jueves, 21 de marzo de 2024

LOS CENSOS Y LA POBLACIÓN INDÍGENA ORIGINARIO CAMPESINA

Comunidad de Carmen Soledad-Ixiamas

El territorio del, actual, Estado Plurinacional de Bolivia, históricamente tuvo una población mayoritariamente indígena (con sus variantes conceptuales de india, campesina y originaria, entre otras). No obstante, durante los diferentes periodos históricos esta fue considerada como una amenaza a las estructuras de poder que, con la llegada e imposición del régimen colonial, fue cada vez más sometida y excluida. Sin embargo, la población indígena se mantuvo siempre en resistencia en los diferentes periodos históricos, desde la colonia y hasta entrada la república que significó una reconfiguración de los grupos de poder, que, en muchos casos, lo heredaron bajo una lógica de patrimonialización, casi, familiar.

 Con el advenimiento de la República, dentro de un régimen caracterizado por el colonialismo interno donde los grupos de elite pretendían, luego de la independencia, seguir minimizando y anulando a la población indígena pese a que esta, históricamente, fue mayoría. Así se reportaba en el primer documento investigativo que levantó información estadística en Bolivia, a decir del Informe sobre Bolivia de Joseph B. Pentland en 1826. En dicho documento se refiere: “La gran masa de los habitantes de Bolivia se compone por indios aborígenes que forman tres cuartas partes de la población total o sea cerca de 800.000 almas [de un total aproximado entre 1.100.000 y 1.200.000 registrados en ese momento]”. Aunque Pentland no tomaba en cuenta, dentro de esta cifra, a la población, categorizada entonces como, negra.

 Dentro de la historia de los censos en Bolivia, podemos remontarnos al realizado el año 1900 bajo la definición de Censo general de la población de la república de Bolivia. En este documento encontramos elementos importantes que muestran el panorama de constitución de la población de aquel tiempo. En el capítulo III titulado como “Razas”, se identifica a 4: indígena, blanca, mestiza y negra. Pese a que este documento no realiza un análisis conceptual sobre la categoría indígena, si nos permite tener una aproximación a la presencia de pueblos indígenas que en la actualidad han desaparecido a poco mas de un siglo. Asimismo, se reporta la existencia de 920.000 indígenas de los cuales el 9% se encuentran en estado de barbarie. Otro aspecto destacable es la advertencia que se hace sobre la desaparición lenta y gradual de la raza indígena, motivada, entre otras causas, por la sequía, el hambre, la peste y el alcoholismo.

 Resulta llamativo que, en la boleta censal de 1950, se incluye una pregunta respecto de la población indígena planteada con “Si el entrevistado usa ropa indígena escriba SI. En caso contrario anote un guion (-)”, así se muestra una superficialidad respecto de la forma de identificación indígena como algo cosmético y folklorizado, dando como resultado un 62,9% de indígenas. Durante el censo de 1976 y 1992 se incluyó el criterio de lengua hablada a partir de la cual se interpretó una pertenencia indígena, donde se tuvo un 63,5% y 59% de población indígena respectivamente donde, en 1976, se especificaba castellano, aymara, quechua y otro, que para el año 1992 se incluyó el guaraní y otro nativo dentro de la boleta censal. El año 2001 se tuvo un hecho fundamental ya que se incluyó una pregunta de pertenencia a pueblos originarios e indígenas (con opciones quechua, aymara, guaraní, chiquitano, mojeño, otro nativo), que dio como resultado el 66,2% autoidentificada como indígena. Este porcentaje tuvo repercusión a nivel social y político dentro de la población que, en medio de una crisis política electoral y partidaria, vio fortalecida la identidad étnica que fue articulada en el discurso y propuesta política que aportó desde el aspecto demográfico a la consolidación de un proyecto en las elecciones de 2005 y la constitución de un Estado Plurinacional.

 El censo de 2012, estuvo enmarcado en el contexto plurinacional que contradictoriamente mostró un porcentaje menor con 41%, lo cual también generó varios debates, incluido el de la categoría de mestizo demandada como necesaria dentro de la boleta censal, pero que llevaba consigo toda una discusión sociopolítica, sobre todo desde la vereda partidaria. No obstante, la pregunta de pertenencia permitió visibilizar a las otras naciones indígena originario campesinas (NPIOCs) que quedaron al margen de la nueva Constitución Política del Estado como es el caso de la Nación Chichas, que reportó 59.480 pertenecientes a dicha nación, ubicándose como la cuarta con mayor población perteneciente, después de la quechua, aymara y guaraní.

 En 2024, mas de una década después como establecen los criterios técnicos, nos aprestamos a un nuevo Censo Nacional de Población y Vivienda (CNPV). Para llegar a este tiempo nuevamente surgieron cuestionamientos y debates desde los categoriales, como la del recurrente mestizo, hasta los político partidarios que apuntan a otros intereses y objetivos como la redistribución de escaños o el pacto fiscal. Mas allá de estos debates macro, se pone en cuestión aspectos determinantes como la autoidentificación de nuestra población que a partir de estos procesos de relevamiento de información demográfica que lleva consigo una serie de aspectos más complejos en un contexto donde se vive un vaciamiento ante un panorama de globalización y transculturización que atentan, también, a nuestras identidades originarias en pugna con lo que se denomina como conciencia étnica.

 Los resultados que vayan a emerger producto de este censo, servirán para conocer la composición poblacional que se tiene en Bolivia actualmente, y saber si las/los indígenas y campesinos continúan siendo un importante porcentaje de la misma. Esto deberá repercutir en políticas públicas que permitan mejores condiciones de vida es comunidades y sectores rurales que son los que subvencionan a las ciudades desde el aporte productivo y la provisión de alimento en las urbes. Este nuevo contexto de la población indígena y campesina se va conformando en medio de factores adversos como ser la crisis climática que obliga a buscar estrategias de subsistencia. A raíz de esta situación se generan otras problemáticas como la emigración hacia las ciudades que, ya en ese espacio, son parte de asentamientos de periferia con poco o ningún acceso a servicios básicos que amplía los círculos de pobreza dentro de una clara vulneración de derechos.

 En este sentido, es determinante que los resultados del CNPV permitan profundizar el Estado Plurinacional de Bolivia, que dentro del proceso constituyente logró el reconocimiento de la población indígena originario campesina (IOC) incluyendo el pluralismo como pilar central de la estructura estatal. No obstante, pese a esta característica, aún falta mucho por avanzar respecto del reconocimiento pleno de las estructuras IOC porque, al igual que se advertía en los albores del siglo XX, la pervivencia de las naciones y pueblos indígena originario campesinos parece estar amenazada por los factores históricos de desigualdad sumada por otros factores vinculados a un periodo de explosión tecnológica que amenaza a las comunidades des un punto de vista cultural e identitario.

 Con este devenir, se desenvuelven una serie de elementos de debate respecto de las formas en que entendemos a los NPIOCs, y sobre todo cómo nos identificamos en ese contexto, habitando un tiempo de globalización tecnológica e informativa. Con los datos que nos brinde el censo podremos conocer nuevas problemáticas que afectan a la población indígena campesina y que se mantienen vigentes dentro de las brechas de desigualdad entre lo urbano y lo rural/comunitario. Como respuesta a esta situación, la población mantiene estrategias de adaptación demográfica como la doble residencia, accediendo a oportunidades laborales, no siempre las mejores, en las capitales, pero sin dejar el arraigo con la comunidad de origen, donde además cuentan con otros insumos productivos como tierras o ganado que complementan la economía familiar de acuerdo a tiempos en el calendario agrícola. Sin embargo, el tema de la residencia también se convierte en un problema ya que se presenta la disyuntiva de distribución de recursos a partir de la cantidad poblacional que habita dentro de un espacio determinado, lo cual también será definido a partir de los resultados del censo, por lo que las comunidades demandan el retorno de su población como parte de las obligaciones colectivas hacia los lugares de origen. Esta situación puede mostrar datos errados sobre la configuración poblacional de Bolivia bajo la premisa de una des-ruralización que en base a la doble residencia no sería tan cierta y requiere de un análisis e interpretación más profunda de este fenómeno sociodemográfico.

 Dentro de un análisis detallado podemos mencionar las problemáticas que afectan a las mujeres campesinas e indígenas que, incluso en este ámbito de ruralidad son aún más afectadas por una serie de aspectos que decantan a partir, del solo hecho, de ser mujeres apelando a una frase que resume esta condición en que “la pobreza tiene rostro de mujer (campesina e indígena)”. Para visibilizar esta condición es necesario realizar estudios mas detallados que nos visibilicen las desigualdades, violencia, exclusiones y demás que se mueven como mecanismos de control hacia las mujeres en estos espacios, donde, incluso, la cultura se encarga de normalizar formas de violencia encubierta y simbólica, fortaleciendo estructuras machistas y patriarcales. Por su parte, el tema de la jefatura de hogar también ingresa en los debates de género, sabiendo que en Bolivia el 35,4% corresponde a mujeres (31,5% en área rural y 37,5% en área urbana). Mas allá del dato estadístico se debe hacer una lectura en detalle sobre este tema que involucra roles reproductivos y productivos además de la invisibilización del trabajo doméstico y la permanencia de lógicas patriarcales que devalúan el aporte de las mujeres dentro de la familia asociando la jefatura de hogar con el trabajo productivo o el rol de proveedor que es parte del arquetipo de la masculinidad tradicional machista.

 Bolivia ha seguido un proceso complejo de configuración social y política donde el factor poblacional es determinante a partir de sus necesidades individuales y demandas colectivas. Esto nos ha llevado a que en la actualidad tengamos constituido un Estado Plurinacional, que justamente resume y encierra todas las complejidades de este proceso donde el sujeto histórico (las NPIOCs) mantienen vigentes las tareas históricas para la construcción de una sociedad mas equitativa y con menos desigualdades, con un pleno reconocimiento del aporte de este grupo poblacional que garantiza la seguridad alimentaria pero que sigue invisibilizada desde lógicas coloniales del poder. Como parte de estas reflexiones es importante introducir elementos de análisis que develen a las poblaciones mas desfavorecidas en este contexto y que se encuentran en mayor vulnerabilidad, a decir de mujeres, niñas, niños, adolescentes y adultas/os mayores, entre otras y que con esta evidencia sigamos profundizando el ejercicio pleno de derechos en medio de entornos respetuosos de la naturaleza, donde se garantice una calidad de vida para las próximas generaciones.

 Con lo antecedido, se debe considerar que dentro del proceso censal que se viene desarrollando la autoidentificación es, sobre todo, un derecho de las personas por tener la pertenencia a un grupo o colectividad, como se establece en la Declaración de los Derechos Humanos y la Constitución Política del Estado boliviano. Esto también tiene una profunda relación con la construcción del sentido de comunidad, presente en nuestro contexto más allá de la residencia en área rural o urbana. A partir de los datos que se obtengan en este censo se deberá mostrar las condiciones de los grupos poblacionales, que en el caso de la población rural permita atender necesidades urgentes para generar accesos y condiciones para este determinante grupo encargado de garantizar la seguridad y soberanía alimentaria en todos los espacios.

 Por otro lado, resulta necesario seguir debatiendo sobre la doble residencia, que desde una lógica pro urbana pretende ir menoscabando a la presencia rural que, no obstante, mantiene estrategias de movilización y residencias temporales por diferentes motivos como ser la generación de ingresos o el acceso a educación superior, entre otras, pero que no rompe el lazo con su comunidad de origen. Así, [e]n ellas convendría tener además mejores indicios sobre su población de derecho en el doble sentido de la palabra: por pertenecer a tal lugar y territorio y por tener (seguramente) derechos y obligaciones jurídicos, incluida la propiedad en el mismo, aunque, por la razón que sea, no esté viviendo siempre allí, sino también en otra parte, incluso de manera regular (Albó 2021). Como observamos, la realidad misma de nuestra población muestra las dinámicas poblacionales que articulan al entorno urbano y rural, pero que desde una mirada urbanista pretende invisibilizar a la población de las comunidades rurales.

   

Referencias.

 Albó, Xavier. 2021. Tejiendo pistas. La Paz: CIPCA.

Heredia, Luis (coord.). 2016. Desdibujando fronteras Relaciones urbanas-rurales en Bolivia; Cuadernos de investigación 83. La Paz: CIPCA.

Oficina Nacional de Inmigración, Estadística y Propaganda Geográfica. 1904. Censo general de la población de la República de Bolivia según el empadronamiento de 1° de septiembre de 1900. La Paz: s/e.

Pentland, J. B. 1975. Informe sobre Bolivia de 1826. Potosí: Editorial Potosí.


Publicado en CIPCA notas

LA NACIÓN CHICHAS Y EL CENSO DEL BICENTENARIO

 

Con el ingreso del Siglo XXI, la Reconstitución de la Nación Chichas fue cobrando fuerza como una bandera reivindicativa de los que se denominaron, en su momento, los pueblos olvidados del sur en un contexto donde se había truncado la proyección de la departamentalización de los pueblos del sur. Estas acciones fueron activadas en tres ocasiones con: Félix Avelino Aramayo (1880), Adolfo Tórres Carpio (1926) y Enrique Baldiviezo (1943). El departamento proyectado comprendería cuatro provincias: Sud Chichas, Nor Chichas, Sud Lípez y Modesto Omiste, con una extensión territorial de 42.110 kilómetros cuadrados. Sin dejar de lado que este planteamiento venía desde la mirada señorial de los sectores de elite. Luego de estos intentos, se ingresó en un prolongado letargo donde la dinámica estatal hizo que se deje de lado esta proyección circunscribiendo a simples territorios administrativos municipales junto a los bemoles que esto significa y poblaciones cada vez más alejadas entre sí, alimentando localismos perversos.

Junto al proyecto reconstitutivo de la Nación Chichas surgen una serie de inquietudes que se deben ir respondiendo progresivamente. Dentro del proceso histórico, la Nación Chichas es mencionada dentro del Memorial de Charcas (1582), donde se la describe con las características guerreras presentes hasta nuestros días y, sobre todo, indica su existencia desde antes del incario. Posteriormente, en tiempos de la colonia, se ingresa en una organización diferente donde se convierte en el Partido de Chichas, pero se siguen manteniendo aspectos identitarios y espaciales bien diferenciados. Fue más bien dentro de la República que el territorio ancestral empieza a sufrir laceraciones, quedando una parte en territorio boliviano, y otros en Argentina y Chile. Así, la parte boliviana aun sufrirá divisiones político-administrativas perdiendo territorio en Tarija y luego entre provincias (Nor Chichas, Sud Chichas y Modesto Omiste). Esta situación afectó no solo a la división espacial sino a la identidad que, actualmente, debe afrontar ciertas pugnas y diferencias, pese a provenir de un tronco común.

Es importante mencionar que, dentro del periodo republicano, se tuvo levantamientos de información poblacional, donde en 1826, Joseph Pentland, realiza el Informe sobre Bolivia, donde menciona la presencia de población indígena y la importancia de la misma en el territorio boliviano dentro su configuración demográfica, indicando que esta representa tres cuartos del total. Años más tarde, en el que se considera como el primer censo oficial de la República de Bolivia, en 1900, se destaca la presencia de diferentes pueblos indígenas, incluso algunos que actualmente ya no existen, pero donde los Chichas están ausentes o inviabilizados. Entonces queda pendiente seguir ahondando respecto de esta omisión en el censo de 1900.

Ya en el siglo XX, se generó una pugna desde el poder estatal por intentar anular a los pueblos indígenas, pero contrariamente se tuvo una reemergencia de estos. Durante el censo de 1976 y 1992 se incluyó el criterio de lengua hablada a partir de la cual se interpretó una pertenencia indígena, donde se tuvo un 63,5% y 59% de población indígena respectivamente. El año 2001 se tuvo un hecho fundamental ya que se incluyó una pregunta de pertenencia a pueblos originarios e indígenas, que dio como resultado el 66,2% autoidentificada como indígena. Este porcentaje tuvo repercusión a nivel social y político dentro de la población que, en medio de una crisis política electoral y partidaria, vio fortalecida la identidad étnica que fue articulada en el discurso y propuesta política que aportó desde el aspecto demográfico a la consolidación y constitución de un Estado Plurinacional en 2009.

El censo de 2012, estuvo enmarcado en el contexto plurinacional que contradictoriamente mostró un porcentaje menor con 41% de población indígena, lo cual también generó varios debates, incluido el de la categoría de mestizo demandada como necesaria dentro de la boleta censal, pero que llevaba consigo toda una discusión sociopolítica, sobre todo desde la vereda partidaria. No obstante, la pregunta de pertenencia permitió visibilizar a las otras naciones indígena originario campesinas (NPIOCs) que quedaron al margen de la nueva Constitución Política del Estado como es el caso de la Nación Chichas, que reportó 59.480 autoidentificadas/os con dicha nación en todo el territorio, ubicándose como la cuarta con mayor población perteneciente, después de la quechua, aymara y guaraní.

Este fue un resultado altamente destacable ya que, por primera vez en la historia se visibilizó la presencia poblacional de la Nación Chichas con una cantidad muy importante que además de toda la tradición cultural demuestra su presencia real en el ámbito plurinacional. Al respecto se debe entender que la necesidad de contar con un dato estadístico oficial, en cuanto a la pertenencia a la Nación Chichas, se presenta como una exigencia dentro de la normativa para que, gestiones mediante, se logre un reconocimiento constitucional de los Chichas. Entonces luego de contar con este dato y otros requerimientos formales y normativos se debe avanzar hacia la inclusión de la Nación Chichas entre las Naciones y Pueblos Indígena Originario Campesinos (NPIOCs) de Bolivia. Más adelante, se deberá lograr la autonomía, alcanzando, por fin, la tan anhelada autodeterminación de los pueblos chicheños. Para ello es importante la participación de los gobiernos municipales chicheños y las organizaciones que se encuentran en este territorio. Lamentablemente, pese a estos logros, luego del censo 2012, las instancias indicadas no continuaron en la profundización del proceso de reconstitución mencionado por lo que aún están latentes varios mandatos de autodeterminación.

Este 2024, Bolivia nuevamente se acerca a la realización del Censo Nacional de Población y Vivienda, por lo que se ha reactivado una campaña por la autoidentificación como perteneciente a la Nación Chichas, que en esta ocasión responde a la pregunta 32 de la boleta censal que establece: ¿Se autoidentifica con alguna nación pueblo indígena originario campesino o afroboliviano? Inmediatamente después de la respuesta afirmativa (SI) abre un espacio para responder NACIÓN CHICHAS. En este sentido, la proyección es que esta gestión se supere las 59.480 personas que se autoidentificaron el 2012 y mantenernos entre las primeras cuatro naciones existentes en Bolivia a nivel poblacional. Lo contrario sería una reducción del dato logrado el pasado censo o peor aún, pasar nuevamente a la invisibilización e inexistencia dentro del acontecer social y político plurinacional. Por otra parte, debemos tomar en cuenta que dentro del escenario de representatividad en la Asamblea Legislativa Plurinacional se cuenta con los escaños especiales correspondientes a las NPIOCs minoritarias, una por departamento; pero que en el caso de Potosí no existe, ante lo cual este escaño de representación debería ser cubierto por la Nación Chichas luego de su reconocimiento pleno.

Lamentablemente, los esfuerzos por la Reconstitución de la Nación Chichas tienen resistencia en algunos sectores minoritarios de nuestra propia población. Posiblemente porque no comprenden aun la importancia de la autoidentificación dentro del censo o el desconocimiento de los elementos aquí planteados. Por otra parte, estas voces contrarias parecen mantener la lógica señorial y elitista de la identidad chicheña, mediante ínfulas españolas e incluso ibéricas, apelando a la negación de nuestros orígenes indígenas con trasfondos discriminatorios y hasta racistas. A partir de este desconocimiento u desorientación, asocian la autoidentificación y el idioma materno con objetivos político electorales que irían a beneficiar a actual partido de gobierno. Sin embargo, no comprenden que el resultado de la autoidentifcación va más allá de los meramente político coyuntural porque la Nación Chichas ha trascendido a diferentes periodos y regímenes desde antes de la colonia, y esta no debe ser la diferencia, mucho menos por argumentos sin sentido y basados en la ignorancia de unos pocos que pretenden mantenernos en el letargo de ilusiones del pasado engañoso o la folklorización superflua que devalúa aspectos determinantes de la identidad.

El paso de la historia demanda que seamos actoras y actores de consolidar mejores días para nuestros pueblos chicheños. Todo ello será posible proyectando senderos de desarrollo en base a lo establecido dentro de las posibilidades reales enmarcadas en la norma y la constitución. El tiempo de la desinformación y especulación debe terminar, debemos emprender un serio y complejo proceso de reflexión sobre la identidad de la Nación Chichas, entendiendo que no solo se trata de disfrazarnos de indígenas para bailar diciendo con perogrullo que somos chicheñas/os, con un total desconocimiento de los trasfondos de ello; solo así podremos despojarnos de la superficialidad de la fiesta y de la nostalgia de nuestra historia para proyectar el futuro de las nuevas generaciones de chicheñas y chicheños. Ha llegado el censo del Bicentenario y la Nación Chichas debe estar a la altura, en miras de seguir haciendo historia con el compromiso y trabajo de su propia gente que vaya construyendo el desarrollo de los pueblos del sur en su ancestral Nación chicheña autodeterminada y reconstituida.


domingo, 17 de marzo de 2024

LOS CENSOS Y LA CONDICIÓN INDÍGENA

 

El territorio del, actual, Estado Plurinacional de Bolivia, históricamente tuvo una población mayoritariamente indígena (con sus variantes conceptuales de india, campesina y originaria, entre otras). Así, durante los diferentes periodos históricos fueron considerados como una amenaza a las estructuras de poder que con la llegada e imposición del régimen colonial se fue sometiendo y excluyendo cada vez más. Dentro de la historia de los censos en Bolivia, podemos remontarnos al realizado el año 1900 bajo la definición de “Censo general de la población de la república de Bolivia”. En este documento encontramos elementos importantes que muestran el panorama de constitución de la población de aquel tiempo. En este sentido se puede identificar a la población indígena que mediante mecanismos de identificación se plasman dentro de los resultados de dicho censo.

Resulta sugerente que el capítulo III se titula como “Razas”, donde se identifica a 4: indígena, blanca, mestiza y negra. Pese a que este documento no realiza un análisis conceptual sobre la categoría indígena, si nos permite tener una aproximación a la presencia de pueblos indígenas que en la actualidad han desaparecido a poco mas de un siglo. Entre estos se encuentran los pampeanos, muchojoenes, chapacuras o quitemocas, cusiquias, mococas, curaves, laips, corabecas, curiminacas, caracanecas, paiconacas, mataguayos, noctenes, dejoses, ocales, malbales, chunupis, chorotis, entre otros que según se conoce llegaban al centenar de pueblos existentes al momento de la fundación de la República. Asimismo, se reporta la existencia de 920.000 indígenas de los cuales el 9% se encuentran en estado de barbarie. Otro aspecto destacable es la advertencia que se hace sobre la desaparición lenta y gradual de la raza indígena, motivada, entre otras causas, por la sequía, el hambre, la peste y el alcoholismo.

Este era el panorama dentro de un régimen caracterizado por el colonialismo interno donde los grupos de elite pretendían, luego de la independencia, seguir minimizando y anulando a la población indígena pese a que esta, históricamente, fue mayoría. Así se reportaba en el primer documento que levantó información estadística en Bolivia, a decir del Informe sobre Bolivia de Joseph B. Pentland en 1826. En dicho documento se refiere: “La gran masa de los habitantes de Bolivia se compone por indios aborígenes que forman tres cuartas partes de la población total o sea cerca de 800.000 almas [de un total aproximado entre 1.100.000 y 1.200.000 registrados en ese momento]”. Aunque Pentland no tomaba en cuenta, dentro de esta cifra, a la población, categorizada entonces como, negra.

Durante el censo de 1976 y 1992 se incluyó el criterio de lengua hablada a partir de la cual se interpretó una pertenencia indígena, donde se tuvo un 63,5% y 59% de población indígena respectivamente. El año 2001 se tuvo un hecho fundamental ya que se incluyó una pregunta de pertenencia a pueblos originarios e indígenas, que dio como resultado el 66,2% autoidentificada como indígena. Este porcentaje tuvo repercusión a nivel social y político dentro de la población que, en medio de una crisis política electoral y partidaria, vio fortalecida la identidad étnica que fue articulada en el discurso y propuesta política que aportó desde el aspecto demográfico a la consolidación de un proyecto en las elecciones de 2005 y la constitución de un Estado Plurinacional.

El censo de 2012, estuvo enmarcado en el contexto plurinacional que contradictoriamente mostró un porcentaje menor con 41%, lo cual también generó varios debates, incluido el de la categoría de mestizo demandada como necesaria dentro de la boleta censal, pero que llevaba consigo toda una discusión sociopolítica, sobre todo desde la vereda partidaria. No obstante, la pregunta de pertenencia permitió visibilizar a las otras naciones indígena originario campesinas (NPIOCs) que quedaron al margen de la nueva Constitución Política del Estado como es el caso de la Nación Chichas, que reportó 59.480 pertenecientes a dicha nación, ubicándose como la cuarta con mayor población perteneciente, después de la quechua, aymara y guaraní.

En 2024, mas de una década después como establecen los criterios técnicos, nos aprestamos a un nuevo censo nacional de población y vivienda. Para llegar a este tiempo nuevamente surgieron cuestionamientos y debates desde los categoriales, como la del recurrente mestizo, hasta los político partidarios que apuntan a otros intereses y objetivos como la redistribución de escaños o el pacto fiscal. Mas allá de estos debates macro, se pone en cuestión aspectos determinantes como la autoidentificación de nuestra población que a partir de estos procesos de relevamiento de información demográfica que lleva consigo una serie de aspectos más complejos en un contexto donde se vive un vaciamiento ante un panorama de globalización y transculturización que atentan, también, a nuestras identidades originarias.


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