lunes, 30 de mayo de 2016

GÉNERO, ROLES Y MATERNIDAD (II)

La visión sobre el ser hombre o ser mujer ha establecido una jerarquización se sexos y géneros de los cuales el ser hombre es considerado como superior ante lo cual el opuesto viene con toda una carga peyorativa y despectiva como si el ser mujer o lo femenino fuera menos o motivo de vergüenza. A partir de esta lógica se establecen relaciones de dominación y violencia hacia las mujeres, principalmente, o a todo lo que se asocia al aspecto “femenino” como una señal de inferioridad. Así, nos enfrentamos a estereotipos machistas ante los cuales para un hombre es señal de debilidad y motivo de burla y humillación el manifestar expresiones de cariño, llanto u otros vinculados a lo que, solo, es cosa de mujeres. Entonces asociamos el ejercicio de violencia en todos los espacios, tanto públicos y privados, para aquel hombre que presente estas conductas “anormales”. Igualmente se generar actitudes de homofobia y acoso escolar enmarcados y justificados en esa lógica de la inferioridad de las cualidades “femeninas” a las cuales un hombre no puede asomarse y mucho menos ejercerlas.

En este amplio marco de realidades y complejidades sociales, se apresta la maternidad que no queda exenta de estas mismas taras mentales. Así, en el día a día todos los factores externos se ocupan de profundizar las lógicas retrogradas hacia las mujeres madres. Como un ejemplo actual y recurrente tenemos que con la aproximación del día de la madre comenzamos a percibir publicidad sexista que relaciona esta fecha con la compra y regalo de insumos domésticos como lo inmediato para relacionar con el ser madre, situación que no ocurre con el padre a quien se lo vincula con la oficina o la productividad. Asimismo, debemos hacer énfasis en las responsabilidades hacia los hijos e hijas entregada, por completo, a la madre o alguna otra mujer próxima en la familia; ante lo cual el hombre es liberado de estas responsabilidades y queda con el rol de proveedor y generador de economía siendo este el único aspecto que puede avergonzarlo, cuando este cumple roles domésticos sin ser generador de economía para la familia. Más allá de las paredes del hogar queda la sociedad en general que, como ya mencionamos, es corresponsables de la generación de desigualdades e inequidades con actitudes muy ajenas y desinteresadas por el bienestar de madres e hijos/hijas. Aquí, se pueden relacionar aspectos laborales con la maternidad donde esta responsabilidad repercute en la imposibilidad de asumir trabajos formales, lo cual obliga a recurrir a la informalidad o subempleos, alejados de lo que conocemos como trabajo digno y el acceso a seguridad social.


Como una respuesta a esta situación emergen propuestas como el feminismo o las masculinidades en el objetivo de reducir estas brechas de desigualdad en las oportunidades o imaginarios respecto de lo que significa ser mujer u hombre en la actualidad. Asimismo, se trata de desmontar y deconstruir las lógicas machistas, en ambos sexos, que han estructurado este tipo de sociedad ajena a la reflexión sobre este tipo de problemáticas y que solo reproducen, de forma frívola, recordatorios como el 27 de mayo siendo una muestra de continuidad en estas relaciones de poder, ampliadas por el mercado que interviene para construir significados a partir de regalos materiales en los cuales se refleje el cariño, aunque sea enajenado. Entonces, la construcción, o deconstrucción, del género debe ser una constante para que podamos incidir en la interpelación de los roles sociales dentro de los cuales la maternidad deberá ser complementada por una paternidad activa, lejos del ejercicio de la violencia como sinónimo de padre y más cerca de un amor maternal con cariño real y sincero hacia niños y niñas que serán los próximos actores enmarcados en esos roles que replanteen la estructura social así como las relaciones entre hombres y mujeres.

lunes, 23 de mayo de 2016

GÉNERO, ROLES Y MATERNIDAD

La igualdad y equidad de género es presentada como un tema de moda en los últimos tiempos, no obstante es posible que esta sea una argucia más que pretenda estigmatizar este planteamiento por una sociedad más horizontal y sin desigualdades sociales a partir del sexo y el género de las personas. Entonces nos encontramos frente a una lucha histórica de, lo que representa, más de la mitad de la población en Bolivia y el mundo, como muestran los datos demográficos para esta constante en el tiempo. No obstante, pese a esta situación poblacional la distribución del poder ha sido diferenciada en favor de los hombres que a partir de varios elementos sociales y políticos en el devenir de la historia han terminado de consolidar un fuerte sistema patriarcal y una lógica machista encargada de estructurar a la sociedad así como crear y asignar determinados roles para hombres y mujeres.

Con estos precedentes debemos abordar el tema de los espacios identificados como lo público y privado donde el primero es asignado a los hombres como una asociación cuasi natural al igual que lo privado o doméstico se relaciona con las mujeres con todas las implicancias del caso que, por lo general, van en detrimento de las mismas involucrando aspectos como la doble y triple jornada laboral, o el trabajo doméstico no remunerado ni reconocido desde la formalidad. Entonces nos enfrentamos a esa anquilosada perspectiva de asumir que solo las mujeres deben cumplir responsabilidades domésticas que incluyen actividades como cocinar, limpiar, lavar y consecuentemente el cuidado de los hijos e hijas. En contraposición los hombres quedan exentos de estas labores a partir de su condición de hombres y de los roles socialmente, mal, construidos, por lo que nos encontramos en una sociedad donde ver a un hombre cumpliendo estos roles “femeninos” es denigrante y no cuadra con el prototipo o patrón del jefe de hogar. De esta forma, la naturalización de estos roles y espacios en la sociedad han quedado tan internalizados que los cuestionamientos o interpelaciones que se hagan al respecto son invalidados por todo un aparato ideológico y subjetivo sustentado en una arcaica división sexual de la sociedad.

En una mirada más amplia, ingresamos a considerar a la división sexual del trabajo donde las estadísticas y datos sobre temas laborales muestran una población femenina en desventaja dentro del mercado laboral dentro del cual los avances logrados han sido resultado de la propia lucha de las mujeres por mucho tiempo para que ahora estemos hablando de conceptos como la paridad y equidad. Sin embargo, más allá de los datos formales del trabajo, hay que profundizar la lectura identificando por ejemplo la informalidad con rostro de mujer y, cómo no, la pobreza con rostro de mujer identificados a partir de estudios especializados pero que también se presentan ante nuestros ojos en la cotidianidad, simplemente con el hecho de visitar una feria, alguna comunidad alejada de las grandes urbes, así como las periferias de las grandes metrópolis segregadas. Entonces, la división sexual del trabajo es otra realidad permanente que pasa desde espacios formales llegando hasta la marginalidad a lo que se suma la doble y triple jornada sin que esto repercuta a nivel social por considerarse un problema privado, como un descargo colectivo para desestimar esta situación.


En este cometido, nos encontramos inmersos dentro de una sociedad adormecida y enajenada por una serie de elementos encargados de construir la estructura patriarcal donde el género se sigue construyendo a partir de diferencias tan básicas y sutiles como los colores pre asignados, rosado VS Celeste, o juguetes en similar dirección, cocinas VS autitos, reproduciendo así esa división imaginaria y divisiones construidas socialmente para terminar en argumentos de dominación y sometimiento hacia las mujeres dando continuidad a las desigualdades normalizadas. En esta línea también se encuentran los medios de comunicación reproductores de micromachismos o sexismo frontal para sus receptores masivos que actúan como máquinas célibes. De la misma manera, nos enfrentamos con la violencia en todas sus formas y espacios, de las que una de las más recurrentes y complejas es la intrafamiliar donde la pareja se constituye, por lo general, en el agresor o en casos peores se trata del padre, abuelo, hermanos u otros del círculo familiar. Adicionalmente vamos al ámbito público como la escuela, el trabajo y otros más donde se ejerce violencia de una u otra manera contra las mujeres, desde la violencia psicológica, física, sexual, económica, simbólica y muchas más resultando en esta vulneración de los derechos y las leyes que parecen no tener alcance en el devenir cotidiano frente a lógicas sexistas, violentas, machistas, misóginas y arcaicas, entre otras.

lunes, 16 de mayo de 2016

ARAMAYO, TRES GENERACIONES

Caminando en Tupiza, era siempre una necesidad visitar un lugar central de la ciudad, lleno de connotaciones y significados que llevan al debate y hasta fuertes discusiones al respecto tratando de argumentar imágenes de personajes presentes en el día a día de la población junto a edificaciones donde se desarrolla el poder local. Así nos encontramos en la Plaza Independencia, testigo de los principales eventos ocurridos en este lugar, que se complementan con imágenes o fotografías históricas que nos llevan a dar un paseo por la milenaria Tupiza replanteada como una urbe y bajo una lógica señorial y republicana, como uno de los centros mineros más importantes del país. Pero vamos acercándonos al objetivo ubicado en la parte central oeste de la plaza, donde se encuentra un monumento ineludible para cualquier persona que pasó por ahí. Entonces, vemos a José Avelino Aramayo sentado en un asiento resaltante y, lo más importante, está acompañado de varios libros y lecturas que terminan de complementar tan ilustre espacio, en un valle oculto de Bolivia; como una inspiración para sentarse en cercanías para leer algún libro pertinente a cada momento en la vida.

Para muchos ese es el final de la historia de Aramayo, pero caemos en un error histórico motivado por la ignorancia de las tres generaciones familiares de las que José Avelino solo fue la primera, y posiblemente la más rescatable. Para entender en gran medida el devenir histórico de esta familia resulta fundamental el libro de Alfonso Crespo “Los Aramayo de Chichas” (1981) que nos permite dar ese paseo por la historia de nuestro país teniendo como una transversal la vida y obra de las tres generaciones Aramayo donde se encuentra José Avelino (1809-1882), Félix Avelino (1846-1929) y Carlos Víctor (1889-1982), junto a una serie de actores con quienes generaron encuentros y desencuentros en el proceso que pasa desde antes de la independencia llegando hasta poco después de la Revolución Nacional de 1952. Luego de esta época de insurgencia obrero-popular Carlos Víctor abandona el país sin lograr retornar hasta su muerte, misma suerte que tuvieron sus familiares sin que se tenga un seguimiento mayor de la triada Aramayo hasta nuestros días al igual que del patrimonio material e inmaterial, exceptuando los importantes documentos generados en cada época.


Para seguir profundizando sobre Aramayo, pero con mayor énfasis en el caso de Félix Avelino, podemos remitirnos a otra publicación sugerente de autoría de Adolfo Costa Du Rels, titulado “Felix Avelino Aramayo y su Época 1846-1929” (1942), donde se presta mayor atención a la vida de la segunda generación. Aquí resaltan lugares como San Joaquín la “casa solariega” donde pasaron gran parte de su vida y de la cual llevaron los mejores recuerdos hasta el fin de sus días. Asimismo está Tupiza en el recuerdo, que se constituían siempre en el destino añorado para retornar en algún momento. Por último tenemos, al que se denominó, como uno de los “barones del estaño”, Carlos Víctor, quien fue heredero del trabajo de dos generaciones anteriores y que fue el más juzgado por la historia y en el cual se concentró la crítica política del momento ante lo que se conocía como la rosca minero feudal, que fue “derrotada” con la Revolución Nacional. Así, todavía falta mucho por decir e investigar sobre los Aramayo en los Chichas, en perspectiva diacrónica, más allá del simple prejuicio estructurado dentro de una coyuntura específica que incluso ignoró el proceso histórico de estas tres generaciones, las cuales tuvieron roles importantes en las decisiones que se tomaba en el país al cual habían tratado de aportar desde diferentes lugares y periodos. Los Aramayo, según Crespo, superaron un comienzo difícil y adverso donde José Avelino tuvo que seguir derroteros complejos para lograr consolidar el patrimonio inicial dentro de la minería, este patrimonio fue heredado a Félix Avelino, pero en ambos casos las condiciones fueron fluctuantes entre altas y bajas. Así, solo Carlos Víctor logró consolidar un importante patrimonio que fue juzgado en su momento en base al contexto que se vivía; en este marco Carlos Víctor nos entrega palabras sugerentes que resumen lo ocurrido en ese tiempo: “No dejó de sorprenderme que alguna vez, en artículos de prensa y en libros, ciertos hombres hablaran con alguna simpatía y respeto de la memoria de mi abuelo paterno, don José Avelino Ortiz de Aramayo, mientras vertían todo su veneno contra mi padre y contra mí mismo. […] Mi abuelo, a pesar de haber trabajado toda su vida con empeño e inteligencia, […] no alcanzó personalmente la satisfacción de conocer el triunfo, y cuando murió dejó más deudas que fortuna a sus hijos”.

lunes, 2 de mayo de 2016

AGUA, DERECHO Y DEBER

Hace pocos días se llevó adelante un paro cívico en la ciudad de Tupiza en demanda de la concreción del proyecto de agua aducción Estarca para beneficio de las y los habitantes en su conjunto, entre otras exigencias. Así se comienza con una movilización que se arrastra por muchos años, o décadas, para conseguir este elemento de necesidad básica que conlleva consecuencias como la salud y la propia vida de las actuales y próximas generaciones. En este sentido, recurrimos a la carta magna de nuestro país donde se establece “Toda persona tiene derecho al agua y a la alimentación” (Artículo 16. Parágrafo I). Así, nos encontramos dentro de los derechos fundamentales de la Constitución Política que es el primer basamento normativo para pensar en una vida digna y saludable. Posteriormente el agua vuelve a expresarse entre los servicios básicos y su accesibilidad como un derecho, recurso que no puede ser sujeto de privatización ni objeto de negocio o lucro. Asimismo, Naciones Unidas a partir del año 2010, mediante Resolución 64/292, reconoce el derecho humano al agua y el saneamiento.

A partir de estos elementos viene a la memoria la histórica “Guerra del Agua” ocurrida en la ciudad de Cochabamba el año 2000, contra un intento de privatización junto al lastre de escases de este recurso por muchos años teniéndose como un monumento a las desigualdades al proyecto de Misicuni. Asimismo, este suceso es importante por representar un momento fundante para la debacle del neoliberalismo y sus representantes políticos principales, que culminaría el 2003 mediante la expulsión del Presidente de entonces, Gonzalo Sánchez de Lozada. Por otra parte, lo ocurrido en este tiempo también representó una gran alianza de clases y otros sectores con un objetivo común que marca, todavía, el imaginario colectivo construido a partir de una demanda histórica para Cochabamba que entre otras cosas es la lucha por la vida.


En los últimos tiempos cobra relevancia la problemática de las aguas del Silala y un conflicto con Chile por el uso que se da de este recurso asumido desde diferentes perspectivas lo cual se vincula también a la demanda marítima, aunque de manera colateral y a modo de connotación. A partir de todo lo mencionado encontramos al agua como una constante en el tiempo que ha significado siempre una necesidad básica de subsistencia para cualquier comunidad. El agua se constituye en un recurso renovable pero escaso, que bajo la lógica cotidiana, parecería que, se genera de hecho sin representar gran problema. Sin embargo, hay que considerarla como ese recurso cada vez más insuficiente, con el paso del tiempo se puede convertir en una gran problemática de carencia generalizada. Por tanto, como es costumbre, al hablar de derechos se debe considerar los correspondientes deberes u obligaciones que vinculados a este recurso nos llevan a reflexionar sobre el uso adecuado que se debe hacer, acorde a los tiempos complejos que se vienen por delante junto a un sinnúmero de problemáticas medioambientales generalizadas en un alcance mundial donde posiblemente estas luchas, ahora locales, serán realizadas de forma masiva en guerras por la sobrevivencia del día a día.