lunes, 29 de noviembre de 2021

¿FEDERALISMO IOC?


Especialistas en el tema, han calificado a la nueva Constitución Política del Estado boliviano, como un documento hipercomplejo que encierra na serie de aspectos en el cometido de responder a diversas demandas históricas, antes poco o nada atendidas. En este marco el pluralismo es uno de los ejes principales que busca incluir perspectivas de sociedad donde la participación de los pueblos indígenas originarios campesinos IOCs, como sujetos históricos, cobran gran relevancia en este contexto. Así, luego de la Asamblea Constituyente realizada entre 2007 y 2008, mediante una serie de acuerdos y negociaciones entre sectores y representaciones político partidarias se logró consolidar la nueva carta magna del Estado boliviano, constituido principalmente como Plurinacional.

 

En este marco, uno de los debates centrales de la Asamblea Constituyente fue la autonomía como mecanismo de autodeterminación histórica de los pueblos. No obstante, ante un cambio en el sistema político y la crisis de los partidos neoliberales tradicionales de inicios de nuevo siglo, sectores de la oposición retomaron banderas autonómicas tergiversando las luchas de otros tiempos como la que promovían los igualitarios a la cabeza de Andrés Ibañez entre otros. Con lo mencionado, se articuló a sectores opositores con gobernaciones y comités cívicos de la denominada media luna que, basada en el discurso autonómico, pretendió generar desestabilización, incluido un intento secesionista. Este momento de conflicto, dentro del Proceso Constituyente en marcha, fue resuelto, en parte, con un Referéndum Revocatorio donde con el voto popular se definieron estos lineamientos. Asimismo, la otra parte fue respondida con el referéndum aprobatorio de la Constitución Política donde se concretaron cuatro tipos de autonomías: municipal, departamental, indígena originaria campesina y regional, esta última algo cuestionable.

 

Han pasado, aproximadamente, 12 años desde la promulgación de la nueva Constitución boliviana, que presenta al Estado boliviano como unitario con autonomías, pero parece que los distintos niéveles autonómicos no han tenido mayores avances en su profundización, exceptuando, tal vez, la municipal que ya venía de un proceso previo de los años ’90 con la participación popular y la descentralización. Ahora, con nuevos actores políticos, y pasado un gobierno transitorio inconstitucional y autoproclamado, se comienzan a levantar voces de federalismo, nuevamente desde los intereses locales ante la denuncia de un centralismo que no logra permear a las regiones, como un lastre de la gestión pública histórica, que sirvió en varios momentos para buscar el cambio de la estructura estatal, como lo ocurrido en 1899 con la denominada Guerra Federal, que solo logró el cambio de la sede de gobierno. Entonces, la demanda de federalismo cae en un sinsentido, ya que, al encontrarnos en un Estado con autonomías, las autoridades departamentales no han logrado avances importantes al respecto, por lo que virar hacia el federalismo requiere de una mayor capacidad de gestión en estos gobiernos subnacionales, cosa que hasta ahora no ocurrió. Por otra parte, en medio de la coyuntura política actual, la bandera federalista parece ser un simple pretexto para conflictuar el país que todavía no sale de las crisis: política (2019), económica (2020) y de salud (2020) que quedan como secuelas de lo ocurrido luego de las elecciones nacionales del 2019 con sus nefastos efectos, sobre todo, en los ámbitos antes descritos.

 

En último caso, es posible que, si se continúa con el debate sobre el federalismo, será necesario y prudente pensar un Federalismo Indígena Originario Campesino, retrotrayendo la Federaciones y Confederaciones existentes hasta tiempos de la colonia, junto a los Ayllus y Markas como formas organizativas y administrativas en el marco de la autodeterminación de los pueblos.

jueves, 25 de noviembre de 2021

EL PILAR DE LA VIOLENCIA

 


El 19 de noviembre se conmemoró el denominado “día del hombre”, que al igual que otras fechas del calendario no representan una celebración en sí, sino que buscan generar pretextos en la comunidad para interpelar problemáticas sociales que afectan de forma recurrente a la convivencia. Así, cuando nos referimos a estos problemas debemos considerar que el 95% de los homicidios en el mundo son cometidos por hombres y el 80% de los mismo tienen como víctimas, también a los hombres (de ahí el origen de la palabra homicidio). En un contexto más cercano, la Encuesta de Prevalencia y Características de la Violencia contra las Mujeres (2016), ha develado que 75 de cada 100 mujeres sufren o han sufrido algún tipo de violencia durante su vida, casos en los cuales el principal agresor es el hombre.

 

No obstante, con mínimas variaciones, la problemática es análoga en los países de la región y en gran parte del mundo, lo cual responde a la estructura social patriarcal y capitalista que se ha encargado de ahondar esta situación en detrimento de más de la mitad de la población, las mujeres. En este sentido, el día del hombre fue planteado como una manera de establecer mecanismos de reflexión, y sin duda interpelación, del accionar de los hombres con seis pilares básicos:

  1. Promover modelos masculinos positivos y libres de estereotipos.
  2. Celebrar los aportes positivos del hombre a la sociedad.
  3. Hacer hincapié en la salud y bienestar de los hombres.
  4. No a la discriminación contra ellos.
  5. Promover la igualdad de género.
  6. Crear un mundo más seguro y mejor.

 

En base a estos puntos, se establecen pretextos para, como hombres, vernos frente al espejo con la capacidad de cuestionar nuestros privilegios y de manera ineludible romper el pacto patriarcal, paralelamente a los procesos de deconstrucción de las lógicas tradicionales de ser hombres.

 

De manera concurrente, el 25 de noviembre, conmemoramos el Día Internacional Contra la Violencia de Género que busca visibilizar esta compleja y aguda problemática, donde, como mencionamos, el hombre se convierte en el eje de su permanencia al constituirse en el pilar del ciclo de la violencia, en respuesta a todo un proceso sociocultural de la forma tradicional de masculinidad basada en machismo con todas sus aristas. Sin duda, estas fechas conmemorativas resultan fundamentales en la lucha contra la violencia, donde el Estado, como principal garante de derechos, ha venido trabajando en normativa y políticas públicas como respuesta a este problema. No obstante, es determinante que los hombres asuman un compromiso real con estas luchas, con la generación de fisuras en sus entornos de complicidad machista y violenta más cercanos; fisuras que, a la larga logren, aportar en el quiebre del propio sistema patriarcal, con la mirada ante el espejo.

 

Para un caso particular de los Chichas, podríamos decir que esta deconstrucción deberá romper, incluso con aspectos identitarios constituidos bajo una matriz altamente machista, donde uno de los arquetipos de masculinidad se establece a partir del macho chicheño (paquete de misoginia, machismo, homofobia y demás), aspecto muy peligroso porque tiene un argumento que lo legitima desde la cultura y el folklore. Queda mucho trabajo hacia adelante, el cual debemos asumir desde los diferentes entornos, considerando las características propias. El cuestionamiento a la masculinidad tradicional y el ejercicio de la violencia, comenzando de micromachismos y apelativos identitarios, empieza en el relacionamiento cotidiano de manera recurrente entre el ámbito público y privado. Es tiempo de que los hombres dejen el deplorable papel de ser pilar de la violencia para constituirse en agentes de cambio para una vida libre de violencia.

lunes, 8 de noviembre de 2021

NACIÓN CHICHAS, TERRITORIO DE EMANCIPACIÓN


La historia de Bolivia ha sido construida desde una perspectiva que ha sesgado procesos históricos o por lo menos quitó el valor de ciertos hechos que ocurrieron más allá del eje troncal del país. En este sentido, la historia “oficial” ha pretendido invisibilizar a las otras historias locales que fueron determinantes, en este caso, para el proceso independentista de, la actual, Bolivia. Desde esta perspectiva el territorio chicheño estuvo vinculado a una serie de sucesos de gran baluarte para el proceso independentista en el Alto Perú vinculando a la población de toda esta región que en un primer momento luchaba por la autodeterminación y la independencia.
 

La ancestral Nación Chichas cuenta con una herencia guerrera histórica que se ha mantenido dentro de la identidad de su población por el transcurso del tiempo hasta nuestros días. Así, nos ubicamos en la época precolombina donde esta población no pudo ser sometida por ningún imperio, ni aymara o incaico, en su proceso de expansión hacia el sur. Posteriormente, el incario solo llegó a obtener acuerdos con los Chichas nombrándolos como Orejones pertenecientes a una casta por esta misma característica guerrera que proteja el territorio de los chiriguanos habitantes del Chaco tarijeño, como lo habían hecho desde mucho tiempo atrás. Dentro de la colonia se utilizaron otros mecanismos, los cuales solo consiguieron alianzas con las autoridades originarias para ampliar el territorio de colonización sin que ello constituya algún riesgo para la sociedad Chichas de ese momento. Así, este pueblo guerrero fue el impulsor principal para dirigirse hacia los valles del sureste y fundar, con población chicheña, lo que hoy constituye Tarija.

No obstante, el espíritu libertario y las ideas emancipatorias fueron profundizando y madurando para poder manifestarse en los momentos convenientes como ser la sublevación de marzo de 1781, donde se tuvo un intento de levantamiento junto a los que realizaban Tupac Amaru y Tupac Katari. Esta vez representados por Luis Laso de la Vega junto a Pedro de la Cruz Condori, como principales cabezas del motín en la villa de Tupiza mostrando además una alianza entre grupos sociales en contra del dominio español. No obstante, esta empresa no tuvo gran éxito y fue controlada por los realistas para seguir latente el sentimiento de los chicheños hacia la búsqueda de la eliminación colonial.

Tiempo después, se va a realizar la primera gran victoria armada de los Chichas en los campos de Suipacha un 7 de noviembre de 1810 a la cabeza de Pedro Arraya, la cual fue precedida por los hechos de Cotagaita, del 27 de octubre de 1810, donde la derrota patriota momentánea fue parte de una estrategia militar que lleve a los realistas hasta un fracaso militar certero en los campos de Suipacha logrando el “Bautizo de Fuego” y primera victoria armada de la guerra de los 15 años. Como muestra del espíritu de integración la Junta de Buenos Aires otorgó a los combatientes, mediante el Decreto del 28 de noviembre de 1810, un escudo con la leyenda “La Patria a los vencedores de Tupiza” que deberían llevar en el brazo derecho como una muestra de la valerosa y significativa victoria conseguida en los campos de Suipacha; emblema que en la actualidad es el escudo oficial de la ciudad de Tupiza como un recordatorio de lo sucedido en la región. Asimismo, esta batalla concretó la articulación de un ejército patriota integrado por argentinos, tarijeños, cinteños y chicheños, destacando la caballería chicheña en su estratégica participación en esta victoriosa saga.

Con lo manifestado, los acontecimientos libertarios y las acciones en el mismo sentido se fueron sumando, llegando hasta 1825 donde, entre el 31 de marzo y el 1º de abril, liderada por Carlos Medinacelli, se daría la Batalla de Tumusla en la actual Provincia Nor Chichas terminando así con el último realista representante de Fernando VII, luego de la derrota del Virrey La Serna con las Batallas de Ayacucho y Junín. Así, con lo sucedido en Tumusla, donde muere Pedro Antonio de Olañeta, se erradicó por completo el dominio español y todo vestigio posible sellando así la independencia Altoperuana. De esta manera, observamos que el territorio de los Chichas ha estado marcado en diferentes momentos por un carácter y un sentimiento libertario que queda plasmado en la identidad de las y los actuales habitantes de la ancestral Nación Chichas en una recurrente frase que denota contundente ¡Aquí nació la patria!