lunes, 28 de febrero de 2022

CARNAVAL Y LA REIVINDICACIÓN INDÍGENA

 

Foto: Facebook Charly Bernal Fotografía

Las características socioculturales del carnaval en Tupiza, también llamado y proyectado como carnaval chicheño, encierra consigo una serie de representaciones y simbologías, las cuales en la mayoría de las veces son minimizadas y, hasta, banalizadas. En este sentido, es importante que empecemos a observar en un ejercicio, casi, etnográfico todos estos significados y significantes que al final de cuentas reproducen la cultura de los chichas y da cimientos a la identidad regional. Dentro de este ejercicio, podríamos remitirnos a diferentes autoras y autores que hicieron un levantamiento de información, sobre todo, histórica, o desde la crónica, de lo que muestra la fiesta del carnaval en nuestro contexto, a partir de las peculiaridades de esta parte del mapa. En tal cometido, en esta ocasión podemos citar uno de los libros más emblemáticos, entendido como un libro etnográfico que logró capturar imágenes y escenas de la vida cotidiana, como indica su autor, a mediados del siglo XIX y desde la mirada de un niño.

 

“Era en Tupiza, más ó menos como en todas las aldeas i aun ciudades. [Carnaval] [c]omenzaba solo cuando entraba al pueblo un individuo estrafalariamente vestido, que vivía en el campo i al cual los indios amigos obligaban por fuerza á marchar delante de ellos, golpeándolo cuando se resistía ó procuraba huir; por fin, adentro no hacía más oposición é iniciaba los bailes, cantos, saltos i locuras de todas clases. La población, desde ese momento, se enloquecía también, bailaba en las calles, cantaba, hacía ruedas tomándose de las manos, sin distinción de sexos ni de clases; se veía algunas mascaras con trajes ridículos.

 

Estas diversiones se interrumpían para beber chicha, comer ají (plato especial del país) i naturalmente, tras de este entreacto, los bailes continuaban mas i mas animados, hasta la noche, en que la embriaguez de los indios era indescriptible.

 

Lunes i martes de Carnaval, todo continuaba lo mismo, hasta que el indio, símbolo de la fiesta, era expulsado á pesar de oponer la misma resistencia que á su entrada; i todo terminaba dejando como recuerdo algunas alegrías, muchos pesares i no pocas enfermedades i aun muertos, como resultado de los excesos perpetrados” (sic) (Aguas Abajo de Eduardo Wilde).

 

Sin duda el texto de Wilde nos muestra algunas líneas de interés que nos permiten rastrear singularidades del carnaval de aquella época, donde la presencia del “indio” demarcaba el inicio, desarrollo y final de la fiesta, junto a su ingreso y salida, entendemos, de la urbe. No obstante, lo antes mencionado, con seguridad que hoy en día se desconoce estos hechos y la fiesta del carnaval toma otros elementos que lo explican y construyen. Pero, queda presente una participación fundamental que se manifiesta en la fiesta a decir de la presencia indígena campesina que, al son de las anatas o la caja y el erke, se reivindica año tras año sentando presencia a su llegada magistral desde diferentes comunidades y llevando consigo lo más profundo de la identidad chicheña. Por su parte, los conflictos identitarios de la urbe, hacen que se generen contradicciones en la población que acepta, en el marco desorientado de la folklorización y el disfraz, a lo indígena expresado en las abarcas, el poncho, la pollera, el sombrero y demás sin lograr engranar plenamente en los profundos significados implícitos que van más allá de la vestimenta y tienen que verse desde la cosmovisión. Así, cuando va pasando el regodeo de la festividad, se retorna progresivamente al desconocimiento de esta simbología y significancias, para buscar en otras vertientes los sentidos identitarios que fluctúan, confusamente, entre la tupiceñidad y la chicheñidad.