestra memoria muchas escenas donde se congelan las imágenes con ese alejamiento de personas queridas, que se quedaban o se iban en medio del pito que anunciaba esas despedidas.

Cómo habrá sido el primer viaje en tren allá por los inicios del Siglo XX, llevando a la comitiva presidencial entre Tupiza y la Quiaca, siendo el Presidente, seguramente, el primero en comprarse el manjar del café con sandwich de mortadela en medio del aire frío y el alba. Posterior a que el Presidente de entonces haga ese recorrido podríamos ir sumando por montones las historias que habitantes de estos lugares nos contaran sobre el tren, seguramente teniendo en parte central el accidente que cobró la vida de una importante cantidad de personas y otros descarrilamientos menores. Igualmente nos hablarían de las visitas, y excesos, al coche comedor donde se podía comer y sobre todo beber hasta que las velas no ardían o hasta que alguien te pedía retirarte por que habías bebido demasiado. Nos hablarían del largo viaje entre Villazón y La Paz, totalmente sobre el riel, que era una saga de aguante mayor. Nos contarían de los productos esperados que se compraban en Uyuni como los YoguYogu y los chocolates Privilegio, que incluso eran una especie de patrimonio de aquella estación, al igual que el pan dulce de Oruro mientras se hacía el trasbordo hacia la terminal y continuar el viaje por tierra. Nos contarían de las trasnochadas o amanecidas en la fila para comprar pasajes de tren, en medio de discusiones y otros problemas relacionados, pero donde encontrabas a muchas personas conocidas o familias enteras que trataban de retornar a diferentes lugares de residencia. Nos contarían del tren carnavalero, especialmente preparado para que decenas de personas vuelvan a Tupiza a disfrutar del carnaval en temporada alta. Y nos contarían tantas cosas que quedan ajenas a nuestras propias vivencias y que trascienden muchas generaciones atrás, que veían como todo un acontecimiento para niñas y niños la llegada del tren que llegaba con aires de desarrollo y modernidad, disfrazada de diversión infantil y regocijo generalizado.

 

Años después, un artista chicheño nos traería nuevas tonadas junto a las remembranzas del tren con sus causas y azares, con frases como “hay que bonito se siente/ya estoy llegando a mi valle, mi casa”. Con analogías sugerentes que nos hablan del monstruo de fierro que me lleva y me trae/ya está en Oploca o Tambillo, junto a contrastes de fragancias y olores como el molle y la surana que nos resultan sinónimo del pago. Posteriormente a la presentación de esta canción, sorpresivamente nos enteramos que el gestor de tantos recuerdos y anécdotas, que van muchas generaciones atrás, quedará dentro de los hangares en un proceso de herrumbramiento al igual que los recuerdos que se irán volviendo más remotos según pase el tiempo y las generaciones vayan cambiando, sin vivencias del monstro de fierro. Solo quedará en las tertulias y añoranzas la afirmación de que “viajar en tren es/era un gustito aparte” como un privilegio que ya no se podrá repetir. Con todo ese sentimiento de añoranza, para algunos se ha generado una reacción de que estamos perdiendo algo de nuestra identidad sureña y que la vimos caerse poco a poco, con el corte del tramo hasta La Paz (ahora convertida en un gran parque de las culturas adornado por piezas de museo provenientes del otrora ferrocarril andino), luego con las riadas que se llevaban las rieles y que no se reponían; siendo las advertencias de lo que vendría después con la cancelación total del servicio de ferrocarril. ¿Todavía estamos a tiempo de evitar el corte total y permanente del servicio de tren? Queda la tarea planteada para las instancias pertinentes y la comunidad en pleno; porque muchas y muchos esperamos ansiosos que llegue el día de volver al pago en el tren al sur.

martes, 17 de agosto de 2021

BANDERAS EN CONTEXTO


Once días después de la declaración de la independencia, la Asamblea General de la República de Bolívar crea la primera bandera nacional, siendo 17 de agosto de 1825, distinguiéndose la bandera menor y bandera mayor. Esta creación sería planteada de la forma siguiente: Artículo 1º La bandera nacional será bicolor, verde y punzó; el campo principal será punzó, y a uno y otro costado irán colocadas dos fajas verdes del ancho de un pie; sobre el campo punzó se colocarán óvalos verdes, formados de ramas de olivo y laurel, uno en el medio y cuatro en los costados, y dentro de cada uno de estos óvalos se colocará una estrella de color de oro. Casi un año después, Antonio José de Sucre realiza modificaciones, estableciendo una segunda bandera. En 1831, Andrés de Santa Cruz, Presidente de la República establece, mediante ley, una nueva-cuarta bandera compuesta por tres franjas horizontales, la superior amarilla, la central roja, y la inferior verde. Finalmente, en 1851, el Presidente (tata) Belzu (inspirado en los colores del arco iris, según relatan) instaura la quinta cuarta bandera, casi como la conocemos hasta hoy en día, la cual fue izada por primera vez en la ciudad de Oruro un 7 de noviembre del mencionado año.

No obstante, los recovecos de los emblemas presentes en estos periodos de la historia fueron más amplios, donde podríamos consignar a las banderas: del Protectorado de San Martín, Junta Tuitiva y Republiquetas, Provincias Unidas del Río de la Plata y la  Confederación Perú-Boliviana. Con lo mencionado, podríamos hacer un recorrido sugerente por diferentes etapas, desde el proceso independentista y la nobel república, que acudieron a la construcción de identidad, más adelante identidad nacional. Entonces queda pendiente una revisita a las causas y argumentos, por qué no azares, que llevaron a crear cada una de las mencionadas, que en el mejor de los casos sea representativa del proyecto en curso. Ya en el último tiempo, enmarcado en el Proceso Constituyente, el gobierno mediante Decreto Supremo N° 241, del 5 de agosto de 2009, realiza especificaciones de la denominada tricolor boliviana. Sin embargo, en este mismo periodo, dentro de Constitución Política del Estado se incluye una nueva “bandera” como símbolo patrio la cual es la Wiphala, misma que engloba una compleja simbología y que, con seguridad, se escapa del conocimiento y capacidad de explicarla para la mayoría de personas en el país, llevando consigo la cosmovisión de las Naciones Originarias y que, más bien, es entendida como un escudo de luchas y resistencias ancestrales. Por su parte, a fines del año 2019, ingresa de facto en el escenario la bandera con la flor de patujú que se utilizó en acto oficiales, sin ser, todavía, reconocida como símbolo oficial.

 

Con lo antecedido, podríamos suponer que gran parte de nuestra población, más allá de su convicción “patriota”, desconoce estos derroteros vinculados a la bandera tricolor boliviana; sin embargo, pese a este “detalle” este emblema ha ido acumulando aspectos significativos, casi inexplicables, que se suman a las cargas del civismo construido en los diferentes espacios formales e informales en torno a este tipo de elementos. Acudiendo a una definición de la Real Academia Española la bandera es: Tela de forma comúnmente rectangular, que se asegura por uno de sus lados a un asta o a una driza y se emplea como enseña o señal de una nación, una ciudad o una institución. Entonces, la carga emocional y simbólica vuelve a ser sustentada por las formas en que se plantea y utiliza el emblema, donde podríamos apelar al significado, por ejemplo, de los colores rojo amarillo y verde. Dentro de un periodo de coyuntura, el año 2019 la tricolor fue utilizada como parte de las movilizaciones de un sector de la población, pero no en un mástil sino en forma de capa, y más adelante incluso como cubrebocas, por lo cual se ahonda las contradicciones entre lo planteado como patriotismo, en algunas ocasiones, y chauvinismo en otras; todo de acuerdo al momento. Este tipo de incoherencias entre discurso y práctica, nuevamente responden al desconocimiento de muchos elementos y que sacan a la luz, desde lo simbólico, desencuentros entre proyectos de país donde, al parecer, la tricolor ha sido cooptada por el Estado republicano y, en este caso, la wiphala, por el nuevo tiempo plurinacional. Entonces, así como en Bolivia tuvimos, más o menos, cuatro banderas; deberemos encontrar mecanismos para el replanteamiento de los emblemas que nos representa, más allá de discursos exacerbados, en concordancia con los tiempos en que vivimos, con la capacidad necesaria de entender Bolivia en el marco de su plurinacionalidad.

lunes, 9 de agosto de 2021

BOLIVIA MONUMENTAL


El mes de agosto comenzó con un hecho llamativo, vinculado al intento de quitar el monumento de Cristóbal Colón, ubicado en el Prado de la sede de gobierno, La Paz, lo cual solo quedó en la destrucción de la nariz y el pintado con pintura negra del rostro de dicho personaje, nominado como Cristoforo Colombo, pese a haber sido resguardado por el municipio con anterioridad a la fecha. Sin embargo, no se trata de un hecho aislado, sino que va en concordancia con otros sucesos precedentes como el grafiteado de Simón Bolívar al final de la misma avenida paceña, esta vez realizada por grupos que se manifiestan contra la violencia machista y el patriarcado. En otro caso, se pudo percibir la genial conversión del monumento de Isabel la Católica en la Chola Globalizada, bajo un cuestionamiento a la lógica colonial que pervive hasta nuestros días bajo estructuras de poder y bajo un, perverso, paraguas patriarcal. Lo mencionado ocurrió en la ciudad de La Paz, en un pequeño lapso donde, desde diferentes sectores, se amplía la interpelación a estas lógicas, ahora también, simbólicas. 

De esta manera, el actual Estado Plurinacional de Bolivia, antes República y creada como patrimonio casi personal de Bolívar (República de Bolívar) ingresó en una etapa donde el cuestionamiento llega a la esfera simbólica, lo cual incluso puede afectar aspectos tan subjetivos y profundos como la identidad, principalmente la imaginaria de algunos sectores sociales. Como un colofón a estas acciones contra la imagen de Colón podemos mencionar la irrupción de la cosmovisión y simbolismo proveniente desde las Naciones indígenas originarias, que datan apenas de poco más de 14 años donde se genera un rompimiento de las lógicas de poder tradicionales herederas, también, del colonialismo interno republicano, teniendo por debajo aspectos más complejos como el debate de las dos bolivias con bases indianistas. En medio de estos entramados, se pretende seguir debatiendo y reflexionando Bolivia, ya adentrados en pleno Siglo XXI en medio de resabios aristocráticos y criollo mestizos.

Con lo mencionado, parece haberse profundizado una batalla simbólica vinculada al ejercicio de poder; la cual, posiblemente empezó hace mucho, cuando los invasores ibéricos construyeron sus iglesias sobre los lugares sagrados de nuestros pueblos y que, estratégicamente alguien quiso limpiar con el eufemismo de sincretismo religioso, callando las voces de resistencia mediante el asesinato y hasta el genocidio, poniendo la biblia y la cruz como testigos. En línea con estas prácticas de violencia, no solo, simbólica perpetuada durante los cinco siglos de opresión y resistencia, se crea una nueva República, pensada como moderna pero ejercida como patrimonio de pocos (en masculino). La Bolivia de 1825 (que tuvo tres banderas, más o menos oficiales, y que ahora ha permanecido en el imaginario como tricolor, e incluso hace poco se reutilizó como capa y cubrebocas) se sirvió del gran aporte de las tropas indígenas en la lucha por la independencia, pero las excluyó de los espacios de poder y decisión, además de las mujeres que en concordancia tampoco eran válidas para la ciudadanía sino hasta 1952 (127 años después).

En ese sentido las causalidades para entender la Bolivia Plurinacional, requieren de reflexiones profundas o por lo menos de un mínimo de conocimiento y criterio sobre los derroteros seguidos, más allá de consignas y frases de manual, el manual de la adjetivación, la discriminación y el racismo (ese mismo que quemó la wiphala, otro símbolo, también reconocido como patrio). En medio de estos hechos, argumentados o no, nos acercamos al bicentenario de Bolivia, transitoria entre república y Plurinación. Aunque parece que todavía no hemos superado estas contradicciones neurálgicas para el país que sigue debatiendo en torno a la defensa de fríos y blancos monumentos frente a la incapacidad de la mirada ante el espejo, negando y renegando de la ascendencia que una vez fue sometida y violentada por Cristoforo junto a sus herederos latentes en el tiempo que, incluso hoy en día, buscan blanquearse añorando otros tiempos.

lunes, 2 de agosto de 2021

PACHAMAMA Y MATRIA


El mes de agosto comienza y con ello se abren nuevas líneas de reflexión sobre lo que es Bolivia, para nuestro caso, y las complejas cosmovisiones de las Naciones y pueblos indígenas originarios que la sostienen como Estado y como sociedades. En este marco, para comprender la actualidad de lo que se vive en el país desde un punto de vista identitario y cultural, principalmente, resulta fundamental entender, y por lo menos conocer, estos recovecos que intentaron enterrar con el largo y violento proceso colonial desde donde surge lo que alguien llamó el bastardismo. Así, podemos hacer un repaso de dos elementos de análisis enmarcados en el mes de agosto, recurrente en el calendario cívico y, sobre todo, en el agrícola ancestral.

En primer caso, veamos las implicancias del 6 de agosto como fecha donde se firma el Acta de Independencia dando origen legal a un nuevo Estado bajo los mandatos republicanos y liberales de los estados modernos que soplaron aires desde Europa con mucha influencia de la Revolución Francesa. Así se consolidó el Estado criollo mestizo de los grupos de elite, herederos (en masculino) de los invasores españoles dando inicio, también, al colonialismo interno que mantuvo estos sectores privilegiados en el poder, bajo una lógica de la patrimonialización del poder en detrimento del proyectado Estado indio. De lo sucedido en 1825, junto a todos sus antecedente y luchas ocurridas, han pasado casi dos siglos y la estructura estatal (sustentada en las luchas sociales) de Bolivia ha tenido varios cambios importantes, el último de ellos estableciendo uno Plurinacional, explicado en un proceso constitutivo de alta participación y una histórica ampliación democrática. Sin embargo, todavía parecen subsistir algunos lastres coloniales que reemergieron en 2019, justamente basados en elementos y discursos como la patria y la fe, carentes de un mínimo argumento, pero exacerbadas de fanatismo, ignorancia y dogma.

Pero el mes de agosto también nos abre la posibilidad de retomar otras lecturas más profundas que vienen de tiempos más allá de la propia independencia, donde se mantienen pilares de la cultura y la identidad de nuestros pueblos. Agosto se conoce como el Mes de la PachaMama (época de fertilidad) que encierra toda una cosmovisión proveniente desde tiempos lejanos, pero principalmente nos encontramos ante un importante recordatorio de que la Madre Tierra es la responsable de que la humanidad subsista, brindándonos el alimento y los sustentos diarios que muchas veces hemos normalizado y dejamos de valorar en el nivel que deberíamos, como una forma mínima de gratitud, rompiendo con los egoísmos que se amplificaron con el sistema capitalista y el consumismo. En concordancia con la tierra, se encuentran las y los trabajadores de campo quienes se encargan de producir esos alimentos que día a día llegan hasta los hogares en todos los confines y que contrariamente son vistos como inferiores a partir de lógicas racistas fundamentadas por la ignorancia y los sesgos desde la miopía urbano capitalista.

Es importante, que estas fechas, del calendario recurrente, nos permitan retomar algunas discusiones fundamentales de la convivencia como sociedad, en la relación urbano rural, en nuestras miradas sesgadas y verticales de la humanidad, además de muchas más. Debemos cambiar, incluso, las formas de plantear las palabras (significado-significante), posiblemente cambiando patria por Matria, alejándonos de posiciones machistas y patriarcales que pueden estar implícitas desde de un vocablo y que sustentan patrioterismos y chauvinismos que solo generan limitaciones en la mirada e incluso crean enemigos imaginarios a nombre de patria y bandera. Asimismo, habrá que volver a la PachaMama como un necesario refugio que nos permita entender quiénes somos y de dónde venimos en una memoria larga de la historia personal y, principalmente, de la memoria de nuestras comunidades.

lunes, 26 de julio de 2021

TUPIZA, DENOMINACIONES Y APELATIVOS

Creaciones EvA Tupiza.

El milenario pueblo de Tupiza, originario de la Nación Chichas, tiene y ha tenido la cualidad de ser reconocida con varias denominaciones y apelativos en los diferentes periodos históricos por los cuales ha subsistido pese a las diversas coyunturas y condiciones que, incluso, llegaron a afectar en ciertas características socioculturales e identitarias. En este sentido, es importante que Tupiza como, actual ciudad intermedia, todavía lleve consigo los aspectos necesarios para tener cierta peculiaridad dentro de Bolivia ya sea por hechos de su historia o por el aporte de las personas oriundas de este lugar. Con lo mencionado, y ya entrado el siglo XXI, podemos hacer un repaso de algunos nombramientos que recibió y los consecuentes efectos que quedan hasta nuestros días:

PRIMER CIUDAD COLONIAL DE BOLIVIA. En medio de un entramado y entrampado debate, hasta la actualidad y desde 1968, se celebra el 4 de junio de 1574 como la fecha de fundación colonial de Tupiza con lo que, directamente se pierde el apelativo de ser primer ciudad. Todo ello en desmedro de. 30 de octubre de 1535 como la verdadera fecha fundacional española, según se dice en la acera de en frente. Esta situación ha dividido en grupos de investigadoras/es en una especie de dos bandos, que alguien llamó los almagristas y fuentistas. No obstante, más allá de este anquilosado y ocioso debate, en tiempos de descolonización, se hace necesario despojarnos de fechas nefastas contra nuestros pueblos y más bien enaltecer otros tiempos donde las luchas históricas de la población de la ancestral Nación Chichas, junto a otros pueblos, retomaron la libertad derrotando al yugo español.

LA PATRIA A LOS VENCEDORES. Como un merecido reconocimiento a la saga ocurrida en los campos de Suipacha, el 7 de noviembre de 1810 en el denominado bautizo de fuego de la independencia, la Junta Gubernativa de Buenos Aires encargaría la entrega de un emblema donde se consigne la frase “La patria a los vencedores de Tupiza”. Esta frase está presente dentro del escudo oficial del, actual, Municipio de Tupiza y es utilizado formalmente en membretados y otros. No obstante, esta expresión puede reducir la gesta libertaria, atribuyendo esta victoria a un solo lugar dejando de lado la representatividad que la Batalla de Suipacha tiene para toda la región chicheña y que podría ser una gran fecha de integración del territorio ancestral, posiblemente replanteada como “La patria a los vencedores de Suipacha”.

LA JOYA BELLA. Este apelativo es uno de los más reiterados por personas de diferentes latitudes y es la carta de presentación del poblado en diferentes contextos. No obstante, queda la interrogante sobre el origen de dicha mención “Tupiza, la joya bella de Bolivia”. Se dice, por ahí, que en el paso de Simón Bolivia por tierras del, anterior, Alto Perú, dentro del proceso independentista, hizo su marcha por Tupiza quedando embelesado por sus parajes; a consecuencia de ello cuando se alejaba en el horizonte de dicho lugar alguien lo hoyó exclamar “esta es mi joya bella”, por lo que ahí surgiría que Tupiza es la joya bella de Bolívar.

EL CULTO PUEBLO. Que en el último tiempo ha dejado de ser recurrente, apela a otras épocas donde se tenía una mirada vertical diferenciada entre lo “culto” y lo “inculto” otorgado por sectores sociales que se creían dueños de esta atribución calificadora. Sin duda una lógica muy cercana al colonialismo interno, con aires señoriales, que terminaron minimizando el gran aporte de los conocimientos ancestrales de los pueblos indígenas como ocurre en muchos otros lugares bifurcados en una supuesta civilización y barbarie. Posiblemente, aquí se tenga una vertiente de la denominación como Capital Cultural de la Juventud otorgada por la UNESCO y que sirvió como un nuevo aire al “culto” pueblo de Tupiza.

Con seguridad quedan otros nombramientos y apelaciones para Tupiza, pero dadas las actuales circunstancias en las que estamos inmersos, sería interesante sumar un reconocimiento, que solo puede ser resultado del compromiso y voluntad de todas y todos; donde podamos llegar a convertirnos en “TUPIZA, PRIMER MUNICIPIO 100% VACUNADO DE BOLIVIA”, sin la necesidad de forzados antecedentes o calculados efectos.

viernes, 4 de junio de 2021

TUPIZA, APORÍAS FUNDACIONALES


El debate sobre la fundación de Tupiza, parece haber tomado fuerza otra vez, luego de varios años de letargo y silencio. Sin embargo, es cuestionable la posición de las personas que asumen la historia de manera ligera y poco rigurosa. En este cometido lo que manda la costumbre es uno de los elementos más nocivos que terminan nublando nuestra perspectiva y sentido crítico, encerrándonos en una reproducción automática, como si la misma no necesitaría una reflexión mínima o un basamento argumentativo, aunque sea muy básico. De esta manera, al mejor estilo estudiantil, estimamos qua ante la disyuntiva y la duda sobre un, susodicho, lugar llamado Tupiza y su fundación, para cualquier persona con acceso a internet (lo cual podría tener algún sesgo generacional, respecto de personas adultas mayores), resulta extremadamente simple ingresar en el buscador y responder a esta cuestionante. Como resultado encontraremos, una fuente básica, Wikipedia que nos dice: “La ciudad se encuentra en el territorio ancestral de los Chichas. Se cree que la ciudad habría sido fundada entre fines de 1535 y enero de 1536, como base de aprovisionamiento para la expedición de Diego de Almagro a Chile”. Por tanto contamos con un primer dato generado por los medios más disponibles e inmediatos de nuestros tiempos.

 

Y no nos referimos a un lapso en el que ocurrió algún suceso en territorio tupiceño, sino que otra vez se desata un debate que quedó en la somnolencia por algún tiempo: ¿cuándo se fundó Tupiza? En los albores de 1974 sucedió un debate en torno a la fecha en que este lugar había sido “fundado” por lo españoles, apelando a una categoría muy poco aplicable a la realidad de una sociedad mucho más antigua que la utilización de tal apelativo vinculado a los procesos de sometimiento y colonización por parte de dichos personajes. En esta perspectiva se desencadenó un debate respecto de cuándo fue el momento de desencuentro entre españoles y Chichas originarios localizados en Tupiza, territorio ancestral de una Nación y habitado por mucho tiempo previo a este hecho. Así, se fueron barajando fechas como los finales de octubre de 1535, con la llegada de Diego de Almagro y su avanzada compuesta por Juan de Saavedra incluso antes de esta fecha, algunos meses después de Paria en el actual Departamento de Oruro. En contraposición estuvo junio de 1574 con el paso de Luis de Fuentes y Vargas que se constituyó en autoridad formal de este territorio, Corregidor de los Chichas, para tiempo después seguir hacia Tarija y fundar dicha población, exactamente un mes después (4 de julio de 1574).

 

Con estas consideraciones, entre 1535 y 1574 estamos hablando de una diferencia de 39 años, misma que no es una cifra menor. Bajo esta lógica, en el caso de asumir la “fundación” ocurrida en 1574, dejaríamos de lado el apelativo de ser la primer ciudad de, la actual, Bolivia fundada por españoles, con las connotaciones respectivas, ya sean positivas o negativas. Por otra parte, debemos considerar que, ni para 1535 ni 1574, no existe ninguna documentación específica que corrobore una supuesta fundación de este poblado preexistente a la llegada de los colonos. En este cometido, diferentes investigaciones han pretendido esclarecer de la mejor manera esta incertidumbre, otro motivo más que llevó a que se desencadene el debate en torno a la verdadera “fundación” española de Tupiza, que para el presente año nos llevaría a cumplir 447 o 486 años. Así, en las redes sociales ha surgido similar pregunta que incluso se vio reflejada en publicidad del Gobierno Municipal de Tupiza, y otras instituciones, donde se cita los 447 aniversario (CDXLVII como se suele presentar), con los bemoles antes referidos que resultarían en una imprecisión del dato. No obstante, siguiendo un sentido lógico, tendríamos nuevas contradicciones al tratar de concatenar el “4 de junio” con 1535 ya que lo correcto sería, a fin de cuentas, conmemorar esta “fundación”, aproximadamente, el 30 de octubre de cada año (en concordancia con la fecha completa de 30 de octubre de 1535).

 

Con lo descrito, vamos en un contrasentido entre la historia fáctica y la costumbre, asumida desde hace apenas 53 años (1968), donde se conformó el Comité Pro IV Centenario y se comenzó con esta argumentación a partir de cálculos azarosos y aventurados. Así, basados en revisión hemerográfica, previo a ese año (1974) no existe constancia de celebración alguna en un 4 de junio, sino la que comenzó en dicha gestión con la visita del Presidente de facto Hugo Banzer Suarez (1971-1978). Así, hemos ido dando un paseo por datos históricos, todavía no comprobados, que nos permiten seguir entre la polémica y la especulación respecto de la “fundación” de Tupiza. Entendemos que existe una diferencia de 39 años entre un 1535 y 1574, lo cual repercute en antigüedad del poblado español además de cierto denominativo. Asimismo, en un sentido crítico de nuestra historia y siendo rigurosos con el análisis, debemos entender que la aceptación de alguna fecha de fundación española significa, también, aceptar el sometimiento del aguerrido pueblo chicheño, reduciendo una historia milenaria a solo unos cuantos cientos de años.

 

Tupiza, como parte fundamental de los Chichas, deviene de mucho tiempo atrás como un poblado organizado y estructurado sin ninguna necesidad de esperar la venia de opresores que nos otorguen la cualidad de existir. El desencuentro ocurrido, ya sea en 1535 o 1574, no es nada más que una ruptura en la línea de desarrollo propio como sociedad, constituyéndose un periodo de oscurantismo para la Nación Chichas. En este sentido, Alfredo Domínguez nos ha dejado, entre líneas, uno de los mejores datos para develar este debate diciendo “Los genios de la tierra / Lo han modelau / Con cerros colorados / A cada costau […] Y el silvo del Wichico / Ha colaborau / Pa’ llamarle Tupiza/Pueblito encantau”. Así, se apela a fuerzas superiores que fueron las creadoras/fundadoras de Tupiza; sentido similar que manifiesta Mario García en el libro “Tupiza… Leyenda y Poesía” (2001). Es igual de contundente el criterio de Iván Barrientos en el libro “Crónicas de Tupiza” (2012) donde expresa: “Tupiza, [y] su importancia va más allá de la Independencia o del Coloniaje. ‘Tupiza existe desde tiempo inmemorial. La fundación del 4 de junio es un mito”.

 

En este sentido, se tienen una serie de autores “clásicos” de la historia y acontecer que nos dan luces sobre el devenir de la región chicheña que han venido trabajando y escribiendo sobre esta controversial fecha. Entre estos podemos mencionar a: José de Mesa, Teresa Gisbert, Carlos Mesa “Historia de Bolivia”; Edgar Ávila “Historia de Tarija I”; Rosa Espada “Nueva Geografía de Bolivia”; Alfonso Crespo “Los Aramayo de Chichas”; Edgar Murillo “Tupiza Nacimiento, Conquista y Fundación”. Estas/os autoras/es han aportado valiosamente, entre otros más, en este debate. Sin embargo en el último tiempo ha surgido una nueva corriente, vinculada al proceso de Reconstitución de la Nación Chichas, que cuestiona seriamente la fecha de fundación incluso llegando a considerar la anulación total del 4 de junio de 1574 como fecha de fundación de Tupiza, apelando también a criterios estructurales como la descolonización. Así encontramos a Mario García, Freddy Tarcaya, Hebert Peredo, Humberto Vacaflor, Rodolfo Soza, Leonardo Vargas, entre otros. Este planteamiento también interpela a la mirada señorial de la historia de Tupiza, la cual ha relegado e ignorado el aporte de los pueblos y comunidades de la región llegando a exacerbar sentimientos fuertemente etnocentristas y cargados de discriminación hacia los otros pueblos chicheños como ser Villazón, Cotagaita, Atocha, y Vitichi.

 

En último caso, superando el sentido lírico o literario que se podría estar considerando en este momento, apelamos finalmente a fuentes formales u oficiales; a decir de la Carta Orgánica del Municipio de Tupiza, aprobada en grande y en detalle, donde a raíz de esta polémica innecesaria, se ha determinado anular la fundación de Tupiza y se reconoce el mes cívico aniversario a todo noviembre donde destacan el 7 de noviembre, la Batalla de Suipacha y primera victoria de los patriotas en el Alto Perú dentro de la Guerra de los 15 Años; además del 17 de noviembre como la fecha de Refundación de la Nación Chichas. Después de algún tiempo se reabre esta cuestión, que fluctúa entre los 47 o los 86, lo que amerita trabajos investigativos, aún más rigurosos, donde nuestras instituciones sean punta de lanza para dejar de asumir fechas e imprecisiones que solo generan contradicciones en nuestra historia regional incluyendo las mismas como datos oficiales. Por otra parte, es muy posible que, enmarcados y acostumbrados a la coyuntura, dentro de 17 años (es decir 2035), tengamos mucha gente afiliada y defensora de 1535 como la verdadera fundación de Tupiza, aprestándonos al V Centenario de existencia como principal motivación exacerbada. Con todo esto, parece que hemos hecho una apología de una “fundación” al dedicar, nuevamente, varios párrafos tratando de explicar algunas falacias de nuestra historia; en resumen, una aporía.

martes, 18 de mayo de 2021

MUSEO TEMÁTICO DE LA NACIÓN CHICHAS

Museo privado en Tupiza

Tupiza, como parte neurálgica de los Chichas, ha sido merecedora de varios reconocimientos y nombramientos que la diferencian de otros lugares del país. Con ello cuenta con un potencial turístico que se pretende seguir impulsando a partir de iniciativas privadas que permeen al resto de la población en cuanto a ingresos y beneficios económicos para mejorar de manera colectiva. Así, el tipo de turismo con el que se cuenta es el ecoturismo con paseos al aire libre para disfrutar de los paisajes naturales, amanera, también de turismo de aventura, destacando la caballería con que se cuenta en esta parte con espacios como el Eco Parque Encantado que va cobrando vigencia, luego de una lucha por validar este proyecto dentro del municipio para concretar este espacio como un área protegida que alberga flora y fauna muy particular e incluso única en su especie. De esta forma se viene aprovechando de los recursos de la naturaleza en cuanto a los parajes naturales existentes en la región.

 

No obstante, este tipo de turismo debe competir con espacios vecinos, como los de Uyuni, que han logrado posicionarse como uno de los sitios más importantes para la ventana turística nacional de trascendencia internacional. Frente a ello, dentro de la problemática, existe otra situación que reduce aun más el atractivo turístico en referencia al poco criterio de conservación, mantenimiento y desinterés de autoridades y privados por precautelar por mejores condiciones en los lugares catalogados como turísticos de la región. En este acápite cobran mayor relevancia los sitios arqueológicos que además de estar desatendidos año tras año permanecen bajo el riesgo de destrucción natural o fortuita. Así, al realizar la visita a estos espacios nos encontramos con escenas lamentables que fluctúan entre la decadencia y el descuido comenzando de su limpieza mínima. De esta manera, la industria sin chimeneas parece ser solo un pretexto de ganancia sin responsabilidades de contraparte de ninguno de los actores involucrados en el área. Incluso, podemos hablar sobre la situación de construcciones patrimoniales que van en decadencia junto al paso del tiempo, contándose con los otrora condados, marquesados y haciendas coloniales y republicanas que se van deteriorando día que pasa, si es que todavía siguen en pie; lo que denota la pérdida de una parte de nuestra memoria histórica de esta región sureña del país.

 

Como son conocidos, los elementos históricos y etnográficos de la región también son un gran aspecto por revalidar y canalizar hacia un proyecto que pueda ser otro foco de atención para propios y extraños. En este sentido, nos encontramos frente a diferentes y variadas etapas históricas de los Chichas que han destacado por si mismas en la línea del tiempo. Así podemos mencionar a los Chichas precolombinos (con restos arqueológicos variados), asimismo están las sociedades coloniales y republicanas con condes y marqueses, después se cuenta con la época independentista (Batallas de Cotagaita, Suipacha y Tumusla principalmente), también se tienen las campañas de la caballería chicheña en la Guerra del Pacífico y del Chaco, principalmente. En otra línea tenemos, a personajes de trascendencia nacional como Felipe Rivera, Alfredo Domínguez y Víctor Agustín Ugarte que demarcan otro aspecto relevante para la región. De igual manera se cuenta con lo que se entiende como producción diversa (a manera de mediateca) donde se encuentre material bibliográfico, hemerográfico, de sonido y audiovisual entre otros. Asimismo, nos encontramos con un espacio etnográfico contemporáneo donde se encuentra lugar para lo costumbrista y otras facetas culturales de la región entre los siglos XX y XXI donde destacan las tradiciones de la región. Con todos estos factores sería pertinente conformar el “Museo Temático de la Nación Chichas” con estos y más ambientes donde se condensen los hechos más representativos de los Chichas a partir de una recolección de los materiales, hasta ahora, dispersos en propiedad de pobladores en su generalidad sin ningún beneficio para la comunidad. Claramente, con la concreción del museo se puede asegurar la vigencia y funcionamiento responsable del mismo, así como la catalogación y resguardo de los materiales con los que se vaya a contar.

lunes, 26 de abril de 2021

TRINCHERAS LIBRESCAS


Durante la historia de la humanidad, relativa y minúscula ante el inimaginable universo, ocurrieron varios momentos donde las motivaciones más inexplicables llevaron a que grupos extremistas, fanáticos y fundamentalistas, entre otros, practiquen un hecho totalmente reprochable como ser la quema de libros. Así podríamos considerar causas políticas y religiosas, entre las principales, que primero incendiaron las mentes de las personas y luego hicieron lo mismo con los textos que no comulgaban con sus preceptos. En casos peores, también sabemos que, incluso, las propias personas también fueron quemadas, luego de haber sido consideradas como bestias o salvajes, en otros tiempos, con sentimientos que perviven hasta la actualidad donde igualmente solo alcanzan a destruir símbolos y emblemas en reacciones maniqueas que podrían ser explicadas por la contradicción entre civilización y barbarie, donde con una reflexión mínima nos permite concluir quién es quién en este entramado.

 

Luego de haber sobrevivido al oscurantismo, y no solo el religioso o científico, las sociedades humanas continuamos amparadas por los refugios del alma como son los libros, los que no pudieron ser callados por sectores reaccionarios y los que continúan reivindicando la amplias y complejas realidades actuales con raíces ancestrales. En ese marco, parecería que, en el mundo, cada vez hay más libros y menos lectoras y lectores, lo que hace que nos preguntemos ¿es prudente seguir escribiendo?, planteando otro de los temores de simples escritores y afectando también hasta a grafómanos. Pero esos son los dilemas existenciales del oficio de escribir ante un escenario algo hostil que, de cuando en cuando, otorga algunas satisfacciones.

 

Este año, enmarcados en un panorama pandémico y cuasi pos-apocalíptico, los libros resurgen como una especie de salvavidas que nos permiten, nuevamente, viajar imaginariamente por mundos lejanos y por los, supuestamente, inexistentes, rompiendo así con las limitaciones espaciales que se ahondaron aún más con el confinamiento, solo visto en libros de mundos distópicos y bizarros. Pero contra todo intento de limitación y control por parte del sistema y sus agentes, los libros han irrumpido con una serie de eventos, a manera de fisuras que muestren luces en medio de la oscuridad pandémica. Los espacios públicos fueron re-tomados para permitir un lugar a la imaginación de todo público ya sea en ciudades capitales e intermedias, tendiendo puentes con la libertad que nos permite la lectura y la imaginación. Que los libros se sigan constituyendo en estos factores de liberación respecto de lo intentos de adormecimiento del sistema y su eventual oscurantismo, donde en medio de este panorama ingresa también el factor tecnológico que juega una parte importante en el adormecimiento de la conciencia crítica introduciéndonos en un ensimismamiento, del que todavía no hemos visto las consecuencias reales. Con todo ello, el mundo libresco sigue con varias luchas de resistencia, en tiempos más o menos hostiles, con la amenaza permanente de tener que lidiar con el oscurantismo fundamentalista cada cierto tiempo y el legado de Alejandría en nuestra trinchera.

lunes, 19 de abril de 2021

¿FIN DEL CICLO ELECTORAL?

 

Foto: semana.com

El año 2019, eran otros tiempos, ingresábamos al tenso año electoral que en octubre definiría quién sería el nuevo Presidente del Estado Plurinacional (remarcado en masculino por el claro sesgo de una mayoría de candidatos hombres). En esa coyuntura el gobierno de entonces cargaba con 13 años de gestión con luces y sombras, aunque más de las primeras, a lo que se fue sumando una arremetida desde diferentes flancos que iban construyendo una narrativa, entre muchas otras, de un supuesto “fraude” que se venía armando con pinzas e influencias que iban más allá de nuestras fronteras. En este marco el slogan del 21-F también tuvo un sitial preferido en los bandos de oposición que no lograron articular un proyecto político y mucho menos uno de país en todo ese tiempo luego de haber sido, casi anulados, con la crisis del neoliberalismo de los años ‘90-2000. Así, se llevó adelante, en un marco democrático, las elecciones del 20 de octubre para comenzar con uno de los momentos más críticos del proceso de cambio y del periodo democrático que fue truncado a los 37 años.

 

Con todo ello, y luego de la violenta irrupción y toma del poder de algunos sectores sociales y políticos, el año 2020 otra vez, después de un oscuro tiempo, se llevaron adelante las elecciones nacionales desmontando el planteamiento de insurrección y mucho menos revolución vinculado al apronte reaccionario de octubre y noviembre de 2019. Fue entonces donde el Movimiento Al Socialismo nuevamente logra una victoria aplastante que supera el 55%, poniendo en evidencia todo el aparataje que se armó desde los medios de difusión y algunos “analistas” que incluso dijeron que el MAS no retomaría el poder, por lo menos en 20 años. En este nuevo tiempo, comienza un mandato legítimo, mayoritario y popular, elegido democráticamente el 18 de octubre, misma fecha propuesta como el Día de la Recuperación de la Democracia. El triunfo demarca una serie de retos para el nuevo gobierno que deberá comenzar por sanear y esclarecer los luctuosos hechos que incluyeron heridos, desparecidos y muertos, además de las tomas violentas, organizaciones irregulares y demás vulneraciones de los Derechos Humanos, sobre todo de los sectores populares e indígenas.

 

Como un colofón, el 2021 se realizaron las elecciones para gobiernos departamentales y municipales, donde la denominada ola azul ratificada por más del 55% de las nacionales, ingresaba en una nueva etapa donde los liderazgos regionales y locales, además de otro tipo de elementos a considerar, mostraron nuevos resultados. En este marco, en los municipios hubo una gran mayoría de victorias azules en todo el territorio, lo que no sucedió con lo departamental, al menos no con el Ejecutivo (segunda vuelta mediante). Una vez superados todos estos hitos político electorales, que vienen desde el 2019 e incluso se arrastran desde 2016, Bolivia tiene el tablero claro y tendrá hacia adelante, aproximadamente, 5 años para evaluar lo sucedido con la urgente demanda de justicia que no debe quedar impune. En este contexto, obviamente el MAS es el principal llamado a la evaluación crítica que deberá considerar la proyección del proyecto político y las estrategias de renovación generacional con formación de cuadros que permitan evitar sucesos como los ocurridos cuando devolvieron la biblia al palacio.

 

En medio de todo este entramado, nuestras sociedades altamente politizadas, seguramente no quedarán impolutas a las dinámicas de ida y vuelta política, mientras esperamos un nuevo tiempo electoral. De por medio se encuentran intereses sectoriales que suelen mimetizarse en instancias formales como las universidades, las iglesias o instancias muy cuestionables como los comités cívicos que intervienen como agentes externos en el devenir de la política. Desde el otro lado resulta muy necesario que la Bolivia Plurinacional-popular comience a trabajar la profundización del sentido crítico y la memoria histórica, para asumir decisiones cada vez más argumentas y menos reaccionarias para responder a las demandas históricas y la reivindicación de nuestros pueblos.

lunes, 29 de marzo de 2021

COTAGAITA CÍCLICA EN LA INDEPENDENCIA


En la oportunidad de retornar al pago chicheño, luego de Vitichi y otras comunidades, nos encontramos con Santiago de Cotagaita, que le debe el nombre a un proceso colonial marcado por el catolicismo de aquellos tiempos, sin embargo, desde un lenguaje más ameno y coloquial le decimos Cotagaita. Así, llegamos a uno de los municipios que encierra dentro de sí una parte fundamental de la identidad constitutiva de la Nación Chichas, que ha logrado mantener vigente dentro de sus características culturales e históricas. Así, este lugar nos recuerda siempre al espacio donde se desarrolla la historia de “La Chaskañawi”, enmarcada dentro del género literario costumbrista que en muchos de los casos conocemos estando en el colegio y de autoría de Carlos Medinaceli Quintana. El mencionado autor, también nos permite establecer nexos entre letras e historia, conectando temporal y genealógicamente con su tatarabuelo, el Comandante Carlos Medinaceli Lizarazu. Así, Cotagaita nos invita a caminar en búsqueda de seguir la huella de estos y otros personajes, disfrutando de una variedad de bebidas y comidas típicas, como el singani y el palqui, para mencionar solo dos; ilustrando y deleitando los derroteros que siguieron nuestros ancestros de la Nación Chichas.

Cotagaita, que cumplió 451 años este 25 de marzo, también es la Capital Frutícola del Departamento de Potosí por la gran variedad de productos frutícolas con los cuales provee a municipios de la región. Sin embargo, cuando retomamos una revisita histórica de la importancia de este lugar, nos remontamos hasta el 27 de octubre de 1810, donde dentro del proceso independentista del Alto Perú, este fue el escenario de la primera batalla contra el ejército realista, considerada dentro de una estrategia de guerra de guerrillas. Este hecho permitió que las fuerzas patriotas, días después, puedan reorganizarse en otra localidad chicheña, Suipacha, para así lograr concretar el, denominado, Bautizo de Fuego de la Guerra de la Independencia que se extendería hasta 1825.

Justamente, luego de haberse librado 15 años de combate, nuevamente es Cotagaita el lugar donde se produce la batalla final para sellar la independencia del Alto Perú, mediante la Batalla de Tumusla con la participación del Comandante Carlos Medinaceli Lizarazu al mando de 1.326 hombres derrotó a las tropas de Pedro Antonio de Olañeta junto a 1732 hombres. Fue dentro de esta batalla donde incluso Olañeta perdió la vida, estableciendo simbólicamente como la muerte del último representante de la corona en nuestro territorio. Fue este suceso el que motiva a los pueblos chicheños la exigencia de un reconocimiento necesario de lo ocurrido en Tumusla el 1° de abril de 1825 como la victoria que liberta definitivamente a los pueblos altoperuanos y es Carlos Medinaceli uno de los padres de la patria. No obstante, todavía queda pendiente esta demanda de nuestros pueblos que solo perviven en la memoria de su gente y en algunos libros de historia.

Apenas hace algún tiempo, la Batalla de Tumusla ha sido declarada como Patrimonio Cultural e Histórico del Estado Plurinacional de Bolivia mediante Ley 606 del 24 de noviembre de 2014. Asimismo, el pasado 24 de marzo del año en curso, El pleno de la Cámara de Senadores sancionó el proyecto de ley que declara héroe nacional al coronel Carlos Medinaceli Lazarazu, militar patriota que luchó por la independencia de Bolivia, vencedor de la Batalla de Tumusla, el 1° de abril de 1825, última Batalla del Alto Perú, hoy Estado Plurinacional de Bolivia. De esta manera, Cotagaita demarca un devenir de lucha libertaria en el sur de la actual Bolivia, donde se inició y concluyó un ciclo heroico por la libertad de los pueblos.

lunes, 15 de marzo de 2021

PERFILES MUNICIPALES EN LOS CHICHAS


Con los ánimos más calmados, luego de toda una gesta propagandística y electorera en Bolivia con los aprestos a las elecciones para los gobiernos departamentales y municipales, junto a uno regional, principalmente, se mostró un panorama de muchos colores, desmontando la idea maniquea y polarizadora que suele surgir en determinados tiempos. En este marco, nuestro país se va pintando con toda esa paleta multicolor abriendo un sugerente panorama pluralista desde los extremos radicales y los gobiernos más concertadores, al menos en lo que amerita la ilustre diplomacia política y la capacidad de negociación en base a los intereses por establecer canales de encuentro. Asimismo, cual si fuera un tablero de ajedrez, vamos conociendo con certidumbre qué fuerzas políticas asumirán las funciones y otros asumirán, también, los imaginarios de constituirse en reyes chiquitos al estilo de señores feudales, ya sea con una circunscripción departamental, municipal o regional. Como un paraguas departamental, el Movimiento Al Socialismo (MAS) vuelve a tener el apoyo en los diferentes municipios potosinos, logrando cumplir las condiciones para evitar la peligrosa e incierta segunda vuelta, lo que debería suponer un buen canal de coordinación y canalización en la gestión pública y la concreción de proyectos de interés en sus 40 municipios.

 

Bajo este marco, en la región sureña de los Chichas, los cinco municipios correspondientes han elegido mediante procedimientos democráticos entre varias tiendas políticas de las cuales emergen aspectos a considerar. Para los municipios de Villazón, Tupiza, Atocha y Cotagaita se tuvo la victoria del MAS. Villazón con este resultado concreta un cambio de administración y el partido oficialista se hace cargo del gobierno municipal, por su parte Tupiza da un nuevo voto de confianza para la continuidad con la administración anterior, por lo menos respecto a la organización política a cargo, pese a las críticas que se había realizado a la gestión saliente. En el mismo sentido, los municipios de Atocha y Cotagaita se pintan de azul, estableciendo una hegemonía casi completa de esta parte sureña del departamento de Potosí. Con este panorama, queda hacia adelante la consideración respecto de la capacidad que se tenga entre el Ejecutivo y Legislativo para lograr canalizar acuerdos y lograr la gobernabilidad necesaria como primer requisito hacia una gestión efectiva con resultados concretos en el quinquenio que recién empieza.

 

No obstante, resalta en este panorama el resultado del Municipio de Vitichi donde se ha logrado la victoria del Consejo Originario de la Nación Chichas-Wisijsa (CONACH-W), que genera un viraje en la tendencia departamental con la presencia de una organización política en representación de una Nación Indígena Originaria, más allá de que todavía no se trata de una autonomía indígena. Sin embargo, es posible que esta administración municipal represente la fisura para que se pueda impulsar aun mas, desde este espacio, el proceso de reconstitución de la Nación Chichas por la característica orgánica con que cuenta el alcalde electo. Sin duda, el panorama es más complejo dentro de lo que respecta a los vericuetos de las instancias municipales, pero no deja de despuntar este aspecto que continúa con el proceso de “formalización” y legitimación de la reconstitución, esta vez ubicada dentro de uno de los cinco municipios del actual territorio chicheño.