lunes, 26 de octubre de 2015

ARGENTINA Y LOS CHICHAS

El país vecino del sur ha llevado adelante la elección presidencial luego de una larga etapa del denominado kirchnerismo en el poder, que se sumó a la corriente de gobiernos progresistas y de tendencia hacia la izquierda en esta parte sur del continente americano. Así, pese a los problemas sociales que se viene enfrentando en Argentina, parece que se renueva el apoyo al candidato oficialista a la espera de los cómputos oficiales o un posible balotaje en la segunda vuelta. Pero este es simplemente un pretexto para hablar de este país vecino con el cual los Chichas tuvieron una sugerente relación y todavía la sigue teniendo en referencia de la parte norte de la Argentina con espacios como Humahuaca y Tilcara, entre otros. Entonces, como un primer elemento fundamental está el territorio del cual los lugares antes mencionados formaron parte de la Nación Chichas y que hasta ahora mantienen lazos que vinculan el devenir de estos pueblos. Como prueba de ello encontramos investigaciones realizadas, tanto, en Bolivia y Argentina donde se da fiabilidad de esta relación cuando se habla también de localidades como Yavi que constituían territorio chicheño y la voluntad de sus autoridades por mantener vigente este vínculo de hermandad.

No obstante, falta profundizar las líneas investigativas que permitan tener un mejor sustento de rigurosidad científica en cuanto a estos orígenes compartidos entre la población del sur boliviano y el norte argentino sobre todo luego de los procesos republicanos donde comienza el mayor desmembramiento territorial de la Nación Chichas. Asimismo, ya en tiempos de la república y más contemporáneos seguimos con los procesos que nos vinculan al encontrarse una parte importante de población de hombres y mujeres oriundos de los Chichas que emigran hacia la Argentina como si fuera un sentido, casi, obligatorio que se debe seguir generación tras generación. Así vemos a la gente que ha retornado luego de un tiempo donde se encuentran los que tuvieron mejores condiciones que otros a partir los motivos por los cuales se dirigieron hacia el país vecino, entre los que se diferencian los estudiantes y los trabajadores “obreros”. A partir de estas vivencias se fueron generando diferentes imaginarios respecto de este proceso de emigración sin contar con las familias que se constituyeron en este espacio y que ya no volvieron hacia el país de origen.

El hecho de que los Chichas sean, en la actualidad, una frontera con Argentina también implica otros efectos más subjetivos que inciden en los procesos identitarios que sin duda tienen una vertiente que influencia en la cultura de los Chichas, ya sea por esta adaptación poblacional o los mecanismos de frontera que involucra varias aristas, desde la económica, social y otras, incluyendo hasta la deportiva. Así, se han logrado establecer varios elementos culturales que se fueron asimilando en los Chichas donde se encuentran costumbres y gustos musicales, gastronómicos y futbolísticos que incluso son prioritarios a otras preferencias ligadas con Bolivia. Desde este punto de vista podemos hablar de ejemplos puntuales como ser la presencia de la zamba, chacarera y malambo dentro del acervo musical del cotidiano para pobladores chicheños; de igual manera este performance es complementado con el compartir la yerba mate que se encuentra muy presente en espacios del compartir habitual. Hablando del futbol, es también conocida la rivalidad, aunque fútil, entre dos equipos como ser Boca Juniors y River Plate que también son fundantes a la hora de definirse futbolísticamente. De esta manera, la influencia argentina en los Chichas mantiene vigente el vínculo que se tuvo a partir de tiempos ancestrales, desde haber compartido un mismo territorio e identidad hasta los actuales mecanismos con los cuales la población interactúa entre países, lo cual no deja de influir en los procesos identitarios del ser chicheño y chicheña contemporáneos entre las muchas vertientes que nutren la compleja subjetividad de la Nación Chichas también entendida como identidad.

lunes, 19 de octubre de 2015

TODOS CON LA ROJA…

Ha comenzado una nueva etapa dentro del fútbol y a nivel mundial los diferentes países vienen disputando partidos clasificatorios para Rusia 2018. Así nuevamente reaparecen los sentimientos nacionalistas bolivianos en miras de poder contar con un cupo en este encuentro internacional y ver a nuestra camiseta representando a todos los y las habitantes de Bolivia. Sin embargo, es importante considerar que para esta versión se tienen “novedades” sugerentes en varios ámbitos. Primero, y uno de los más esperados, es el cambio en la dirigencia del fútbol nacional lográndose algo que se venía pidiendo hace mucho tiempo como una necesidad que de un nuevo aire al fútbol boliviano. De igual manera, el ex mundialista Julio Cesar Baldivieso asumió la dirección técnica del equipo boliviano en el mismo derrotero de otorgar innovación en este ámbito del deporte. Como un tercer aspecto, tenemos la inclusión de la camiseta alterna de color rojo que ya debutó en el partido frente a Ecuador, recuperando este uniforme que se había propuesto algunos años atrás.

A hablar de fútbol, para los y las bolivianas no deja de estar presente el recuerdo entremezclado con el ansia de lo que se espera del nuevo equipo boliviano que se encuentra apuntando hacia el próximo mundial de fútbol. En este sentido, los reducidos logros y victorias alcanzadas por nuestra selección son siempre el antecedente utilizado para brindarnos una nueva esperanza de tener resultados positivos en cada partido de cada eliminatoria o campeonato internacional. Así, primero hablamos del campeonato logrado en 1963 donde se encontraban hombres como Víctor Agustín Ugarte que marcaron la memoria colectiva hasta nuestros días. Un segundo momento se encuentra en la clasificación al Mundial de Estados Unidos ’94, hace más de 20 años, que es algo más cercano a los que ahora son adultos y adultas; pero que para las nuevas generaciones es solo un logro que deben imaginar y del cual no formaron parte vivencial.


Con todo lo mencionado, pese a las dos derrotas sufridas en esta eliminatoria, es importante destacar la reacción que surgió con los cambios suscitados en el último tiempo. Nos referimos al apoyo brindado por parte del público asistente al partido de apertura en La Paz, donde luego de la derrota se alentó este nuevo tiempo que se espera traiga alegrías a la población boliviana. Entonces, este es un cambio que hace notar una reacción oportuna de respaldo a la selección dirigida por Baldivieso la cual deberá ser mayor al sentimiento derrotista de algunos comentaristas deportivos que cambian el discurso según miran los resultados. En referencia al color de la camiseta, el cambio es sugerente sumándose a la corriente de modificaciones sufridas en el fútbol boliviano. Pero como es sabido, más allá de estos hechos falta un camino de largo plazo para que el fútbol boliviano sea pretexto para fortalecer la identidad nacional entre las tan reducidas cosas que son capaces de generar unidad en nuestro país y que se trabaje en un mismo sentido. Y cuando llegue el partido como locales ante Chile resultaría muy interesante utilizar la camiseta alterna, mucho más en el contexto del proceso que se lleva en la Corte Internacional de Justicia de La Haya, a lo que deberá seguir una victoria teniendo una, nueva, victoria importante ante el país vecino, esta vez de forma simbólica y con juego en igualdad de condiciones que nos sirva como un buen presagió en cuanto a lo que ocurra con el acceso al mar con soberanía.

lunes, 12 de octubre de 2015

NIÑA Y MUJER

Como un homenaje a la poetisa Adela Zamudio el 11 de octubre se recuerda el Día de la Mujer Boliviana y nos encontramos en un nuevo momento para celebrar a esas personas que superan a la mitad de la población en nuestro país. No obstante es seguro que una simple fecha no sirve de mucho para que se considere un verdadero avance en cuanto al respeto por los derechos de las mujeres así como ir eliminando la violencia que se ejerce día a día sobre este grupo poblacional como uno de los más vulnerables a esta situación. Asimismo, si bien las fechas conmemorativas pueden ser pretextos para conversar, también son mecanismos que muestran la doble moral en la que seguimos viviendo y donde encubiertos en regalos y felicitaciones superficiales se sigue vulnerando sus derechos el resto de los días del año. Así, con una lucha permanente por muchas décadas, las mujeres vienen generando sus propios espacios en el marco de la construcción de una sociedad más equitativa donde se eliminen, de una vez, las cargas sociales sesgadas por el patriarcado y reproducciones machistas que nos mantienen en una sociedad llena de violencia y desigualdad que, a partir de la mujer, incide en otros miembros como ser niñas y niños.

11 de octubre, también se recuerda el Día Internacional de la Niña (fecha reconocida también en algunos municipios del país) que nos lanza otros aspectos dentro de esa misma sociedad que de por si vulnera los derechos de las mujeres lo cual se amplía aún más hacia las niñas. De esta manera, esta fecha debe ser más que un simple día de, supuesto, festejo y convertirse también en otra bandera de lucha para visibilizar la problemática que encierra a nuestras niñas como víctimas de un sistema que se reproduce sin mayor reflexión de hacia dónde estamos llevando a nuestras niñas, y niños. Aquí también interviene la violencia tan presente en todos los espacios, ya sean públicos y privados, donde están expuestas a todos los tipos desde el físico, psicológico, sexual y simbólico entre muchos otros lo cual debe ser una señal de alarma para todos y todas por ser corresponsables de la niñez en su conjunto. En este sentido, lo más aberrante resulta en que esta violencia es ejercida dentro del hogar que habría de considerarse como un espacio de seguridad y protección para niñas y niños.

En esta oportunidad cabe preguntarse de manera muy seria qué tipo de infancia estamos construyendo, ya sea, a partir de nuestros comportamientos cotidianos y [re]acciones hacia niñas y niños donde el ejercicio de la violencia es un común denominador como la única manera de educar y convivir con las nuevas generaciones de las que se espera, contradictoriamente, un cambio generacional. En nuestro país la niñez parece haber quedado como una de las poblaciones más ignoradas en todos los espacios donde la gestión pública no se queda exenta al existir muy pocas políticas de atención, partiendo del cuidado, que nos lleva a considerar que “no es un país para niños y niñas”. En este sentido hay muchas aristas por seguir reflexionando para generar una respuesta efectiva a la problemática que viven las familias en torno a una mejor vida en relación a niñas y niños. Pero debemos seguir en la lucha, más allá de las reivindicaciones de género donde solo las mujeres luchan por las mujeres, esta vez es deber también de los hombres sumarnos a esa lucha por una sociedad más equitativa que parta de un simple día libre de violencia hacia mujeres y niñas que puede significar un cambio progresivo desde lo individual a lo colectivo, seguido del cambio social el cual todos y todas deberíamos buscar. Celebrar el 11 de octubre no significa solo un día al año, sino que es el recordatorio casi obligatorio de que cada día es determinante para que comencemos a vernos y cuestionarnos qué tipo de actitud tenemos para con nuestras niñas-mujeres eliminando de forma progresiva o inmediata el pensamiento naturalizado, arcaico y retrógrada de convivir con violencia hacia las que pueden ser nuestras madres, hermanas o hijas, donde somos incapaces de practicar la empatía que nos convierta solo un poco más en humanos.

lunes, 5 de octubre de 2015

#MARPARABOLIVIA

Se dice que cuando Chile invadió el territorio boliviano, 1879, el Presidente junto a miembros de su gobierno de su época se encontraba celebrando el carnaval y que solo hasta después de estas festividades se consideró en serio el problema en esta parte de Bolivia. Con este antecedente se fue construyendo uno de los periodos históricos del país que más secuelas han dejado en la población, pese a que ya pasaron más de cien años desde ese momento. Así, recordamos la pérdida del acceso al mar con esta carga histórica negativa y que afecta los imaginarios vinculados a la identidad nacional de la cual no se separa un reproche de lo que “se pudo evitar”. No obstante, con el paso del tiempo, la versión del Presidente irresponsable y carnavalero ha sido desechada y se ha comprobado que los acontecimientos fueron complejos y diferentes ya que la tardanza de una respuesta ante la invasión fue por la falta de conexión y comunicación con esa parte del país.

Pero el daño está hecho y el sentimiento de culpa junto a varios otros permanece en nuestras y nuestros habitantes, incluyendo niños y niñas en los cuales se reproduce de manera irresponsable este tipo de hechos históricos equivocados donde se incluye la construcción de enemigos inexistentes desde hace décadas atrás. El caso es similar en el país vecino, donde se conoce que existe una educación que llega a modificar la historia en favor de la permanencia de un tipo de pensamiento que genera la subsistencia de un enemigo con el cual no hay nada pendiente desde el tratado de 1904. Al igual que se ha estructurado este pensamiento derrotista en torno al mar, esta carencia se ha transformado en un objetivo al cual siempre se quiere volver, adscribiéndole incluso cualquier problema interno que pueda tener Bolivia, en los casos extremos. Así la falta de una salida soberana al Pacífico es una especie de muletilla a la cual se recurre en ciertos momentos ya sea para bien o mal y que ha quedado como una herida abierta que desangra a nuestro país.

Después de esta pérdida centenaria, el pasado 24 de septiembre, la Corte Internacional de Justicia (CIJ) en La Haya se declaró competente para proseguir con la demanda que interpuso Bolivia contra Chile lo cual ha desatado una serie de reacciones dentro ambos países y en diferentes instancias. Primero, se debe considerar como un importante avance, y hasta cierta victoria, para Bolivia que por lo menos influye en ese sentimiento nacional devolviendo un espíritu de victoria en el imaginario colectivo, alejándonos del complejo de inferioridad muy presente en varios sectores de la población. El día en el cual la CIJ hizo pública su declaración, después de haberse analizado los argumentos presentados por ambos países, se dieron las primeras reacciones precedidas por una vigilia en la Plaza Murillo a la espera de este resultado. La consideración de procedente a nuestra demanda resultó en lágrimas y mucha emoción en los y las bolivianas como algo inmediato. No obstante es importante considerar que este resultado es solo un paso inicial en este largo proceso que se hará esperar mucho más para que, en caso de resultar favorable hasta su conclusión, resultará con que Chile deberá negociar una solución al problema marítimo con Bolivia lo cual no es un sinónimo directo del retorno al mar con soberanía. Con este suceso los sectores políticos han pretendido adscribirse a la situación generada, desde diferentes perspectivas y con argumentos variados, pero teniendo como una constante el intento de lograr réditos electorales, mucho más en tiempos preparatorios al referéndum de febrero de 2016. Entonces, debemos concluir que con el resultado pasado emitido por la CIJ, todavía, no hemos retornado al mar y deberemos esperar algún tiempo más para lograr el objetivo; el tema marítimo no debe ser cooptado por  ningún sector político para consagrarse en una política de Estado, con el antecedente significativo de la participación de ex presidentes en una misma causa. Por último, con la, denominada, victoria de La Haya parece haber quedado en el olvido las afirmaciones tan peligrosas como la del Presidente Daza festejando en plena invasión; pero a su vez el intento de una solución diplomática en la CIJ deberá ser un nuevo mecanismo de entender estos diferendos anulando la idea del enemigo que nos arrebató la salida al mar hace más de cien años, porque es obvio que ya estamos en otros tiempos.