lunes, 23 de diciembre de 2019

CICLOS


En un ejercicio, que podría ser mecánico y repetitivo, llega el mes de diciembre como la oportunidad de evaluación en todos los niveles y sentidos. Así, desde la perspectiva individual, personalista, podemos romper lógicas egoístas para ampliar nuestras visiones de la vida, nuestra vida entre otras, y el devenir de nuestra comunidad aportando sentido crítico a la banalidad que puede ser recurrente en una mayoría de existencias. Aquí corresponde, entonces, aplicar el sentido crítico para superar los, más graves, centrismos en los cuales estamos inmersos y perdidos en las creencias doble moralistas e inmediatistas que permiten discriminar y odiar en un momento y al instante expresar sentimientos de amor y fraternidad, todo ello al compás de lo que marca el calendario, o peor aún el mercado. Así, se definen tiempos de cierre, enmarcados en el calendario gregoriano, donde hemos normalizado, y trivializado, la fiesta navideña más cerca del consumismo que de la espiritualidad y hermandad que, seguramente, demarcó sus orígenes con el nacimiento (desde el enfoque cristiano) de una gran revolucionario que cuestionó al sistema de entonces y pagó por ello, dejando de lado todo el simbolismo que conlleva esta festividad esotérica, que obviamente casi en su totalidad ignoramos o pasamos de largo para regodearnos en las superficialidades del capital, ya sea para maquillar la felicidad o sufrir las desigualdades, este tiempo más que nunca.

Sin embargo, este ciclo se cierra con hechos más complejos que unas “simples” celebraciones de fin de año donde solemos priorizar el egocentrismo, que alcanza a la familia como máximo, todo ello enmarcado en la lógica capitalista que prioriza al ego en el centro del mundo. El 2019 ha significado el fin de un ciclo de más de una década donde, al parecer, nos habíamos “acostumbrado” a una especie de statu quo a nivel social, político y económico. Esta etapa comenzó con una crisis estructuras en los años 2000, ante una serie de demandas históricas que no habían sido escuchadas, teniendo al sujeto histórico presente como vanguardia de la lucha por las reivindicaciones a nivel nacional. Así, estas demandas se transformaron en una serie de avances, ya sean políticos y económicos promovidos desde el Estado mediante normativa, institucionalidad y políticas públicas, entre otros. Pero más allá de lo realizado desde el nivel estatal, en sus distintos gobiernos, es importante analizar el alcance social de este tiempo, en el cual se logró visibilizar problemáticas que se arrastraban desde tiempos de la colonia sin tener una salida efectiva. Entonces es fundamental realizar la evaluación del nivel colectivo, mejor comunitario, respecto de cómo las personas aportan a los avances de nuestras sociedad y grupos para poder vivir con mayor equidad e igualdad; aquí la contraparte y corresponsabilidad de los logros sociales que, seguramente, todas y todos buscamos. Así, en más de una década ocurrieron muchas cosas (porque no todo es política) en nuestras vidas y en los cambios generacionales o tecnológicos, para citar solo algunos; los cuales fueron definiendo nuestro día a día y nuestras formas de convivir en las diversas comunidades que solemos conformar. Así para lograr una evaluación de ciclo deberemos tomar en cuenta la memoria histórica para dar algún sentido a nuestra actualidad, rompiendo la toxicidad del inmediatismo efímero.

Diciembre de 2019, representa el cierre de estos ciclos (etapas también), en los aprestos de una nueva gestión con varios retos personales, colectivos y sociales; los cuales deberemos saber articular en concordancia con brindar alguna coherencia a la vida misma. Este cierre de año llega con familiares ausentes, eventual o permanentemente, lo cual opaca el brillo de este tiempo, que solemos buscar como parte del maquillaje del egoísmo generalizado y constante en gran parte de la gente. El tiempo no se detiene y muy pronto olvidaremos por completo las ausencias junto a los sentimientos de “solidaridad”, “fe” y “amor” para retornar a la frialdad de las desigualdades del capitalismo, que nos alejan más de la humanidad como una gran comunidad. Igualmente retornaremos a la doble moral de instrumentalizar la religión para objetivos avalar desigualdades, violencias, discriminación como si todo ella fuera un mandato de dios o del maestro que, otra vez, nacerá simbólicamente en navidad. Sin embargo, junto al cierre de este ciclo se abre otro que representará oportunidades y nuevos senderos para seguir avanzando y luchando por objetivos comunes, en el mejor de los casos buscando el bien común y reconstruyendo el urgente sentido de comunidad como un paradigma de vida.

lunes, 9 de diciembre de 2019

500 AÑOS, NADIE SE CANSA



Y 500 años no son nada, nada más que nuestra memoria larga en la que muchas generaciones lucharon contra diferentes poderes opresores. En un primer momento, cuando las fuerzas ibéricas, respaldadas por la pólvora, doblegaron de forma violenta a nuestros ancestros, a veces con la espada y otras con la biblia. Donde a nombre de dios se comenzó con una masacre, sometimiento, humillación y violaciones como si dios fuera sinónimo del dogma cuadriculado de las cabezas y el pensamiento de los invasores. En ese contexto, fue cercenado un proceso endógeno de desarrollo de los pueblos del Abya Yala junto a toda la valía y aporte que conlleva una sociedad, como su idioma, cultura, simbolismo y, cómo no, la religiosidad. Consecuentemente, junto a ese intento de anulación de lo originario también surgió un proceso de resistencia, clandestina y perseguida, como estrategia ante el opresor, vindicando lo nuestro. En tiempos contemporáneos hablamos de ese periodo como el proceso de colonización extranjera, vinculada a la esclavitud, explotación y masacre. Este proceso también dio como resultado el planteamiento de mestizaje donde se trató de zanjar asuntos pendientes como la desigualdad, racismo y discriminación.

Estas luchas permanentes, desde aquellos tiempos, resultaron en un suceso fundamental como el levantamiento de los indios a la cabeza de Bartolina Sisa y Tupac Katari con la rebelión de 1781. Años después los criollo-mestizos, viendo sus privilegios en riesgo, decidieron transfigurarse en patriotas planteando la independencia blancoide que luego de la guerra de los 15 años lograron hacerse otra vez del poder, herederos de sus ascendientes patrones de la colonia. De esta forma se da inicio al colonialismo interno que no logra modificar las estructuras fundamentales del, entonces, Estado liberal donde los “padres de la patria” tuvieron un perfil patronal y hacendado junto a la dominación por grupos de poder internos de la nobel República de Bolivia. De esta manera, la lucha incesante del pueblo indio había sido subsumida por el proyecto criollo-mestizo, excluyente, patriarcal y discriminador. Ante esta situación el problema colonial continuó profundizándose en la mente de las y los bolivianos como una normalidad, renegando de su condición y ascendiente india en el intento permanente de lograr el blanqueamiento, con frases tan vergonzosas y racistas “como mejorar la raza” y teniendo como primer escalón el blanqueamiento cultural. Así, la resistencia ha sido centenaria, madurada y profundizada por una serie de factores que mantuvieron los privilegios de sectores pequeños beneficiados desde el poder quienes fueron patrimonializando, incluso, el Estado.

Desde los años ´60 del siglo pasado comienzan a gestarse diferentes corrientes político ideológicas y académicas para pensar lo indio y retomar un proyecto de país, ahí surgirían el Katarismo y el Indianismo como respuestas al proceso colonial y excluyente en ámbitos formales de la política. De esta manera la lucha de los 500 años tuvo en ese tiempo una etapa fundamental que llegando a los ´90 encontraría a ese modelo anquilosado y caduco para entender a la sociedad y el Estado neoliberal aparente. El sujeto histórico y social, el indio, se articula y asume su rol histórico para la toma del poder el cual se concretaría inicialmente el año 2005, superando la protesta para ingresar a la propuesta, con la legitimación del proyecto indio-campesino-popular para el país, la sociedad y el Estado. Así democráticamente, no solo el sector indio es interpelado hacia la unidad sino que otros grupos como sectores populares y la clase media urbana se suman a esta demanda conformando un bloque histórico que genere el último momento constitutivo de nuestra historia con el Proceso de Cambio como punta de lanza de las demandas de las grandes mayorías, canalizadas por el Movimiento Al Socialismo y Evo Morales en ese tiempo.

Luego de, casi, 14 años de gestión habiendo ingresado, en la última etapa, en un tiempo de fluctuación de errores y aciertos, el partido de gobierno sufre un proceso de desestabilización promovido por sectores sociales urbanos de clase media, amparados por el cambio generacional de este tiempo, que sumados lograron articular este movimiento. Para completar la fórmula fueron las redes sociales las que se encargaron de gestar una guerra híbrida de cuarta generación en el nivel ideológico con recursos como las fake news ahondando problemáticas como el desconocimiento y la ignorancia sobre los complejos procesos socio históricos que van más allá de la inmediatez del meme y la tecnología, todo ello alimentado por actores de la política tradicional de la especulación visceral y verborréica. En este momento vuelven a emerger los oscuros sentimientos reaccionarios del colonialismo interno patronal como percutor del racismo y la discriminación ante la incapacidad de comprender la otredad.

500 años, días más días menos, el discurso arcaico de la espada y la biblia reaparecen en una coyuntura exacerbada y conflictiva para desconocer los avances constitucionales de haber asumido al Estado Boliviano como ajeno a cualquier dependencia religiosa bajo la característica de laicidad. Año 2019, otra vez el dogmatismo y fanatismo de la seudo religión pretende someter las libertades conseguidas históricamente por la lucha de los pueblos, parangonando incluso rumores del genocidio de otros tiempos y con otras magnitudes rebasadas por la realidad simbólica del siglo XXI. De esta forma el oscurantismo se infiltra en el Estado como preámbulo las intenciones del retroceso de las victorias sociales lo que ha traído consigo una nueva emergencia de las luchas indígenas y populares, ahora abanderadas por el emblema ancestral de la wiphala. Bolivia vive un episodio nuboso en su historia con parte de su población mareada por diversos factores, ante lo cual esperamos un cambio hacia el sentido crítico mínimo para el avance de la sociedad, y más aun de la comunidad. Cinco siglos, muchas generaciones, y todavía nadie se cansa de décadas y décadas de lucha y resistencia donde el Proceso Constituyente y el Estado Plurinacional son solo una victoria irreversible del último tiempo en la trinchera revolucionaria que seguirá presente incansablemente.

lunes, 2 de diciembre de 2019

APOSTILLAS AL PROCESO DE CAMBIO


Hace un par de años había publicado un texto titulado “Proceso de cambio, propiedad comunal”, en el sentido de entender el complejo proceso sociopolítco de nuestro país plurinacional. Sin duda eran otros tiempos, con una serie de metas hacia futuro y una agenda planteada para su cumplimiento y proyectada hasta el 2025, también conocida como “Agenda del Bicentenario”. En aquel entonces los actores políticos, también solo hombres, se disputaban, algunos, la reconducción del denominado “proceso de cambio” en un intento de capitalizar dicho derrotero, discurso y proyecto que había surgido como proyecto de país desde las históricas luchas sociales que fueron encabezadas, principalmente, por los pueblos indígenas y sus organizaciones representativas a nivel nacional. Así la lógica tradicional de la política pretendía virar en cuanto a sus planteamientos, pero sin mucho que ofrecer frente al Instrumento Político hegemónico que estaba vigente y en auge de legitimidad con un gran respaldo electoral a nivel nacional.

Octubre de 2019, luego de las elecciones nacionales se ingresa en una etapa de alta tensión con participación de sectores sociales, por un lado sectores que embanderan el 21F y por el otro afines al Movimiento Al Socialismo (MAS), con la figura de un empate catastrófico. En ese marco, este tiempo de inestabilidad, amenazas y hostigamiento culmina con la renuncia del Presidente Evo Morales y el Vicepresidente Álvaro García Linera, junto a otras cabezas del MAS en sus diferentes niveles. De esta manera, se da paso al cierre de una etapa de casi 14 años de gobierno abriendo el surco para un gobierno transitorio, bajo la sombras del golpe y rumores de fraude. Así, con este complejo escenario se ingresa a un tiempo de inestabilidad con manifestaciones, principalmente, en El Alto, La Paz y Cochabamba en rechazo del gobierno transitorio, desconocido por sectores sociales y cuestionado por la fuerte represión y las consecuentes muertes.

Bajo esta coyuntura, salieron las voces que planteaban la influencia que tiene Evo Morales, exiliado en México, quien estaría incitando a dichas movilizaciones. Sin embargo es fundamental entender que luego de la renuncia de Morales el país ha ingresado en una nueva etapa sociopolítica, donde el líder y dirigente ausente ha quedado, casi, al margen de los hechos de las últimas semanas y las reacciones de los sectores sociales están muy vinculados al Proceso de Cambio, casi de manera espontánea y autoconvocada, que se explica en la memoria larga junto a la lucha que llevaron adelante los pueblos desde tiempos de la colonia, y más aún contra el neoliberalismo desde los años ´90 frente a la fuerte crisis del modelo de aquellos años. Entonces es importante que separemos, de una vez, la figura de Evo Morales del contexto social histórico actual, que al margen de la figura personal de los liderazgos que, también, ahora puedan emerger, se trata de una lucha muy difícil de revertir vinculada a las demandas centenarias de los pueblos. El Proceso de Cambio, en los años 2000, fue encausado por Evo Morales y legitimado con la Presidencia por varias gestiones y elecciones realizadas, pero este proceso no es sinónimo de Morales ni del MAS, sino que trasciende estas representaciones. Entonces, coyunturalmente, Evo Morales ha sido alejado del Gobierno e impedido de poder participar en las elecciones del próximo año, pero las actuales condiciones deberán permitir sanear los errores cometidos en estos, casi, 14 años además de re articular a las organizaciones sociales basados en la situación actual y con nuevas condiciones de lucha. El devenir de los acontecimientos, además de la lectura de oficialistas y opositores, han demostrado que Bolivia no se puede explicar sin las características poblacionales, como la cualidad plurinacional y pertenencia indígena, por tanto debemos separar esa relación, que se había vuelto como algo indisoluble, entre el MAS y el Proceso de Cambio mismo que supera abismalmente al proyecto meramente político electoral, y se consolida en un proyecto social, histórico y político desde abajo.