lunes, 26 de abril de 2021

TRINCHERAS LIBRESCAS


Durante la historia de la humanidad, relativa y minúscula ante el inimaginable universo, ocurrieron varios momentos donde las motivaciones más inexplicables llevaron a que grupos extremistas, fanáticos y fundamentalistas, entre otros, practiquen un hecho totalmente reprochable como ser la quema de libros. Así podríamos considerar causas políticas y religiosas, entre las principales, que primero incendiaron las mentes de las personas y luego hicieron lo mismo con los textos que no comulgaban con sus preceptos. En casos peores, también sabemos que, incluso, las propias personas también fueron quemadas, luego de haber sido consideradas como bestias o salvajes, en otros tiempos, con sentimientos que perviven hasta la actualidad donde igualmente solo alcanzan a destruir símbolos y emblemas en reacciones maniqueas que podrían ser explicadas por la contradicción entre civilización y barbarie, donde con una reflexión mínima nos permite concluir quién es quién en este entramado.

 

Luego de haber sobrevivido al oscurantismo, y no solo el religioso o científico, las sociedades humanas continuamos amparadas por los refugios del alma como son los libros, los que no pudieron ser callados por sectores reaccionarios y los que continúan reivindicando la amplias y complejas realidades actuales con raíces ancestrales. En ese marco, parecería que, en el mundo, cada vez hay más libros y menos lectoras y lectores, lo que hace que nos preguntemos ¿es prudente seguir escribiendo?, planteando otro de los temores de simples escritores y afectando también hasta a grafómanos. Pero esos son los dilemas existenciales del oficio de escribir ante un escenario algo hostil que, de cuando en cuando, otorga algunas satisfacciones.

 

Este año, enmarcados en un panorama pandémico y cuasi pos-apocalíptico, los libros resurgen como una especie de salvavidas que nos permiten, nuevamente, viajar imaginariamente por mundos lejanos y por los, supuestamente, inexistentes, rompiendo así con las limitaciones espaciales que se ahondaron aún más con el confinamiento, solo visto en libros de mundos distópicos y bizarros. Pero contra todo intento de limitación y control por parte del sistema y sus agentes, los libros han irrumpido con una serie de eventos, a manera de fisuras que muestren luces en medio de la oscuridad pandémica. Los espacios públicos fueron re-tomados para permitir un lugar a la imaginación de todo público ya sea en ciudades capitales e intermedias, tendiendo puentes con la libertad que nos permite la lectura y la imaginación. Que los libros se sigan constituyendo en estos factores de liberación respecto de lo intentos de adormecimiento del sistema y su eventual oscurantismo, donde en medio de este panorama ingresa también el factor tecnológico que juega una parte importante en el adormecimiento de la conciencia crítica introduciéndonos en un ensimismamiento, del que todavía no hemos visto las consecuencias reales. Con todo ello, el mundo libresco sigue con varias luchas de resistencia, en tiempos más o menos hostiles, con la amenaza permanente de tener que lidiar con el oscurantismo fundamentalista cada cierto tiempo y el legado de Alejandría en nuestra trinchera.

lunes, 19 de abril de 2021

¿FIN DEL CICLO ELECTORAL?

 

Foto: semana.com

El año 2019, eran otros tiempos, ingresábamos al tenso año electoral que en octubre definiría quién sería el nuevo Presidente del Estado Plurinacional (remarcado en masculino por el claro sesgo de una mayoría de candidatos hombres). En esa coyuntura el gobierno de entonces cargaba con 13 años de gestión con luces y sombras, aunque más de las primeras, a lo que se fue sumando una arremetida desde diferentes flancos que iban construyendo una narrativa, entre muchas otras, de un supuesto “fraude” que se venía armando con pinzas e influencias que iban más allá de nuestras fronteras. En este marco el slogan del 21-F también tuvo un sitial preferido en los bandos de oposición que no lograron articular un proyecto político y mucho menos uno de país en todo ese tiempo luego de haber sido, casi anulados, con la crisis del neoliberalismo de los años ‘90-2000. Así, se llevó adelante, en un marco democrático, las elecciones del 20 de octubre para comenzar con uno de los momentos más críticos del proceso de cambio y del periodo democrático que fue truncado a los 37 años.

 

Con todo ello, y luego de la violenta irrupción y toma del poder de algunos sectores sociales y políticos, el año 2020 otra vez, después de un oscuro tiempo, se llevaron adelante las elecciones nacionales desmontando el planteamiento de insurrección y mucho menos revolución vinculado al apronte reaccionario de octubre y noviembre de 2019. Fue entonces donde el Movimiento Al Socialismo nuevamente logra una victoria aplastante que supera el 55%, poniendo en evidencia todo el aparataje que se armó desde los medios de difusión y algunos “analistas” que incluso dijeron que el MAS no retomaría el poder, por lo menos en 20 años. En este nuevo tiempo, comienza un mandato legítimo, mayoritario y popular, elegido democráticamente el 18 de octubre, misma fecha propuesta como el Día de la Recuperación de la Democracia. El triunfo demarca una serie de retos para el nuevo gobierno que deberá comenzar por sanear y esclarecer los luctuosos hechos que incluyeron heridos, desparecidos y muertos, además de las tomas violentas, organizaciones irregulares y demás vulneraciones de los Derechos Humanos, sobre todo de los sectores populares e indígenas.

 

Como un colofón, el 2021 se realizaron las elecciones para gobiernos departamentales y municipales, donde la denominada ola azul ratificada por más del 55% de las nacionales, ingresaba en una nueva etapa donde los liderazgos regionales y locales, además de otro tipo de elementos a considerar, mostraron nuevos resultados. En este marco, en los municipios hubo una gran mayoría de victorias azules en todo el territorio, lo que no sucedió con lo departamental, al menos no con el Ejecutivo (segunda vuelta mediante). Una vez superados todos estos hitos político electorales, que vienen desde el 2019 e incluso se arrastran desde 2016, Bolivia tiene el tablero claro y tendrá hacia adelante, aproximadamente, 5 años para evaluar lo sucedido con la urgente demanda de justicia que no debe quedar impune. En este contexto, obviamente el MAS es el principal llamado a la evaluación crítica que deberá considerar la proyección del proyecto político y las estrategias de renovación generacional con formación de cuadros que permitan evitar sucesos como los ocurridos cuando devolvieron la biblia al palacio.

 

En medio de todo este entramado, nuestras sociedades altamente politizadas, seguramente no quedarán impolutas a las dinámicas de ida y vuelta política, mientras esperamos un nuevo tiempo electoral. De por medio se encuentran intereses sectoriales que suelen mimetizarse en instancias formales como las universidades, las iglesias o instancias muy cuestionables como los comités cívicos que intervienen como agentes externos en el devenir de la política. Desde el otro lado resulta muy necesario que la Bolivia Plurinacional-popular comience a trabajar la profundización del sentido crítico y la memoria histórica, para asumir decisiones cada vez más argumentas y menos reaccionarias para responder a las demandas históricas y la reivindicación de nuestros pueblos.