lunes, 12 de diciembre de 2016

VOLVER A LAS COMUNIDADES

Para las personas que venimos de lugares pequeños, ya sean capitales de Provincia o comunidades, conocer algunas “carencias”, no es novedoso ya que es bien sabido que en el desarrollo del país ha habido diferencias y desigualdades generadas a partir de una serie de decisiones, principalmente políticas. Así, por ejemplo en las ciudades sur potosinas, partiendo de la propia experiencia y los datos corroborados, el agua ha sido y sigue siendo una de las principales problemáticas que trajo consigo las consecuencias, casi lógicas, dentro de lo correspondiente a la salud, ya que el agua potable que sale por cañería, incluso ha sido considerada como no apta para consumo humano, por las altas concentraciones de residuos de minerales pesados. Pese a esta situación, de condiciones insalubres que atentan contra la vida misma de mujeres y hombres, niñas y niños,  dentro del líquido vital esencial para la supervivencia y que lleva consigo una serie de efectos desfavorables dadas estas condiciones; en estos lugares consideramos valioso este insumo presente en cada momento del día a día. En este contexto, en los últimos años se sigue luchando por conseguir nuevas aducciones con agua más saludables y en mayor cantidad que llegue de acuerdo hasta el grifo, de acuerdo a las comodidades a las que nos hemos acostumbrado en todos los lugares a nombre de civilización, progreso y desarrollo, muy influenciados por la globalización y más bien apartados de la necesidades básicas insatisfechas (NBI), que más bien deberían se categorizadas como NBS, necesidades básicas satisfechas.


Sin embargo, vinculando aspecto migratorios, es también recurrente el que en estos lugares “pequeños” se generen procesos de salida poblacional, conocida como emigración, hacia las capitales de departamento para continuar, a veces, con estudios superiores profesionales, o en otros casos simplemente buscar mejores condiciones de vida guiados por el horizonte del progreso de las ciudades “grandes”. Así, la comunidad se va quedando atrás para ir por derroteros diferentes en todo el territorio nacional. En este marco, algunos llegamos hasta Cochabamba, donde si hacemos una relación con el tema del agua, la situación no es muy lejana, ya que además es sabido que en esta ciudad existe un racionamiento del líquido elemento, con algunas diferencias zonales ya que, incluso dentro de la ciudad, la zona sur está más afectada por esta carencia lo que repercute en otros aspecto como la economía familiar. En este sentido, luego de varias décadas de vivir esta situación, los habitantes han aprendido a vivir, de manera consciente, con la lógica del racionamiento de agua como una corresponsabilidad de todas y todos. Bajo estas lógicas, casi culturales, los que residimos en este espacio también nos convertimos en corresponsables del cuidado de los recursos escasos. De esta manera, el agua es, tal vez, considerada con mayor atención y cuidado que en otras ciudades; a su vez esto explica el por qué Cochabamba se convertiría en escenario de la Guerra del Agua en Bolivia, y que seguro será replicada de alguna manera en otros lugares por las condiciones adversas que se van agudizando cada vez más en relación a este recurso. Entonces con estos devenires, que no son causas y azares, vamos reforzando esta cultura del racionamiento, ya que la situación no depende simplemente del tamaño del lugar en el que te encuentre o los NBIs, sino que es una simple lógica de subsistencia de cuidar los recursos en general y administrarlos de la mejor manera, mucho más cuando éstos son escasos.

La crisis ambiental y el calentamiento global vienen haciendo su parte para agudizar esta problemática de manera global, sin ninguna distinción en sus efectos, aunque si la existe en los responsables. Si bien es necesario tener los culpables mayores que generan un mayor impacto ambiental, al mismo ritmo de los avances tecnológicos con un desarrollo que no logra solucionar aspectos tan vitales para la humanidad, como incrementar el agua potable, apta para consumo, o detener la crisis climática, de revertirla todavía no hablamos. Pero, dentro de este marco más general, nos enfrentamos a una serie de situaciones críticas que devienen, principalmente, de la exacerbación capitalista y el consumismo que ha desencadenado, más rápidamente, la crisis ambiental, crisis alimentaria, crisis energética entre otras. Entonces nos estamos refiriendo a una problemática más amplia y complicada en su atención, como una respuesta a este tipo de situaciones se han ido planteado medidas de alcance internacional como los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que dejan atrás a los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), ya que las necesidades urgentes se han direccionado hacia temas ambientales que requieren de atención inmediata porque se trata de la subsistencia y permanencia de la humanidad sobre la tierra.

Entonces hemos recorrido rápidamente, por algunos de los factores que han influenciado a que se sucedan hechos tan cotidianos como la falta de agua en algunas zonas de los hogares, esta vez, de la ciudad de La Paz. Pero más allá de las responsabilidades institucionales, resulta llamativo cómo, aunque no existe el agua, “nos lavamos las manos” de cualquier responsabilidad, pese a saber que en algún momento hemos sido presas del uso desmedido e inconsciente del agua como si fuera un recurso sin riesgo de acabarse, más allá de su cualidad de renovable. De esta manera, ahora vamos exigiendo atención y respuestas inmediatas a problemáticas que deberían de haberse previsto hace mucho tiempo con racionamientos en la distribución y la generación de una cultura del buen uso de este recurso. En este caso, las famosas tres R (reducir, reutilizar y reciclar) son también aplicables en este caso específico, y así lo supimos quienes venimos de otros orígenes en condiciones normalizadas de cuidar el agua con la que se cuenta. Por tanto, cuando se logre restablecer el servicio “normal” de abastecimiento de agua, esperemos haber tenido aprendizajes significativos para darnos cuenta que vivimos en tiempos difíciles respecto del medio ambiente y que los recursos renovables también se pueden acabar.

Con lo señalado, nos vamos dando cuenta de que no hemos quedado exentos de situaciones tan enajenantes como el consumismo exacerbado de los famosos malls llenos del espíritu capitalista que nos van segando en otros intereses que nos deberían ser el centro de nuestra atención, en los tiempos en que  vivimos. Entonces, al observar estas actitudes donde el individualismo aflora plenamente y no importa la colectividad es que renovamos la mirada hacia las comunidades donde se recupere e interés por el bien común, y la corresponsabilidad esté presente de forma permanente, no solo en aspectos económicos sino integralmente. En este sentido, es que planteamos volver a las comunidades, más allá del entendimiento de ubicación o movilidad espacial territorial, sino que represente cambiar las lógicas en las cuales nos vamos moviendo día a día, comenzando por mirarnos dentro de las familias, junto a todas sus complejidades y variantes, para después proyectar nuevamente la comunidad en áreas rurales y urbanas. Con todo esto, esperemos no ser testigos de nuevas guerras del agua, pero esta vez entre pobladores de mismos territorios pugnando por los recursos que son propiedad colectiva, y que gracias a intereses ajenos vamos equivocando las lógicas con las cuales entendemos al mundo.