Han pasado 13 años desde la refundación del
Estado, en un proceso transitorio entre el republicano y Plurinacional. En este
marco, la fundación de la República estuvo marcada por características
sugerentes dentro de un periodo liberal que logró permear en las estructuras
estatales de aquel tiempo, además de la base patriarcal implícita. Parte de esa
influencia en la generación del sentido independentista vino desde Francia que
había transcurrido por una revolución (1789) que significó la abolición del
Estado monárquico y el advenimiento de un Estado con aires más democráticos y
modernos. Estos fueron los vientos que llegaron, con mucha fuerza, sobre todo,
hasta espacios académicos como la universidad donde se fue madurando estas
ideas junto a procesos propios que se desarrollaban en el territorio
altoperuano. De esta manera, entre 1809 y 1810 se fueron desplegando una serie
de levantamientos desde el ocurrido en Charcas, La Paz y el de Suipacha,
denominado el bautizo de fuego del proceso independentista.
No obstante, retrocediendo en el tiempo, 1781,
debemos considerar un hecho altamente relevante, donde los pueblos indígenas
gestaron un gran levantamiento contra la colonia donde participaron líderes y
lideresas como Bartolina Sisa, Tupac Katari, Tupac Amaru, Tomas Katari en una
gesta que se extendió por gran parte del Alto y Bajo Perú. Esta insurgencia
significó el planteamiento de un proyecto de país, en el marco de la autodeterminación
de los pueblos, donde se debería anular el régimen colonial e incluso se
planteaba retornar al Tawantinsuyu. Sin embargo, esta empresa fue sometida por
el régimen y los anhelos de libertad se mantuvieron en letargo algún tiempo más.
Así, confirmamos que las luchas de los pueblos no solo se limitan a los 13 años
de Estado Plurinacional y sus antecedentes inmediatos, sino que podemos apelar
a esa memoria histórica larga de los, denominados, 500 años de luchas y
resistencias permanentes, donde los pueblos y naciones indígenas originarias
fueron actores centrales, constituidos en los sujetos sociales siempre
presentes.
El 22 de enero, se celebra el día del Estado
Plurinacional, este es el resultado de las luchas referidas en contra de las
desigualdades hacia la población mayoritaria del territorio ancestral de las
naciones originarias que fueron sometidas y postergadas desde la llegada y
desencuentro con los colonos provenientes de España. Sin duda, vivimos otros
tiempos y algunas condiciones han ido cambiando mediante una ampliación de
derechos, inclusión y reconocimiento de sectores sociales antes, totalmente,
excluidos. La etapa previa al Estado Plurinacional estuvo marcada por una serie
de luchas contra el modelo neoliberal, lo cual desencadenó la crisis del
sistema político y una crisis estructural que dio paso a la convocatoria a una
Asamblea Constituyente donde con alta participación se sectores, organizaciones
sociales y representaciones políticas se pudo elaborar una nueva Constitución
que significó la refundación estatal.
Más de una década después, quedan muchas tareas
pendientes para que el Estado Plurinacional retorne a la población en un
ejercicio dialéctico de ida y vuelta, ya que este surgió de los sectores y
organizaciones. Con lo ocurrido en el último tiempo hemos corroborado que el
planteamiento plurinacional responde a las demandas históricas de los pueblos
pero aún falta ahondar las transformaciones, donde podríamos destacar el
reconocimiento pleno de las naciones indígenas originarias, la profundización
de las autonomías indígenas, la lucha contra la violencia hacia las mujeres, la
reforma a la justicia, la lucha contra la corrupción, entre otras. Pero más
allá de estos pendientes, el modelo del Estado boliviano es una propuesta que surge
desde el corazón sudamericano y se proyecta, sugerentemente, a la región
continental, donde países como Chile vienen promoviendo dentro de la Convención
Constituyente la necesidad de reconocer e incluir a los pueblos indígenas
dentro del Estado chileno, por qué no un Estado Plurinacional chileno. En este
marco, el peso de la historia llega a un punto de encuentro, donde la presencia
del sujeto social histórico tiene que devolver la autodeterminación a los
pueblos, rompiendo las lógicas del colonialismo interno, lo cual permita
avanzar en el paradigma del vivir bien, desde Bolivia como un foco hacia los
vecinos.