Para las personas que
venimos de lugares pequeños, ya sean capitales de Provincia o comunidades,
conocer algunas “carencias”, no es novedoso ya que es bien sabido que en el
desarrollo del país ha habido diferencias y desigualdades generadas a partir de
una serie de decisiones, principalmente políticas. Así, por ejemplo en las
ciudades sur potosinas, partiendo de la propia experiencia y los datos corroborados,
el agua ha sido y sigue siendo una de las principales problemáticas que trajo
consigo las consecuencias, casi lógicas, dentro de lo correspondiente a la
salud, ya que el agua potable que sale por cañería, incluso ha sido considerada
como no apta para consumo humano, por las altas concentraciones de residuos de
minerales pesados. Pese a esta situación, de condiciones insalubres que atentan
contra la vida misma de mujeres y hombres, niñas y niños, dentro del líquido vital esencial para la
supervivencia y que lleva consigo una serie de efectos desfavorables dadas
estas condiciones; en estos lugares consideramos valioso este insumo presente
en cada momento del día a día. En este contexto, en los últimos años se sigue
luchando por conseguir nuevas aducciones con agua más saludables y en mayor
cantidad que llegue de acuerdo hasta el grifo, de acuerdo a las comodidades a
las que nos hemos acostumbrado en todos los lugares a nombre de civilización,
progreso y desarrollo, muy influenciados por la globalización y más bien
apartados de la necesidades básicas insatisfechas (NBI), que más bien deberían
se categorizadas como NBS, necesidades básicas satisfechas.
Sin embargo, vinculando
aspecto migratorios, es también recurrente el que en estos lugares “pequeños”
se generen procesos de salida poblacional, conocida como emigración, hacia las
capitales de departamento para continuar, a veces, con estudios superiores
profesionales, o en otros casos simplemente buscar mejores condiciones de vida
guiados por el horizonte del progreso de las ciudades “grandes”. Así, la
comunidad se va quedando atrás para ir por derroteros diferentes en todo el
territorio nacional. En este marco, algunos llegamos hasta Cochabamba, donde si
hacemos una relación con el tema del agua, la situación no es muy lejana, ya
que además es sabido que en esta ciudad existe un racionamiento del líquido
elemento, con algunas diferencias zonales ya que, incluso dentro de la ciudad,
la zona sur está más afectada por esta carencia lo que repercute en otros
aspecto como la economía familiar. En este sentido, luego de varias décadas de
vivir esta situación, los habitantes han aprendido a vivir, de manera
consciente, con la lógica del racionamiento de agua como una corresponsabilidad
de todas y todos. Bajo estas lógicas, casi culturales, los que residimos en
este espacio también nos convertimos en corresponsables del cuidado de los
recursos escasos. De esta manera, el agua es, tal vez, considerada con mayor
atención y cuidado que en otras ciudades; a su vez esto explica el por qué
Cochabamba se convertiría en escenario de la Guerra del Agua en Bolivia, y que
seguro será replicada de alguna manera en otros lugares por las condiciones
adversas que se van agudizando cada vez más en relación a este recurso. Entonces
con estos devenires, que no son causas y azares, vamos reforzando esta cultura
del racionamiento, ya que la situación no depende simplemente del tamaño del
lugar en el que te encuentre o los NBIs, sino que es una simple lógica de
subsistencia de cuidar los recursos en general y administrarlos de la mejor
manera, mucho más cuando éstos son escasos.
La crisis ambiental y el
calentamiento global vienen haciendo su parte para agudizar esta problemática
de manera global, sin ninguna distinción en sus efectos, aunque si la existe en
los responsables. Si bien es necesario tener los culpables mayores que generan
un mayor impacto ambiental, al mismo ritmo de los avances tecnológicos con un
desarrollo que no logra solucionar aspectos tan vitales para la humanidad, como
incrementar el agua potable, apta para consumo, o detener la crisis climática,
de revertirla todavía no hablamos. Pero, dentro de este marco más general, nos
enfrentamos a una serie de situaciones críticas que devienen, principalmente,
de la exacerbación capitalista y el consumismo que ha desencadenado, más
rápidamente, la crisis ambiental, crisis alimentaria, crisis energética entre
otras. Entonces nos estamos refiriendo a una problemática más amplia y
complicada en su atención, como una respuesta a este tipo de situaciones se han
ido planteado medidas de alcance internacional como los Objetivos de Desarrollo
Sostenible (ODS), que dejan atrás a los Objetivos de Desarrollo del Milenio
(ODM), ya que las necesidades urgentes se han direccionado hacia temas
ambientales que requieren de atención inmediata porque se trata de la
subsistencia y permanencia de la humanidad sobre la tierra.
Entonces hemos recorrido
rápidamente, por algunos de los factores que han influenciado a que se sucedan
hechos tan cotidianos como la falta de agua en algunas zonas de los hogares,
esta vez, de la ciudad de La Paz. Pero más allá de las responsabilidades
institucionales, resulta llamativo cómo, aunque no existe el agua, “nos lavamos
las manos” de cualquier responsabilidad, pese a saber que en algún momento
hemos sido presas del uso desmedido e inconsciente del agua como si fuera un
recurso sin riesgo de acabarse, más allá de su cualidad de renovable. De esta
manera, ahora vamos exigiendo atención y respuestas inmediatas a problemáticas
que deberían de haberse previsto hace mucho tiempo con racionamientos en la
distribución y la generación de una cultura del buen uso de este recurso. En
este caso, las famosas tres R (reducir, reutilizar y reciclar) son también aplicables
en este caso específico, y así lo supimos quienes venimos de otros orígenes en
condiciones normalizadas de cuidar el agua con la que se cuenta. Por tanto,
cuando se logre restablecer el servicio “normal” de abastecimiento de agua,
esperemos haber tenido aprendizajes significativos para darnos cuenta que
vivimos en tiempos difíciles respecto del medio ambiente y que los recursos
renovables también se pueden acabar.
Con lo señalado, nos vamos
dando cuenta de que no hemos quedado exentos de situaciones tan enajenantes
como el consumismo exacerbado de los famosos malls llenos del espíritu capitalista que nos van segando en otros
intereses que nos deberían ser el centro de nuestra atención, en los tiempos en
que vivimos. Entonces, al observar estas
actitudes donde el individualismo aflora plenamente y no importa la
colectividad es que renovamos la mirada hacia las comunidades donde se recupere
e interés por el bien común, y la corresponsabilidad esté presente de forma
permanente, no solo en aspectos económicos sino integralmente. En este sentido,
es que planteamos volver a las comunidades, más allá del entendimiento de
ubicación o movilidad espacial territorial, sino que represente cambiar las
lógicas en las cuales nos vamos moviendo día a día, comenzando por mirarnos
dentro de las familias, junto a todas sus complejidades y variantes, para
después proyectar nuevamente la comunidad en áreas rurales y urbanas. Con todo
esto, esperemos no ser testigos de nuevas guerras del agua, pero esta vez entre
pobladores de mismos territorios pugnando por los recursos que son propiedad
colectiva, y que gracias a intereses ajenos vamos equivocando las lógicas con
las cuales entendemos al mundo.