lunes, 25 de agosto de 2014

POLÍTICA ELECTORERA



Luego de haber transcurrido cinco años de gestión de gobierno, nos aprestamos a una nueva elección nacional donde se definirá el nombre del próximo Presidente del Estado Plurinacional de Bolivia, justamente en 12 de octubre de forma provocativa. Sin embargo, esta etapa se encuentra enmarcada en las campañas electorales todavía masivas, en referencia a los medios de difusión nacional y su capacidad de intervención popular. Esta situación responde al cronograma establecido por el Tribunal Supremo Electoral (TSE) que hizo una planificación con tiempos específicos para cada momento rumbo a las elecciones 2014. Con estos prolegómenos, las encuestas y estadísticas lanzadas por varias fuentes y empresas del rubro vienen perfilando a Evo Morales como el candidato preferido para lograr una victoria con situaciones novedosas como el aumento de aceptación en el Departamento de Santa Cruz donde, en promedio, supera el 50%.

En los mismos términos de territorialidad y política, no encontramos con situaciones igual de sugerentes como ser la baja aceptación que tiene Juan del Granado en La Paz donde llega apenas al 3%, pese a que este fue uno de sus principales reductos a nivel municipal. Por otra parte, Jorge Quiroga sorprende con los datos que superan al candidato Sin Miedo sin importar que hiciera pública su postulación apenas algunos días antes del plazo límite de inscripción ante el TSE. En este caso, seguramente el respaldo viene desde el lado de la población más conservadora del país que pretende un retorno al modelo anterior en pleno a lo que se adscriben términos como el neoliberalismo y la derecha sin eufemismos. Samuel Doria Medina se pretende mostrar como el centro y la conciliación, es por ello que una de sus palabras primordiales es la unidad a la que se articuló, con fines electorales, lo demócrata; sin embargo con lo sucedido en la presentación de sus candidatos hace algunos días en Santa Cruz se pone en cuestión la capacidad unificadora con que se cuente gracias a este antecedente violento. Por último, nos encontramos con Fernando Vargas que dentro de las tendencias del voto parece un código binario que fluctúa solo entre 1 0 1 0 1 0, dependiendo de mínimas variantes que ni siquiera hacen la diferencia en su Departamento (el Beni) olvidando toda la parafernalia del TIPNIS.

Bajo estos precedentes, ya sean estadísticos o hasta anecdóticos, toma fuerza la campaña electorera pretendiendo tener una mayor ventaja entre EL oficialista y LOS opositores seguramente en espera de superar al primero o por lo menos lograr que los otros desistan de sus candidaturas. Centrando la atención en el aspecto de las campañas en pleno se nota una tibieza de las mismas donde el posicionamientos de los candidatos no está teniendo buena acogida y simplemente parece moverse en un estado latente de forma muy sutil pero sin cambiar la tabla de posiciones. Así por ahora, en su mayoría, las campañas son realizadas con trabajo hormiga y la voluntad de las bases (lamentando por cierto de aquellos que no las tienen) o por lo menos con funcionarios públicos dependientes de los diferentes niveles de gobierno que, tratando de ocultar un secreto a voces, utilizan estos recursos humanos para fines ajenos a la gestión pública. Por parte del candidato oficialista (¿u oficial?) parece que la campaña se entremezcla con la gestión de gobierno que pese a las críticas es la mejor carta de presentación que viene tan acorde al: “Bolivia avanza/Evo no se cansa” y como una constante sin importar los tiempos electorales. Desde la búsqueda de innovación nos topamos con candidatos que buscan formas llamativas de captar la atención desde palabras altisonantes hasta ingresar en modas mundiales que tienen de trasfondo la “solidaridad y beneficencia”, echándose agua helada y nominando a sus círculos más cercanos para que así entre todos tengan cobertura en los medios, se hagan más conocidos o resulten algo más simpáticos y carismáticos. Con esto, y mucho más, seguimos acercándonos al día de elecciones donde todo este proceso verá su efectividad o fracaso, entre la continuidad, la reconducción o el golpe de timón del proceso de cambio que cumplirá su primer década y pretende alcanzar, por lo menos, al 2025 para conmemorar la emancipación con una revolución.

lunes, 18 de agosto de 2014

PATRIMONIO APOSTILLADO

Al igual que muchos aspectos subjetivos y simbólicos la  revolución democrática y cultural que se viene impulsando en esta última etapa, ahora enmarcada en un Estado Plurinacional, fortalece las culturas regionales y locales. Así se comienza con una revalorización de estos elementos formativos de cada espacio y territorio. De esta manera, dentro de varios lineamientos jurídicos y normativos se ha comenzado a hablar sobre el patrimonio en todos sus niveles que van desde el municipal, en Entidades Territoriales Autónomas, así como el nacional o más aun el de la humanidad. En este mismo derrotero identificamos la Ley Marco de Autonomías y Descentralización, Ley de Municipalidades y la propia Constitución Política del Estado; a los cuales seguramente deberán adecuarse las Cartas Orgánicas Municipales para no resultar inconstitucionales.

En consecuencia, dentro de la Carta Orgánica del Municipio de Tupiza aprobada en detalle dentro de una cumbre social y que ahora se encuentra en el Tribunal Constitucional se establecen importantes lineamientos referidos a esta temática. En primera instancia tenemos al Artículo 73 que se refiere al Patrimonio cultural y dentro del parágrafo I establece: “La presente norma básica precisa como Patrimonio Cultural al valor que se otorga a los objetos, símbolos y prácticas, en el espacio social en el que confluyen lo simbólico, lo pragmático y la identidad cultural de la jurisdicción municipal”. No obstante, la parte más relevante se establece en el Parágrafo III donde: “El Gobierno Municipal garantizará la preservación, recuperación, acrecentamiento y difusión del patrimonio cultural, el acervo histórico, arqueológico, arquitectónico, museológico, artístico, paisajístico y documental, y fomentará el desarrollo de iniciativas culturales”. De esta manera queda claramente explicita la capacidad y responsabilidad de las autoridades locales mediante las instancias pertinentes para llevar adelante y hacer cumplir la normativa gestada durante su propia gestión y legitimada de manera participativa, a la espera solo de su aprobación mediante referendo y su entrada en vigencia. Sin embargo, ahora este documento queda como referente y dirección de lo que se deberá considerar dentro de la gestión municipal en cuanto a políticas culturales.

            Más allá de comentar y establecer un marco normativo, debemos hacer un acercamiento a la condición cultural e identitaria en los Chichas donde estos dos aspectos son fundantes de las relaciones sociales y la construcción del ser chicheño y chicheña en el marco intra e intercultural, es decir en el relacionamiento con otros grupos culturales y sociales. En este lugar debemos hacer mención a la visión tradicionalista de sectores poblacionales que se asocian alrededor de características como ser la relación con la herencia española aristocrática, encerrada en aspectos económicos como las haciendas y los empresarios mineros. Justamente ahí nos encontramos con el legado de los Condes de Oploca, de lo que fue la familia Yañez de Montenegro, quienes sin duda fueron parte del proceso socio histórico de los Chichas, ya sea para bien o mal dependiendo de la perspectiva. Fueron estos personajes que dejaron los principales edificios y construcciones, por lo cual fueron incluidos en diferentes textos históricos de la región como ser “¡Tupiza… Leyenda y Poesía!” (2001) de Mario García Rivero donde  se describe en primera instancia la Estancia de Oploca para llegar hasta la propiedad en amenaza testigo de las vivencias en la actual Plaza Independencia de Tupiza. Posiblemente, sea el devenir fortuito de las propiedades de los condes ya que hace algunos años atrás se hizo uno de los más duros atentados contra la estancia cuando se acondicionó estas estructuras para el funcionamiento de ambientes universitarios sin medir ninguna consideración con aspectos patrimoniales que se encerraban ahí. Aunque para el caso de la casa Eguía Yañez de Tupiza sea la segunda vez de alto riesgo porque posiblemente, como también menciona Mario García en el libro antes citado, luego de la Revolución del ‘52 hubiera tenido un final catastrófico cuando Lechín y grupos de mineros quisieron ingresar en la Plaza principal para hacer desaparecer la figura de José Avelino Aramayo por ser representativo de la Rosca Minero Feudal, consecutivo con otros potentados como lo fueron los condes de Oploca. En fin, son muchos los argumentos que nos obligan a la defensa del patrimonio de los Chichas que al haber quedado como propiedad de nadie se convierte en responsabilidad de todos porque dentro de estos símbolos se encierra la historia necesaria que constituye nuestra identidad. El edificio donde funcionó la primer Alcaldía de Tupiza alrededor de 1859, así como el primer Alcalde José Calixto Yañez de Montenegro, encierran muchos otros secretos, mitos y leyendas de Tupiza en los Chichas como parte del devenir desde épocas preincaicas y cimientan procesos fundamentales, contemporáneos, como la búsqueda de la Reconstitución de la Nación Chichas.

lunes, 11 de agosto de 2014

CAMINANDO ENTRE LIBROS

Los eventos culturales que giran en torno a la temática libresca nos llevan a un espacio, por no decir mundo, muy amplio y con un sin fin de ofertas para pasar el tiempo y tomar decisiones por uno u otro ejemplar. Así, parece formarse una jungla donde muchos exploradores vamos en búsqueda de elecciones preestablecidas o de sorpresas para lidiar en medio de la hazaña. Esta vez la Feria Internacional del Libro realizada en La Paz es el lugar óptimo para poder introducirnos en los mundos imaginados por una diversidad de autores y autoras que tratan de transmitirnos sus experiencias, vivencias, pensamientos y otros para que nosotros también seamos partícipes de esas aventuras y épicas; lo que no desestima encontrarnos con publicaciones propias para camuflarnos entre las categorías de lector y autor. Sin embargo, entre medio no deja de introducirse la industria y el comercio que puede tener la capacidad de crear best sellers sin que necesariamente algunas de esas obras sean las más apropiadas para el denominativo en detrimento de otras publicaciones que posiblemente cubren todas las expectativas para alcanzar estos peldaños.

El paseo y camino de los libros, sobre todo cuando se trata de una feria donde existe gran número de propuestas, resulta en una saga porque con tan variada oferta debemos saber discernir entre lo que sea o no pertinente para invertir en ello. Además esta situación viene condicionada por la capacidad de “gasto” a realizar, donde en ocasiones se cuenta con un buen presupuesto que no repliegue las ansias de comprar a diestra y siniestra; y por el contrario saber hacer un manejo eficiente de los recursos destinados a este objetivo. No obstante, pese a este reparo vinculado a los ingresos y egresos de la economía este espacio es un pretexto importante para generar una comunidad interesada, ya sea, en los libros en general o temáticas específicas donde seguramente se siguen concibiendo ideas en torno al debate y el diálogo. Así, en referencia a los intereses que se tiene para la compra, está la siempre pendiente búsqueda de autores clásicos considerados como icónicos que marchan en paralelo con los autores nóveles con nuevas propuestas, además de obras encontradas por el azar en el medio de este bosque de la lectura.


            Desde un punto de vista propio, está también presente la exploración necesaria para encontrar obras relacionadas con la región chicheña que casi siempre están presentes generando nuevos derroteros de análisis planteados por autores diferentes y enfocados desde diversas disciplinas. Esta vez, se pudo encontrar el libro “Capitalismo, modernización y resistencia” de autoría del actual Embajador en el Perú, y sobre todo un importante historiador, Gustavo Rodríguez Ostria que dentro del Capítulo II nos habla de “Guadalupe: una mina-hacienda en Chichas (Bolivia), 1825-1906” donde se engrana la primera parte del libro vinculada a la formación del proletariado minero en Bolivia. Esta publicación además es de reciente publicación realizada por el Centro de Investigaciones Sociales dependiente de la Vicepresidencia del Estado Plurinacional. Con lo mencionado, caminar entre libros, cronopios, grafómanos y demás ramas anexas, es siempre muy estimulante para que el tedio de la realidad no sea tan grotesco, mucho más en momentos donde los “rumores” de guerra nos obligan a buscar respuestas o por lo menos generar escapes temporales hacia esos otros mundos y realidades donde todo es posible, principalmente para contar con esa multiplicidad de tonos intermedios más allá del blanco y negro al que nos vamos acostumbrando bajo el argumento de cotidianeidad establecida por el sistema. 

lunes, 4 de agosto de 2014

DISFRACES DEL COLONIALISMO



En los últimos años, junto al denominado proceso de cambio, se han ido interpelando y modificando diferentes aspectos simbólicos del país a iniciativa principal del Estado y su gobierno nacional. En este sentido, uno de estos hechos fue el cambio de la denominación del 2 de agosto que anteriormente se conocía como día del indio, o campesino, y que pasó a llamarse día de la Reforma Agraria. De esta manera, se pretende impulsar el fortalecimiento de un imaginario contrario al que se ha establecido en el pensamiento de las personas desde la colonia y heredada al colonialismo interno republicano. Asimismo, se pretende trabajar en los espacios sutiles que han profundizado estas desigualdades sociales de forma muy disimulada en la cotidianeidad y, en el peor de los casos, han normalizado las relaciones marcadas por el racismo y la discriminación.

            En el presente año, de manera coincidente se ha llevado adelante la entrada (folklórica) universitaria en la ciudad de La Paz el 2 de agosto, antes mencionado y junto a las connotaciones y cargas sociales e históricas que lleva consigo. Así, una vez más surge esta pugna entre el acerbo de la tradición autóctona de los pueblos y el folklorismo al que se ha llegado bajo el pretexto de cultura que en la mayoría de los casos no supera el hecho de ser un pasatiempo alejado de todo compromiso con el pueblo al que represente tal o cual danza. Sin embargo, cabe aclarar que el folklore no es negativo implícitamente sino que adquiere esta característica al alejar la relación del ejecutante de una manifestación folklórica y el pueblo del cual es originaria la expresión, lo cual se agrava aun más con la ignorancia de la realidad del día a día en estos espacios de convivencia social donde el simbolismo de este folk lore resulta fundamental en la construcción de la identidad integral de estas colectividades donde se introduce aspectos como la productividad y los ciclos agrícolas, entre otros.

            Desde una cualidad, aparentemente, rescatable de las manifestaciones folklóricas podemos encontrar la relación que se establece entre lo rural y lo urbano donde se pasa de lo autóctono a lo folklórico con el simple hecho de ser representada en un espacio “citadino” con otros sujetos y actores. No obstante, en ese mismo paso se produce un sesgo y este complejo simbólico recae en simple culturalismo que no logra superar este aspecto y convertirse en un producto integral junto a los otros elementos como el económico, político y toda la cosmovisión encerrada en un supuesto simple baile o danza. Por tanto, al realizar este tipo de actividades, a más de estar fomentando la cultura nacional mediante la presentación de varias danzas, podemos estar reproduciendo mecanismos coloniales que evitan un compromiso real con los pueblos y comunidades de las cuales también somos parte aunque creamos estar alejados por categorías imaginarias como lo urbano-rural, sin poder procesar conceptos como la otredad. De igual manera, debemos tomar en cuenta que cuando este tipo de expresiones culturales las realizan miembros de la comunidad universitaria pública se encierran en un simplismo muy peligroso por evitar profundizar estas complejas relaciones y solo enfocarse en el hecho de pasar el momento de esparcimiento o un pasatiempo, sin ningún sentido de pertenencia. Con seguridad, en torno a esta temática habrán mucha otras aristas pero la cultura es un gran engrane de la sociedad boliviana que ha permitido articular demandas políticas y sociales y que, contradictoriamente, en otros momentos ha sido instrumento de perpetuación del sistema y por lo tanto no debe ser tomada a la ligera y arrancada de la integralidad de los otros elementos. El simbolismo es mucho complejo y las abarcas o el sombrero no son disfraces ni ornamento, sino que han sido parte vital de los procesos sociopolíticos de nuestro pueblo, además de ser bastiones de la luchas como la descolonización que justamente pretende eliminar esas desigualdades muchas veces subsumidas en los disfraces del folklorismo de nuestra realidad.