lunes, 25 de marzo de 2013

DEL MAR, DEL MAR, DEL MAR



Enmarcado entre una diversidad de vertientes y líneas históricas se encuentra enmarañado el tema del mar. Todo ello a raíz de lo acontecido en el siglo XIX cuando el Ejército chileno invade territorio boliviano arrebatando con una guerra el acceso a las costas del Océano Pacífico con la fecha crucial del 23 de marzo que se ha implantado en el imaginario nacional hasta nuestros días en el intento de recuperar esta puerta hacia el mar. Con lo sucedido, esta temática, entendida más como problemática, trae consigo una diversidad de abordajes que sirven en diferentes momentos dependiendo de los actores que emitan criterios al respecto. En primera instancia ha quedado la idea que relaciona al carnaval y la irresponsabilidad de los gobernantes para responder a la primera incursión chilena ya que se describe que el Presidente Daza no quería romper con los eventos carnavaleros, lo cual tiene varias versiones y contradicciones. A partir de este elemento, lamentablemente, se ha ido generando un sentimiento pesimista en cuanto al boliviano que se enfoca en este dato para mostrar a nuestra población como una especie de chauvinista en cuanto a la dignidad nacional.

            No obstante, el tema del mar tiene otras aristas más resaltantes cuando se supera este primer aspecto mencionado. Así llegamos a entender a esta perdida como una necesidad estratégica y de interés nacional que se encausa a establecer uno de los reducidos puntos de encuentro de los bolivianos que nos identifique de forma colectiva y genralizada. Es decir el tema del mar es un importante factor de cohesión en nuestro país, que suele superar incluso diferencias políticas e ideológicas cuando se trata el tema. En este sentido en los últimos días, al igual que en otras ocasiones, se han reunido los ex Presidentes de Bolivia junto al actual Presidente Evo Morales para discutir y diseñar una estrategia marítima que sobre todo ha tomado fuerza con las voces que buscan la demanda internacional en la Haya. Con esta imagen del encuentro, se logra resumir todo el sentimiento que se expande en los habitantes de Bolivia. Al respecto, lo que le quita la importancia al hecho es que, como muchas otras cosas en nuestro país, se potencian por la coyuntura; es decir que toman fuerza cuando se acerca el 23 de marzo para luego reducir en primicia. Por otro lado, también el mar siempre fue utilizado como un as bajo la manga que se utiliza cuando existen problemáticas sociales o políticos en el país como una manera de desviar la atención marcando una nueva agenda.

            Así han pasado más de 130 años en enclaustramiento marítimo y seguimos desfilando con la confusión de que si estamos celebrando o conmemorando el día del mar, que ahora se ha denominado, de forma más acertada, el día para la reivindicación marítima. Con estos antecedentes, nos ubicamos frente a un tema en común para todos pero muy específico en su tratamiento que compete a las instancias gubernamentales como ser la Cancillería y el mismo Presidente, aplicando estrategias bilaterales o multilaterales donde a nosotros solo nos interesaría el resultado que se pueda obtener. No obstante, luego del trabajo de negociación con avances y retrocesos de muchos años entre Chile y Bolivia parece ser que no hay progresos considerables que tengan algo concreto y más bien solo parece una retórica diplomática para dar largas al asunto. Pero, más allá de este espacio oficial resulta sugerente lo que acontece entre los pueblos de ambos países donde se va deconstruyendo la percepción de enemistad que se mantenía vigente y ahora más bien hay un acercamiento entre la sociedad civil. Como muestra de ello están los gritos de ciudadanos chilenos pidiendo mar para Bolivia o lo acontecido en Viña del Mar 2013 cuando el ex vocalista de los Prisioneros, Jorge Gonzales, manifestaba algo similar cuando existía un tenso ambiente por la detención de los tres soldados bolivianos. Pero, más allá de las diferentes situaciones que se van planteando, resulta más coherente que la solución vaya a fortalecerse desde una esfera ajena a los Estados y más bien crecerá como una necesidad de integración de los pueblos dentro de un contexto diferente en el cual se plantea nuevos paradigmas. Todo esto deberá ser canalizado y formalizado por los gobiernos que una vez más deberán seguir las direcciones que demarque el soberano, antes enfrentado y ahora en hermandad.

lunes, 18 de marzo de 2013

LA EPOPEYA, MEDIO SIGLO DESPUÉS



En 1963, todo el pueblo boliviano se encontraba inmerso en el acontecer futbolístico en el marco de la Copa Sudamericana que se desarrollaba en nuestro país. Pero más fue el beneplácito cuando la selección nacional pudo llegar a la final y jugar este partido en la ciudad de Cochabamba donde alcanzó una histórica victoria, frente a Brasil, que pudo materializarse en la única copa internacional que obtuvo nuestro país en toda la historia. Después de este hecho, tuvieron que pasar muchas décadas para que volvamos a sentir el corazón acelerado por los triunfos futbolísticos que solo tuvieron un avance en las eliminatorias para el Mundial de 1994 donde pudimos estar presentes. Sin embargo, de manera continua nos hemos acostumbrado a las derrotas o a juegos conformistas que dicen muy poco de la dignidad nacional. No obstante, medio siglo después de conseguir la Copa Sudamericana ha sido grata la presentación de un libro que refleja lo vivido en diferentes espacios y por variados actores en ese tiempo. Esto fue plasmado en un libro realizado por Mario “Cucho” Vargas que lleva el título de “50 años de la epopeya” el cual nos remite nuevamente hasta otros tiempos donde el futbol tenía algunas de las cualidades más importantes para el deporte, la dignidad y el desinterés por los réditos económicos.

            Desde este punto de vista, el año 2010 se jugó un partido de sub 20 entre Argentina y Bolivia donde para cualquier observador, sin importar el criterio o nivel de conocimiento que tenga de futbol, fue notoria la acción desvergonzada acontecida ya que se adicionó casi 13 minutos hasta concretarse un penal a favor de la selección argentina dándole así una victoria, por demás, dudosa. Entonces, años después sale a la luz un escándalo internacional que ha develado una red de corrupción y apuestas que funcionaban a nivel mundial donde se compraban partidos y sus resultados; que incluye al mencionado partido sub 20. Con este antecedente, somos testigos de datos deprimentes en cuanto al “deporte rey” donde al parecer se han infiltrado las garras del poder y de los intereses económicos que ponen en cuestión cualquier evento futbolístico, y deportivo, donde no se puede tener certeza de la transparencia del mismo. Posiblemente, como uno de los tantos argumentos a nuestro favor, podríamos apelar a este dato para decir que los países en desarrollo no tenemos estas capacidades ni políticas ni económicas las cuales influyen en logros deportivos que pueden explicar nuestra crítica situación a nivel internacional. Sin embargo, tampoco se puede dejar de lado las denuncias de malos manejos en las diferentes instancias deportivas que tenemos en el país y que no logran concretar éxitos, en este caso, para nuestros representativos futbolísticos que parecen ensimismados en un campeonato liguero, doméstico, sin ninguna capacidad en eventos internacionales.

            Por todo ello, es importante retornar y tener en la memoria las victorias logradas por equipos como el de 1963 donde se encontraban figuras relevantes entre las cuales destacó Víctor Agustín Ugarte, el Maestro. Lamentablemente, junto al tiempo transcurrido, la población y la hinchada boliviana se fueron alejando de este recuerdo para que muchos de los miembros de esa selección también queden en el olvido. Entre estos personajes, posiblemente Ugarte fue el que la pasó peor porque tuvo que morir en el anonimato y en condiciones deplorables para el otrora Maestro. Así, Ugarte solo ha quedado en la memoria de pocos como dice Cachín Antezana, en su ensayo “El Maestro” (2006): «Víctor Agustín Ugarte. Su nombre debería bastar por estos lares para evocar las posibilidades generativas y estéticas del fútbol. Pero, eso no sucede. Hoy en día, no falta quien te pregunta “¿Quién?” cuando le mencionas hablando de fútbol boliviano. “Víctor Agustín Ugarte,” insistes. “¿Quién?”, reiteran. […]Le llamaban “Maestro,” “Maestro Ugarte.” Como se sabe, en el fútbol —y en las artes—, el título de maestro es mucho más digno que los de rey, príncipe o emperador. […]De los maestros sabes que aprendes o puedes todavía aprender o siempre puedes aprender, de los otros, no sé, sólo aceptas su jerarquía o algo por el estilo. ¿Cómo es que han olvidado tanto al maestro Ugarte? ». Con estas líneas propias y citadas, vaya un homenaje póstumo a uno de los artífices de la Copa del `63 y que no pudo estar presente en el reconocimiento por lo 50 años de este suceso del futbol nacional e internacional y que ha quedado como una deuda pendiente para los que vibraron con su juego y no pudieron retribuir algo de lo que nos dejó.

lunes, 11 de marzo de 2013

ANECDOTAS DE DON ALFARO Y DE NOSOTROS

Siendo oriundos de Tupiza, desde muy pequeños fuimos escuchando y asimilando la música regional entre la cual es menester que destaque la obra de Willy Alfaro; en este sentido, seguramente para gran parte de nuestra población, Alfaro es un sinónimo de Tupiza y las celebraciones que sigue nuestro calendario. Pero más que todo, para cualquier reunión o encuentro con paisanos y amigos donde es obligación interpretar las tonadas de este compositor; y es mediante este mecanismo que se lo hace presente en cualquier evento bohemio. Por otra parte, en el hecho o el intento de formar una banda y hacer algo de música junto a Iván Alfaro, tuvimos la oportunidad de compartir algunos instantes y acordes junto a don Willy que solía presentarse en el “Queñua” donde nos reuníamos para ensayar. De igual forma, la Peña fue lugar para realizar las tocadas, siempre anecdóticas, donde incluso llegamos a grabar un video muy empírico junto a Pato, Chelo e Iván; esta vez en el “Alendoy”. Así se van presentando varios recuerdos que fueron motivados de una u otra manera por don Willy que merecidamente es condecorado por medio siglo dentro de la vida artística regional, nacional e internacional. Ahora, de forma permanente tenemos dos formas de estar acompañados por su obra, primero por su gran repertorio musical y, lo último que fue publicado, el libro “Anécdotas de don Alfaro y de los otros” (2012) con sus vivencias a partir de lo que se conforma un marco literario sugerente para acercarnos hacia nuestra región chicheña de manera performativa desde las dos facetas más atrayentes, la música y la literatura.

Con estos y muchos otros antecedentes, habiéndose celebrado los 50 años de vida artística del cantautor tupiceño Willy Alfaro, el Ministerio de Culturas le otorgó una condecoración como un reconocimiento a su aporte para el patrimonio musical de nuestro país. Este acto se realizó en el Cine Teatro 6 de agosto de la ciudad de La Paz el pasado 7 de marzo con la participación de diferentes autoridades nacionales además de un importante número de residentes chicheños que colmaron el ambiente. Así, el evento también contó con la actuación de varios artistas entre los que destacaron Luis Rico, Martín Castillo, Freddy Mendizabal, Rossmery Navarro, Trilogía, Gustavo Romano y Beimar Baldivieso; a lo que se sumó la genial interpretación del maestro Willy Alfaro que estrenó nuevas composiciones además de algunos clásicos como el “Rompe Cantarito”, “Mi Desventura” y “Fiesta de Reyes”. 

En el acto central se tuvo la participación de Álvaro Careaga, Coordinador de la Comunidad de Residentes Tupiceños y principal artífice de este homenaje; también estuvo Arturo Conde, Presidente de SOBODAYCOM, haciendo la entrega de un reconocimiento por parte de esta entidad aglutinadora de los artistas y compositores bolivianos. Posteriormente se hizo presente el Senador por Potosí Eduardo Maldonado para entregarle otro reconocimiento a nombre de la Asamblea Legislativa Plurinacional haciendo menciones sugerentes sobre Tupiza además de considerarse parte de este ámbito artístico por ser nieto de Humberto Iporre, destacado compositor potosino. Por último, el Viceministro de Interculturalidad Ignacio Soqueré hizo la entrega de la medalla al Mérito Cultural Adela Zamudio al cantautor a nombre del Ministerio de Culturas y del pueblo boliviano porque eso nos dignifica, manifestaba. Así, Willy Alfaro concluyó con sus palabras de circunstancia y agradecimiento a todas las instancias y personas que hicieron posible este homenaje donde, desde el espíritu jovial que lo caracteriza, entre otras cosas decía: “no soy muy gritón, no soy muy alaraco, pero si soy muy querendón”. A manera de colofón, estos días de homenaje concluyeron el 8 de marzo con una peña donde se pudo disfrutar de la música del personaje principal, Willy Alfaro, quien interpretó las canciones más importantes de su amplio repertorio, de 50 años de creación artística, junto a diferentes músicos que conformaron el marco musical para este encuentro y además recibió el reconocimiento a nombre del Diputado Pascual Huarachi. Con lo acontecido quedan las palabras de Willy Alfaro que espera todavía celebrar lo cien años de vida artística que seguramente serán celebrados ya sea por nosotros o las próximas generaciones que disfrutarán todavía del legado creándose así muchas más “anécdotas de don Alfaro y de nosotros”.

lunes, 4 de marzo de 2013

VITICHI EN LOS CHICHAS


Habitando en otras partes del país, después de haber atravesado los límites de los Chichas, siempre es llamativo ver artículos o notas de prensa que plasmen el acontecer de la región de la que salimos por cuestiones vivenciales o necesidades que superan la voluntad propia. De esta manera, es grato encontrar en portada de la Revista Escape Nº 616 (del 3 de marzo de 2013) la imagen de un poblador chicheño que precede a un artículo titulado “Fiesta en Vitichi, la alegría de estar en casa”. Aquí podemos encontrar, sobre todo, la época del carnaval que se celebra en esta localidad junto a sus principales características que, sin embargo, no se abstraen de los elementos fundantes y propios de los Chichas como ser los concursos a caballo a decirse, más propiamente, del concurso de la sortija. Así, los autores nos presentan esas vivencias, cuasi, existenciales expresadas como añoranzas cuando uno se encuentra espacialmente lejos y que revive cuando retorna, temporalmente, para “reencontrase consigo mismo”. De igual forma podemos remontarnos de manera imaginaria hasta esos lugares al apreciar las fotografías capturadas y publicadas que son importantes ya que, en muchos casos, son escasas las imágenes publicadas de esta parte del país como expresión significativa de la Región de los Chichas.

            Así, cuando se encuentran este tipo de trabajos en la prensa nacional, es importante la repercusión que se pueda tener ya que se da a conocer a gran parte del territorio boliviano lo que existe en otras latitudes de nuestra geografía los cuales pueden quedar desapercibidos por esa visión modernista donde las grandes ciudades son el horizonte a alcanzar. Aunque de igual manera, para muchos de los propios habitantes de los Chichas puede ser llamativo conocer otros espacios tan importantes para poder entender nuestra identidad que, para nuestro caso, se encuentra también en las comunidades donde las raíces pueden haberse mantenido con mayor vigor y sin muchas influencias. Desde esta perspectiva podemos decir que dentro de la Región de los Chichas la Provincia Nor Chichas encierra en sí un gran patrimonio cultural e histórico que debe ser trabajado e integrado en una sola línea cronológica otorgando así un sentido único en la construcción y reconstitución de la Nación Chichas.

            De esta manera, la Región de los Chichas también se enfrenta a esos localismos que pretenden polarizar la identidad colectiva y un gran territorio que tiene sus puertas de ingreso en lugares como Vitichi y se extiende en todos los sentidos para llegar, hacia el sur y solo considerando territorio boliviano, hasta Villazón. No obstante, como ya mencionamos, el ser chicheño va más allá de las simples capitales de Provincia o Municipio donde encontramos un sin fin de expresiones que solo en su conjunto nos permiten apreciar y concatenar la identidad chicheña en todas sus formas que se articulan en una sola. Por tanto, para poder hablar de los Chichas y más aun de una Nación Chichas reconstituida debemos recorrer en todas las direcciones el territorio ancestral rescatando y potenciando los baluartes que hayan quedado hasta nuestros días para recuperar las historias locales en el objetivo de re-estructurar la historia común de los míticos pueblos precolombinos de los Chichas.