lunes, 14 de noviembre de 2022

REVISITA NECESARIA

El pueblo de Tupiza suele embanderar su prolífica historia que ha influido en la construcción de la identidad la cual, junto a otros aspectos, sin duda tiene una serie de aspectos y momentos emblemáticos que la pudieran ubicar en un sitial importante a nivel nacional. Sin embargo, todavía quedan asuntos pendientes que generan contradicciones en esta construcción sociohistórica y que causan efectos contrarios a los que se suelen poner como relevantes en el devenir de este lugar. Como eje central, se presenta al pueblo tupiceño (a veces chicheño) como guerrero y valeroso, que no se dejó doblegar por el imperio incaico, primero, y luchó por la libertad y la independencia del Alto Perú, después. Por su parte, este tipo de situaciones genera otras contradicciones, complejas, relacionadas con lo identitario, en relación con lo étnico y la mirada señorial asociada a la tupiceñidad, que se mantiene hasta nuestros días. 

En este sentido, hace algunos días, 7 de noviembre, hemos conmemorado un nuevo aniversario de la Batalla de Suipacha que es presentado en el plano histórico nacional como la primera victoria armada del Alto Perú y el bautizo de fuego para el proceso independentista. Sin duda, este hecho es fundamental para validar esa imagen libertaria que se va a proponer para la guerra de los 15 años donde el territorio chicheño (Suipacha y Tumusla, principalmente) fueron los espacios para la primera y última victoria por la independencia y posterior creación de la República de Bolívar. Al respecto, todavía queda pendiente un estudio a profundidad respecto de los actores y actoras que estuvieron presentes en esta etapa, desde una mirada de su pertenencia a un determinado estrato social y quién fue realmente el sujeto social que dio cuerpo a esta gesta anticolonial, poniendo atención en la población indígena y las mujeres que quedaron al margen de los heroicos relatos históricos que manejamos hasta la actualidad y donde resaltan solo algunos nombres como Arraya, entre los principales. 

Temporalmente hablando, resultó muy cercano un evento que se realizó en la ciudad de Tupiza y que se refiere a otro momento histórico que tiene que ver con la “fundación” colonial de Tupiza. Con seguridad que hasta la anterior oración ya se tendrá un criterio sobre la profunda contradicción existente en la historia, y sobre todo las y los historiadores de Tupiza, cuando por una parte enaltecen la gesta libertaria contra la colonia en la Batalla de Suipacha de 1810 pero por otra no logran el desapego de una falacia histórica que celebra, según dicen, la fundación colonial de este lugar, aceptando una fecha de sometimiento y violencia contra nuestro pueblo con la llegada de esos nefastos personajes a nuestras tierras, ya sea en 1535 o 1574, eso es lo de menos. No obstante, desde una mirada positiva, el encuentro mencionado permitió tener una salida a esta contradicción e incoherencia, donde se cambie el denominativo de fundación por otro que apele a la tradición que fue el mecanismo de aceptación de una falacia y que hasta la actualidad es celebrada sin mayor cuestionamiento más que el de pequeños círculos que dedica un tiempo a reforzar o cuestionar este tipo de aspectos. 

Con estas dos miradas y fechas, totalmente contradictorias, podríamos concluir que, superando este tema histórico, con seguridad encontraremos otras grandes incoherencias en la construcción identitaria que no se logra entender de forma plena e integral manteniendo el espíritu aristocrático como pilar de esta parte del país. Entonces, se hace necesaria una revisita a estos elementos que, en muchos casos, ha sido causante de animadversión con pueblos hermanos, incluso pertenecientes al ancestral territorio chicheño, pero que ha terminado por tener graves fisuras, alejamiento y negación mutua por intereses de propios y extraños, profundizados en tiempos de la república. Estos aspectos, son importantes de revisar, incluso, para la proyección que se vaya haciendo de nuestras provincias, hacia adelante, para plantear agendas de desarrollo común precedida por la integración; no obstante, es urgente esclarecer estas contradicciones que, como en otros espacios, pueden afectar a nuestro tejido social, hacia adentro y afuera.