lunes, 13 de abril de 2009

MEMORIAS DE UNA “REVOLUCIÓN” INCONCLUSA

Ha transcurrido más de medio siglo desde que se vivió la Revolución Nacional de 1952, y hasta estos días vamos entendiendo que esta no fue tan cierta, por lo que nos damos cuenta de que las reivindicaciones de los sectores excluidos siguen latentes hasta la actualidad. Sobre todo porque en primer lugar fue dirigida por un partido político que no llegó a tener un horizonte claro en cuanto a los lineamientos que iría a seguir en el transcurso de la historia. De esta manera la muestra más clara se vivió con la humillante expulsión, en diferentes épocas, de sus máximos dirigentes, a causa de su falta de capacidad de comprensión de una realidad tan compleja como la boliviana.

            El transcurrir de la historia, en la mayoría de las veces, responde a las huellas dejadas en el pasado, y fue así como se gestaría la Revolución del ’52, cuando la población boliviana va a tener un encuentro mutuo, dándose cuenta que existía un oriente y un occidente viviendo en un mismo territorio y bajo una misma bandera. Esto sumado a una mala política gubernamental manejada por una oligarquía (la rosca), donde el poder se encontraba concentrado en determinados sectores, lo cual se arrastraba desde la independencia, iría generando el espíritu nacionalista y de amor por nuestra patria. Es así como se consolidaría esta revolución el año 1952 con la toma del poder y “anulación” de la rosca, quedando el Gobierno en manos del MNR, con lo que posteriormente se tendría acontecimientos positivos y negativos.

            Entre lo que se puede rescatar tenemos; el voto universal, la reforma agraria y la reforma educativa; que sin duda tuvieron un importante rol para posteriormente ir generando algunos cambios de manera progresiva. Lo lamentable fue que estas políticas no llegaron al nivel de impacto que deberían, ya que en muchos casos solo sirvieron para hacer que se fortalezca una nueva oligarquía, la que vienen jugando hasta nuestros días roles negativos en la política y la economía nacional. Es así como esta oligarquía a costa de los sectores populares accedió a este poder que mantuvo las desigualdades una vez pasada la revolución, llegando a hacer un abuso extremo de éste, poniendo a su servicio campos de concentración para acallar a la oposición de una manera nefasta. Además, es importante conocer que estas medidas extremas de la revolución llegaron hasta nuestra región, como menciona Mario García en su libro “Tupiza, leyenda y poesía”, por ejemplo cuando Lechín llega a Tupiza con sus hordas mineras para tratar de hacer volar nuestra plaza principal con dinamita, hecho que fue evitado por los vecinos de las inmediaciones. Ello porque ésta era considerada un símbolo de la rosca minera, pero que sobre todo fue un abuso más por parte de los “revolucionarios”, que posteriormente venderían nuestros recursos para que sea necesaria una nueva revolución en los comienzos del siglo XXI. Por tanto que la historia nos sirva para no caer en estos errores históricos, y que ahora el proceso que se va viviendo vaya siendo controlado por el mismo pueblo que lo gestó, y así realmente podamos concretar los cambios estructurales que necesita Bolivia para eliminar de una vez todas las diferencias y desigualdades que se arrastran hasta ahora.

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