lunes, 27 de agosto de 2018

EL MUNDO ES UN PAÑUELO



Por lo general, las publicaciones denominadas memes resultan ser muy inmediatas y dejan el resto para los conocimientos previos de las personas que interactúan con los mismos, hecho que repercute en la interpretación y recepción que se tenga al respecto. No obstante, en las redes sociales se presentó un caso singular con la leyenda “el mundo es un pañuelo”, el cual nos remite hasta la dimensión que puede tener nuestra existencia y nos condena a la relatividad fluctuante, solo matizada por el libre albedrío. Además fue sugerente, y hasta provocativa, la connotación de esta publicación que llevaba por detrás el debate sobre el aborto que se estaba realizando en la Argentina y donde se presentaba el símbolo de la pañoleta verde exigiendo la despenalización del aborto, legislación que ya había sido aprobada en diputados y ahora se encontraba en la instancia senatorial.

En este sentido, la situación política del país vecino, Argentina, motivó una movilización colectiva en varios países de la región donde destacaron los colectivos de mujeres que respaldaron este proyecto de ley, el cual se convertiría en un importante antecedente para continuar en este sentido a nivel sudamericano. También se identificó la participación, minoritaria, de algunos hombres, considerados desde el feminismo como aliados pero bajo una misma bandera. Entonces, el polémico tema del aborto permea en diferentes ámbitos para ponerse en agenda de discusión, con una gran movilización de población enmarcada en una causa. Sin duda, dentro de este debate los hombres tenemos la palabra limitada ya que nos reducimos a simples aliados, en el mejor de los casos, para las compañeras en la lucha y la decisión sobre sus cuerpos. Caso contrario, deberíamos guardar un respetuoso y ubicado silencio para no caer en el permanente discurso de la doble moral que ha sido embanderado por el discurso “pro vida”, el cual lleva por detrás una serie de prejuicios y sesgos religiosos con una gran carga de ignorancia.

Contradictoriamente, lo ocurrido en el Senado argentino se llevó adelante un debate muy parejo, en cuanto a número, pero con una gran brecha respecto de la capacidad argumentativa, donde se notaban niveles, casi verborréicos desde el lado de las pañoletas celestes “pro vida”. Sin embargo, lo ocurrido en este espacio no se reduce al debate formal-estructural, sino que involucra a la cotidianeidad, principalmente en la vida de las mujeres donde los hombres tenemos muy poco, o tal vez nada, de opinión partiendo de la premisa de “mi cuerpo, mi decisión”. En este sentido, nos encontramos en un complejo marco que se ha desenvuelto a partir de esta demanda de la despenalización del aborto en cualquier caso, que busca garantizar el acceso y derecho a la salud y la vida, principalmente, de mujeres pobres.

Paradójicamente han sido muchos hombres quienes se han manifestado al respecto, cuestionando fervientemente esta posición asumida, lo cual se ha reflejado en las intervenciones de los representantes del senado argentino con criterios muy fuera de lugar así como en las redes sociales. De esta forma, se aplica un término cabal, el mansplaining (hombres explicando) como si nuestras compañeras necesitaran de algún iluminado para tomar decisiones, incluso sobre sus cuerpos, y explicando sobre la mejor forma de ser mujeres. Con todo ello, se visibiliza que el machismo y patriarcado están plenamente vigentes y que negarlo sería como cerrar los ojos siendo cómplices de la desigualdad, la violencia contra las mujeres y otras injusticias sociales atrincheradas en los roles de género y los patrones culturales que mantienen este orden establecido. Con lo mencionado, retomamos el dicho de que “el mundo es un pañuelo” donde las personas somos transeúntes de la vida y solemos atrincherarnos en posiciones que juzgan al resto de personas y, como siempre, son las mujeres quienes resultan más afectadas de forma permanente sin importar el motivo, bajo la lógica androcéntrica arcaica y totalmente fuera de lugar en pleno siglo XXI.

lunes, 20 de agosto de 2018

UN DECENIO EN EL OFICIO DE ESCRIBIR


Fotografía que acompañó mi primera publicación el 11 de agosto de 2008 bajo el título “Por el reconocimiento y consolidación de la Gran Región de los Chichas”.


Agosto de 2008, eran otros tiempos. La coyuntura y devenir de la socio-historia hizo que el país se encuentre en un momento complejo, con política de alta intensidad, enmarcado en el, denominado, proceso de cambio con apenas 3 años de vigencia en la primera gestión de gobierno de turno. Dentro de ese marco, se había observado un vacío de participación de los Chichas como pueblo precolombino y con todo el aporte que dio a la construcción del país. En ese sentido, con un grupo de paisanos (eramos solo hombres) se pudo concretar la participación en la “Gran Marcha Nacional de los Pueblos Indígenas Originarios Campesinos” sentando un precedente de la vigencia de los Chichas en esa coyuntura, entendida incluso como un momento constitutivo, de la cual no podíamos quedar exentos. Más o menos, esa fue la sucesión de hechos ocurridos en ese tiempo que paralelos a la formación académica en la que estaba inmerso, el pregrado en Sociología, junto a procesos propios vinculados a la lectura y, la necesidad urgente de la, escritura lograron tomar la decisión de elaborar un primer artículo de “opinión” para ser lanzado para la consideración de ser publicado en un periódico regional de los Chichas. Ese fue el primer paso de enfrentar a la hoja en blanco, dejando siempre los puntos suspensivos que ahora celebro y homenajeo, cómo no, escribiendo.

Luego de realizar esta publicación, sucedió una “saga” mayor al pretender publicar artículos mensuales, luego bi-semanales hasta ser columnista permanente, semanal, en ese medio; ingresando al oficio de escribir. Entonces, la coyuntura demandaba emitir “humildes” criterios desde la lógica de una columna de opinión a partir del acervo de un estudiante universitario, inmigrante, con imaginarios socialistas, con ideas todavía embrionarias pero compromometidas con su región de origen “los Chichas”, algo bohemio y así por el estilo. Con toda esa carga subjetiva, y temas de motivación, surgieron artículos y columnas semanales enmarcadas en todas esas temáticas, producción que hasta la actualidad llega a poco más de 400 escritos publicados de los cuales más de la mitad corresponden a la temática de los Chichas. Asimismo, gran parte de estos textos se encuentran plasmados en un blog personal “Apostillas” en la dirección http://yanezapostillas.blogspot.com que funge de repositorio virtual de estas ideas, y algunas creencias.

Han pasado diez años desde ese momento, casi una vida, como un reto permanente de escribir lo cual demanda, siempre, algún pre-texto que con el paso de los años se fue direccionando a prestar mayor fuerza a la temática de los Chichas, que en su proceso interno fue moviendose desde su entender como Región hacia un complejo y serio proyecto de Reconstitución como una Nación, proyección todavia en desarrollo. En este lapso también ocurrieron otros eventos como la obtención del título profesional en pregrado y la recta final como candidato hacia la Maestría y en este último tiempo la decisión de visibilizar mi “otredad” en la transfiguración de José a Augusto, todo ello en medio de nacimientos y muertes. Desde la apacible vida en el valle cochabambino ahora estoy fluctuante en las tierras del Jach’a Tata Illimani, como un caminante de la vida o capaz un inmigrante eterno y hasta un apátrida simbólico y honorífico.

Un decenio después, que sea solo el primero, queda toda esta producción (ojalá que no solo como archivo) y consecuentemente se fueron abriendo otros espacios sugerentes como ser la publicación de artículos en libros donde destaco al Centro de Estudios Superiores Universitarios, de la Universidad Mayor de San Simón, donde se publica parte de mi tesis de licenciatura. También formé parte de revistas especializadas como colaborador y por último están un importante número de publicaciones en medios nacionales como ser La Esquina, Animal Político, Tendencias, La Época y otros medios regionales de Potosí y Tarija. Con lo antecedido, debo reconocer diferentes momentos inmerso en altibajos junto a las pinceladas de la vida de los seres comunes y simples mortales; por otra parte la escritura me permitió conocer muchas personas de gran valía así como algunos reconocimientos “oficiales” y otros más espontaneos (meritorios de por si). La escritura se constituye en un nexo, ineluible, con la academia, con el arraigo necesario de una identidad y, hasta, con la política ingrata a veces (mucho peor en determinadas coyunturas). Dos lustros han pasado y los retos continuan hacia adelante, los cuales están bien identificados y delineados, que dios mediante esperemos aporten de alguna manera a la relatividad de nuestra existencia dejando algun legado mínimo a la construcción de nuestras sociedades (incluyentes, equitativas, justas y libres de violencia), nuestras culturas e identidades, desde el espacio que ocupamos, en el intento de existir.

lunes, 6 de agosto de 2018

REFLEXIONAR BOLIVIA



6 de agosto de 1825, son 48 representantes ante la Asamblea de las Provincias del Alto Perú quienes firman el Acta de Independencia de la novel República de Bolívar, luego de concluirse la Guerra de los 15 años dentro del proceso independentista que empezó con los Gritos libertarios en Chuquisaca y La Paz en 1809; y, más aún, en Suipacha con el “Bautizo de fuego” de 1810. Así nacería la República de Bolívar, en homenaje a su libertador y en detrimento de otras tantas y tantos que lucharon en este mismo objetivo. De esta manera se fundaba un nuevo país, heredero de la colonia y germen del colonialismo interno con gran parte de la población excluida (indios y mujeres principalmente) del nuevo y embrionario Estado. En este marco, la gesta libertaria había sido consolidada por gran parte de los nuevos héroes que en su momento fueron realistas y ahora, con un simple cambio de camiseta, se convertían en iconos patriotas (situación que reproducimos hasta la actualidad con nuestro anquilosamiento patriotero y chauvinista de estas fechas).

Pero las fundaciones no suelen ser simples momentos o hechos inmediatos, sino que responden a procesos más complejos que requerimos considerar, o por lo menos conocer, para no pecar de los vicios de la coyuntura del fervor cívico, con un gran sesgo de ignorancia. En este sentido, nos remontamos hasta 1781, con los levantamientos indígenas que demarcaron un derrotero y “amenaza” para las elites criollo-mestizas en el planteamiento de un proyecto de país de indios y el retorno al Tahuantinsuyu. En 1789, ocurre la Revolución Francesa donde se estatuye un Estado democrático, socavando las bases de la monarquía, lo cual llega hasta nuestras tierras en forma de ideas, cobrando fuerza en espacios como la Universidad San Francisco Xavier de Chuquisaca donde los “hombres ilustrados” se apropian de estas ideas planteando el proyecto, alterno, de un país criollo-mestizo (blancoide). Así se genera la bifurcación y debate de las dos bolivias, presente hasta nuestros días sobre todo desde el pensamiento indianista. En esta línea cronológica, se tuvo que esperar más de un siglo después, superando varios momentos de profunda inestabilidad, para llegar hasta la Revolución Popular de 1952 con varios avances importantes como el voto universal, la nacionalización, reforma agraria; más allá de las sombras consecuentes en la forma de su aplicación.

Ya en el siglo XXI, Bolivia se acerca a su bicentenario y parece que los avances son muy lentos, todavía, porque nuestro país sigue arrastrando taras centenarias que se han visibilizado en los últimos años como producto de la carga histórica que tuvo un punto de quiebre el 2003 con la caída del sistema político, económico e incluso el social. En este marco, nuestro país y su población se ha introducido en una vorágine altamente politizada donde vivimos en tiempos inmediatistas que han olvidado la memoria histórica y mucho más el devenir de hechos como los antes mencionados, lo que no permite tener una visión compleja de la realidad boliviana que explique, coherentemente, los tiempos en los que vivimos. Ante esta situación, debemos agregar las condiciones tecnológicas que han devaluado aún más el debate y el argumento para cualquier temática y nos reduce a ser una sociedad del meme donde sujetamos nuestros criterios a un simple slogan inmediatista. Asimismo, nos vamos adormeciendo en demostraciones de civismo, como desfiles por ejemplo, que deberían ser reconsiderados en la realidad actual y su pertinencia como una forma de celebrar la independencia. Todavía se requiere muchas cosas para seguir avanzando como país, donde se priorice la educación, el conocimiento, la integración, la complementariedad y otras, pero siempre yendo más allá del concepto y más bien estructurando esas complejidades que cruzan a nuestra actualidad, como la cultura, la religión, las desigualdades, la exclusión y discriminación, la violencia, los regionalismos y más, que pueden tener diferentes rostros los cuales afectan al tejido social y a nuestros sentimientos de comunidad y hermandad, no solo dentro de la bolivianidad sino más bien, como seres humanos, como humanidad.