lunes, 30 de noviembre de 2015

BIBLIOTECA BICENTENARIA

En tiempos en los que la tecnología ha comenzado a “invadir” casi todos los espacios, la lectura o el hecho de leer también han sido víctimas de los procesos tecnológicos actuales donde se viene pretendiendo el cambio de los libros físicos por simples archivos que pueden convertirse en ebooks, solo para las personas que cuenten con un dispositivo en el cual hacer esa conversión. De esta manera, comienza un proceso complejo de resistencia del libro físico frente al digital que tiene seguidores en ambos bandos los cuales validan y argumentan cuál es el más legítimo en pleno siglo XXI. Claro que debemos decir que cada uno cuenta con ventajas y críticas que mantienen este debate permanente en todos los espacios donde un libro es un tema de discusión como pretexto de mayor conocimiento aprehendido o generado.

Pese a esta problemática entre libros y lecturas, lo que si queda confirmado es la importancia de los libros y la lectura como una forma de contribuir al cosmocimiento y la pluriversidad los cuales sean permanentes y sostenibles. Pero cuando hablamos de conocimiento debemos remontar nuestra mirada hacia el occidente desde donde hemos sido herederos de gran parte de este trabajo considerado como el básico casi en todas las ciencias y áreas de estudio. Por tanto, debemos aceptar que las bases de lo que conocemos en la actualidad están cimentadas en lo que se produjo en países y realidades lejanas que se aplicaron y homogeneizaron a nivel, casi, mundial ya sea por la razón o la fuerza. Dentro de esta pugna ingresan temáticas como el colonialismo o más específicamente la colonialidad del conocimiento que es planteado en algunos sectores para reflexionar o interpelar a lo que vamos reproduciendo en varios espacios como ser la escuela y las universidades.

Ya sea en base a esa colonialidad o no, en nuestro país se ha realizado una serie de trabajos y publicaciones desde la colonia; pero con un sentido de bolivianidad, posiblemente, ya en tiempos republicanos. Así, con el paso del tiempo el número de producciones y libros ha ido creciendo para contar en la actualidad con una cifra importante en la biblioteca boliviana, desde lo boliviano. Pero no es el interés de incidir en la bolivianidad sino en el aporte al conocimiento que se realizó desde nuestro país. De esta manera, al acercarnos a los 200 años de Bolivia se ha realizado la selección del mismo número de libros que van a construir lo que se denominó como la Biblioteca del Bicentenario, que terminará de entregar sus publicaciones el año 2025. En este marco, el pasado 26 de noviembre fueron presentados los dos primeros libros “Antología de documentos fundamentales de la historia de Bolivia” y “Antología de literatura infantil y juvenil de Bolivia” los cuales son una invitación sugerente para realizar un paseo por tiempos y autores incluidos en dichos trabajos. En este sentido, se presentan varios aspectos para reflexionar como el importante aporte que realiza el Estado boliviano a la democratización de la bibliografía nacional que recorre 200 años en nuestra historia. Por otra parte, se prevé la entrega de estos libros a bibliotecas en todo el territorio nacional las cuales puedan beneficiarse con estas publicaciones, muchas veces de difícil acceso, y que esperemos llegue hasta los lugares más lejanos para nutrir estos espacios que han sufrido un detrimento considerable por diversos factores, y que además sean una motivación para ingresar en los derroteros de la lectura. Para finalizar, dentro de la Antología de literatura presentada, se puede encontrar nombres conocidos como ser Gastón Suarez y Hugo Molina que fueron considerados dentro de estos compendios que reúnen a los autores y trabajos más representativos para el Bicentenario que se acerca por el horizonte. En la antología documental histórica queda una revisión exhaustiva para identificar los hitos en territorio chicheño, que seguramente están presentes en medio del enmarañado que construyó la Bolivia pasada y presente.

lunes, 23 de noviembre de 2015

PATRIMONIO

Los Chichas son herederos de una serie de hechos y periodos históricos dentro de los cuales se logró ser actores fundamentales del acontecer para el país en su conjunto, incluso desde antes de la República. En este marco, logramos identificar periodos como el de los originarios Chichas de quienes perviven restos arqueológicos de una validez inconmensurable ubicada a lo largo y ancho de las tres provincias que hasta el día de hoy forman parte del territorio milenario (Nor Chichas, Sud Chichas, Modesto Omiste). Posteriormente, no acercamos a la fase colonial de la cual provienen hechos como los levantamientos indígenas donde también se tuvo un papel protagónico en esta parte del continente que cobra mayor relevancia en el ocaso colonial y las batallas que ya son más que conocidas: Cotagaita, Suipacha y Tumusla de las cuales quedan los espacios físicos donde se llevaron a cabo y otros implementos que formaron parte de este periodo emancipatorio. Entre el fin de la colonia y la república, contamos con una serie de personajes y familias que, pese a las connotaciones, formaron parte de esta historia a partir de las cuales se desarrollan hechos particulares que, sin embargo, influyen en la identidad y proceso de los Chichas actuales. En tiempos más cercanos, están los personajes que resaltan como ser Alfredo Domínguez y Víctor Agustín Ugarte entre muchos otros, los cuales son representativos de toda la región chicheña para Bolivia y el mundo.

De esta manera, hacer un recuento de los hechos y personajes de la historia chicheña es un trabajo a detalle y de largo aliento para evitar la omisión de cualquier tipo. No obstante, esta vez se debe hacer una asociación entre este legado (físico y tangible) con las políticas culturales que se vienen realizando desde hace algún tiempo. Así, podemos realizar un paseo imaginario por todos los escenarios existentes los cuales llevan consigo un significado importante de los que fueron y nos ayudan a ser los Chichas. Primero, alejarnos de la urbe hace que nos detengamos en los sitios arqueológicos que día a día se van deteriorando por una falta de resguardo y mantenimiento que permitan contar con sitios turísticos aptos para ser visitados además de ser protegidos por los propios visitantes, ya sean locales o extranjeros. Después, ingresando al centro urbano, u otras poblaciones de importancia en su momento, el panorama es similar ya que el patrimonio arquitectónico todavía en pie ha sido descuidado casi por completo o afectado a partir del desconocimiento o desinterés de los y las que se encuentran bajo su cuidado o en posesión, y en el peor de los casos hasta ha sido destruido.

Esta situación se debe a diversos factores que ponen trabas a una mejor atención y generación de políticas culturales que contribuyan al resguardo de este patrimonio colectivo de los Chichas. Por una parte, y como lo más importante, está la falta de presupuesto para llevar adelante este tipo de trabajos lo cual se ahonda aún más con los recortes que se realizó a los municipios hace poco tiempo. Como un segundo elemento podemos encontrar la misma cultura del cuidado y protección que tiene la propia población que es la primera en afectar este patrimonio en el día a día. Sin embargo, como alternativas a la problemática se debe comenzar el cambio de visión y una mayor voluntad política para llevar adelante proyectos de resguardo y conservación que además deberán ser tomados como una inversión en favor de posteriores ingresos que beneficien y sean administrados por los municipios. Este cambio de perspectiva tendrá que ser parte de una revolución cultural donde en primera instancia se realice un diagnóstico y relevamiento de todos estos lugares patrimoniales como una oportunidad de desarrollo en un mediano plazo. En este sentido, debemos reiterar que los Chichas no son simple historia, sino que el pasado solo deberá significar un recurso para proyectar el desarrollo y mejores días para todos y todas aprovechando el potencial heredado en los diferentes periodos de nuestra historia.

lunes, 16 de noviembre de 2015

NACIÓN CHICHAS, 3 AÑOS

Decir que la Nación Chichas cumple su tercer aniversario puede sonar hasta sacrílego para las y los que pretendemos su reconstitución porque en base a los registros, datos e investigaciones sabemos que se trata de un pueblo ancestral y, obviamente, precolombino. Sin embargo, en términos “formales” y en el marco del último proceso impulsado desde hace algunos años atrás, se conmemora el 17 de noviembre como la fecha, simbólica, de la Reconstitución de la Nación Chichas como parte de una etapa donde se recupera esta bandera y se la legitima desde diferentes sectores sociales, cívicos y políticos de los Chichas. Así, desde la gestión 2012 contamos con este hecho fundamental que fortalece nuestra lucha en la búsqueda de autodeterminación demandada desde hace muchas generaciones atrás, sentimiento que trasciende la república y la colonia, por ser una base del ser chicheño y chicheña. No obstante, previamente al reconocimiento y aplicación del 17 de noviembre como refundación de la Nación Chichas tuvo que superarse varios momentos, posiblemente necesarios, para construir una nueva visión y perspectiva del derrotero a seguir.

No cabe duda que la región de los Chichas se destacó, y destaca, por ser un espacio de mucha producción académica e investigativa lo cual lleva a contar con un importante número de libros y otras publicaciones referentes a este territorio en diferentes temáticas, incluso especializadas. Sin embargo, el enfoque republicano aplicado anteriormente trataba a los Chichas como un espacio poco vinculado e integrado, el cual siguió la lógica provincialista y localista que fue generando un mayor alejamiento entre poblaciones, y en el peor de los casos incluso rivalidades. De esta manera, fuimos corresponsables de la segregación subjetiva e identitaria de los Chichas. Afortunadamente, según manda el devenir de la historia esta perspectiva se modificó con un quiebre troncal que nuevamente tiene la unidad e integración como principal andamio para proyectar el horizonte de los Chichas en un mediano y largo plazo. De esta manera, surge el discurso y la práctica de la Reconstitución de la Nación Chichas como el proyecto histórico de nuestros pueblos recuperando una sola bandera para las provincias que fueron reducidas durante la república y divididas en tres (Nor Chichas, Sud Chichas y Modesto Omiste) además de otras que quedaron en los departamentos de Tarija y Chuquisaca y en otros países como Argentina y Chile.

De esta manera, en estos últimos años se superó el pensamiento sesgado y señorial de los Chichas lográndose significativos avances como la generación de documentos fundantes a decir del “ABC de la Nación Chichas” y el “Acta Refundacional de la Nación Chichas”, entre otros. Asimismo contamos con investigaciones y trabajos publicados que toman a la Nación Chichas como eje central y donde se rescata aspectos relevantes que continúan aportando y llenando vacío del proyecto reconstitutivo como ser el libro “Kunza el idioma de la Nación Chichas” de Freddy Tarcaya que junto a otros autores y autoras continúan generando argumentos y elementos para justificar este proyecto reivindicativo. El debate queda abierto y todavía hay mucho por trabajar considerando la relevancia de la reconstitución que además comienza a posicionarse en espacios nacionales e internacionales mediante diversas estrategias. Hoy más que nunca los Chichas cuentan con una propuesta incluyente de la cual todos y todas deben formar parte para, también, evitar que la reconstitución sea cooptada por intereses personales o sectarios que vayan en detrimento y devalúen la propuesta. Tres años han transcurrido y los avances son muy significativos desde la temporalidad lo cual denota que la lucha debe seguir con mayor fuerza y vitalidad con el aporte desde todas las disciplinas y sectores poblacionales. La autonomía está en curso y se debe profundizar sin miramientos ni divisiones, hay que seguir sumando e incluyendo; ha llegado el tiempo de la unidad e integración, pese a las voces disonantes, porque la Nación Chichas está vigente para ser legitimada por su propia población y deberá ser incluida y reconocida por el Estado boliviano como uno de sus principales pilares que aporten a la construcción de la plurinacionalidad.

lunes, 9 de noviembre de 2015

LA PATRIA A LOS VENCEDORES DE SUIPACHA


Con la redacción de la Carta Orgánica Municipal de Tupiza, el 7 de noviembre, fecha conmemorativa de la Batalla de Suipacha, se convierte en la principal fecha cívica para Tupiza como parte de la Nación Chichas. Entonces, este día se reconfigura y cobra otros significados en el imaginario de nuestra población. Primero, debemos resaltar el hecho de que con este cambio dentro del calendario cívico del municipio se valida la voluntad libertaria que estuvo siempre presente en nuestras mujeres y hombres chicheños a lo largo del tiempo. También es importante hacer notar que con este reconocimiento y fortalecimiento, del 7 de noviembre, la supuesta fundación de Tupiza (4 de junio de 1574) queda relegada, pasando a ser solo una anécdota de la visión señorial y colonialista de antiguos pensadores que pretendían mantenerse arraigados a esta herencia colonial española, al parecer con muy poca reflexión y compromiso por la tierra.

Como un segundo punto, hay que devolver a los Chichas en su conjunto y como todo un territorio la representatividad y victoria conjunta del 7 de noviembre ya que más allá de la actual jurisdicción municipal en la que se encuentra Suipacha, esta fecha debe ser apropiada por la totalidad de poblaciones integrantes de los Chichas. En este sentido, por ejemplo, las diferentes versiones nos dicen que, solo como un dato, Pedro Arraya nació en la actual jurisdicción municipal de Villazón y por lo tanto este es otro elemento que nos invita a la integración entre actores y espacio de lo que fue la gesta chicheña del 7 de noviembre de 1810. Por lo tanto, a más de ser un patrimonio de la tupiceñidad, la Batalla de Suipacha debe replantearse de manera amplia e integradora en el marco del actual proceso de Reconstitución de la Nación Chichas que recurre a este tipo de momentos constitutivos para explicarse como un sola entidad territorial y poblacional que actuó unificada en varios momentos decisivos para la historia regional y nacional.

Sin ningún lugar a dudas, la Batalla de Suipacha seguirá siendo una de las mayores gestas de hombres y mujeres chicheñas que fortalecen la identidad y permiten proyectarla a otras instancias de mayor alcance a partir de la importancia que tuvo el hecho para todo el Alto Perú. No obstante, es necesario seguir inquiriendo más allá de la simple remembranza o la costumbre de conmemorar este hecho sucedido hace más de 200 años. En ese momento, los Chichas expresaron nuevamente el sentimiento de rechazo a la opresión y sometimiento de la colonia española, refrescándonos la memoria respecto del sentido que tiene el ser chicheño y chicheña. Pero nuevamente, debemos decir que hay que devolver varios elementos circundantes al 7 de noviembre, los procesos cronológicos que explican los lazos dentro del territorio chicheño, donde también se encuentra Cotagaita como un precedente  lo que sucedería en Suipacha. Y como vemos todos los argumentos engranan al territorio de la ancestral Nación Chichas como un mensaje de que esta integración no debe ser olvidada, y mucho menos por hechos que pueden ser cooptados por espacios menores o locales como los municipios dentro de la lógica republicana que mermó la fuerza de la unidad territorial de los pueblos y naciones originarias. Por tanto, con la intención de saldar estas deudas históricas y este sentido de integración y unidad del milenario territorio chicheño, debemos decir “LA PATRIA A LOS VENCEDORES DE SUIPACHA”.