lunes, 15 de junio de 2015

A LA DISTANCIA…

Hace cerca de 15 años atrás, existía un procedimiento casi obligatorio para todos y todas las estudiantes que se topaban con el momento de salir bachilleres, era tiempo de partir para, en el mejor de los casos, seguir con los estudios superiores en capitales de departamento donde se podía tener la carrera elegida, lo cual venía precedido por la posibilidad de cubrir los gastos pertinentes. Ese fue el destino de muchos y muchas que salimos hacia otras tierras para convertirnos en inmigrantes alejados de todo el imaginario, subjetividad e idiosincracia construida por casi de 20 de vivencia y convivencia. Abriendo esta nueva etapa, de los que consiguieron ingresar a las casas de estudios superiores otro tanto se quedó en el camino, por una serie de factores e influencias, nuevamente bifurcando los caminos con una amplitud de derroteros del día a día. Todos estos procesos traen consigo nuevos elementos que pueden reforzar o debilitar aspectos como la identidad, por lo cual fueron muchas y muchos los desarraigados de la tierra chicheña que se quedó muy lejos de la vista o que por lo menos no era coherente con las nuevas obligaciones y el horizonte de vida proyectado. El resto de la historia es más particular y dentro de esa particularidad tendríamos muchas posiciones y visiones casi existenciales de cada quien.

Pero esta vez, requerimos hablar de los y las que fortalecimos nuestros lazos con los Chichas mediante procesos que se manifiestan de diferentes formas como ser las pretensiones de reproducir el espacio propio dentro de uno ajeno o los que, casi, pecando hasta de chauvinismo se ven identificados en circunstancias muy concretas pero que en fin muy dentro llevan consigo este arraigo y añoranza. Así, hasta existieron propuestas en la pretensión de que nuestra gente retorne para poder trabajar y contribuir en mejores días para todos y todas; contrariamente para algunos el volver a la tierra es calificado, sacrílegamente, como un retroceso. Pero en fin, estas son las causas y azares que tienen los caminos complejos del ser chicheño y chicheña, con una identidad muy fuerte que se construye por algo más de 20 años y que después toma otros caminos para mantenerse o ser desterrada de cada quien por el resto de la vida.

Así, es muy seguro que las mismas experiencias cotidianas van cimentando los caminos que se van a seguir junto a las condiciones de vida en la actualidad que casi obligan a continuar con la mirada hacia adelante en una pugna delicada con las responsabilidades hacia lo nuestro. Solo el sentimiento de compromiso con nuestro pueblo hace que de una forma u otra nos mantengamos, aunque de reojo, con la atención puesta hacia el lugar de donde venimos. Son muchas las maneras en que pretendemos seguir arraigados con la magia de nuestra tierra colorada, esperando el momento de retornar en pleno para cumplir con lo antecedido cuando estuvimos obligados al destierro en búsqueda de mejores días, no solo para cada quien sino para nuestras mujeres y hombres que todavía viven ahí a la espera de tener mejores días fortaleciendo la comunidad de los Chichas que ha resistido el paso de los siglos y que ahora se encuentra confiada en lo que nosotros y nosotras podamos hacer, y lo seguiremos haciendo por ahora a la distancia... 

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