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Foto: semana.com |
El año 2019, eran otros tiempos, ingresábamos al tenso
año electoral que en octubre definiría quién sería el nuevo Presidente del
Estado Plurinacional (remarcado en masculino por el claro sesgo de una mayoría
de candidatos hombres). En esa coyuntura el gobierno de entonces cargaba con 13
años de gestión con luces y sombras, aunque más de las primeras, a lo que se
fue sumando una arremetida desde diferentes flancos que iban construyendo una
narrativa, entre muchas otras, de un supuesto “fraude” que se venía armando con
pinzas e influencias que iban más allá de nuestras fronteras. En este marco el
slogan del 21-F también tuvo un sitial preferido en los bandos de oposición que
no lograron articular un proyecto político y mucho menos uno de país en todo
ese tiempo luego de haber sido, casi anulados, con la crisis del neoliberalismo
de los años ‘90-2000. Así, se llevó adelante, en un marco democrático, las
elecciones del 20 de octubre para comenzar con uno de los momentos más críticos
del proceso de cambio y del periodo democrático que fue truncado a los 37 años.
Con todo ello, y luego de la violenta irrupción y toma
del poder de algunos sectores sociales y políticos, el año 2020 otra vez,
después de un oscuro tiempo, se llevaron adelante las elecciones nacionales
desmontando el planteamiento de insurrección y mucho menos revolución vinculado
al apronte reaccionario de octubre y noviembre de 2019. Fue entonces donde el
Movimiento Al Socialismo nuevamente logra una victoria aplastante que supera el
55%, poniendo en evidencia todo el aparataje que se armó desde los medios de
difusión y algunos “analistas” que incluso dijeron que el MAS no retomaría el
poder, por lo menos en 20 años. En este nuevo tiempo, comienza un mandato
legítimo, mayoritario y popular, elegido democráticamente el 18 de octubre,
misma fecha propuesta como el Día de la Recuperación de la Democracia. El
triunfo demarca una serie de retos para el nuevo gobierno que deberá comenzar
por sanear y esclarecer los luctuosos hechos que incluyeron heridos,
desparecidos y muertos, además de las tomas violentas, organizaciones
irregulares y demás vulneraciones de los Derechos Humanos, sobre todo de los
sectores populares e indígenas.
Como un colofón, el 2021 se realizaron las elecciones
para gobiernos departamentales y municipales, donde la denominada ola azul
ratificada por más del 55% de las nacionales, ingresaba en una nueva etapa
donde los liderazgos regionales y locales, además de otro tipo de elementos a
considerar, mostraron nuevos resultados. En este marco, en los municipios hubo
una gran mayoría de victorias azules en todo el territorio, lo que no sucedió
con lo departamental, al menos no con el Ejecutivo (segunda vuelta mediante).
Una vez superados todos estos hitos político electorales, que vienen desde el
2019 e incluso se arrastran desde 2016, Bolivia tiene el tablero claro y tendrá
hacia adelante, aproximadamente, 5 años para evaluar lo sucedido con la urgente
demanda de justicia que no debe quedar impune. En este contexto, obviamente el
MAS es el principal llamado a la evaluación crítica que deberá considerar la
proyección del proyecto político y las estrategias de renovación generacional
con formación de cuadros que permitan evitar sucesos como los ocurridos cuando
devolvieron la biblia al palacio.
En medio de todo este entramado, nuestras sociedades
altamente politizadas, seguramente no quedarán impolutas a las dinámicas de ida
y vuelta política, mientras esperamos un nuevo tiempo electoral. De por medio
se encuentran intereses sectoriales que suelen mimetizarse en instancias
formales como las universidades, las iglesias o instancias muy cuestionables
como los comités cívicos que intervienen como agentes externos en el devenir de
la política. Desde el otro lado resulta muy necesario que la Bolivia
Plurinacional-popular comience a trabajar la profundización del sentido crítico
y la memoria histórica, para asumir decisiones cada vez más argumentas y menos
reaccionarias para responder a las demandas históricas y la reivindicación de
nuestros pueblos.
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