Nos
vamos acercando al final del Mes Largo de las Diversidades Sexuales y de Género,
el cual comienza el 17 de mayo con el Día Internacional contra la Homofobía,
Transfobia y Bifobia. Así las actividades y movilizaciones se van extendiendo
durante el resto de mayo y todo junio, hasta llegar al 28 de junio donde se
realiza las Marchas de las Diversidades (originadas en el Día del Orgullo Gay)
a nivel nacional, actividad que cobra mayor vigencia y respaldo cada año. En
este marco la temática y la población GLBTTTIQ (Gay, Lesbiana, Bisexual,
Travesti, Transgénero, Transexual, Intersexual y Queer) avanza paso a paso hacia el respeto de sus Derechos Humanos
y el respeto mínimo que nos merecemos como seres humanos. De esta manera, una
de las poblaciones en situación de vulnerabilidad se da a conocer de diferentes
maneras a modo de reclamar por esos derechos, que en muchos de los casos son
violentados a raíz de la ignorancia e intolerancia de una sociedad con muchos
prejuicios y doble moral, obviamente amparada por el sistema patriarcal y las
prácticas machistas presentes en el día a día, lamentablemente normalizadas.
De
esta manera, debemos poner la atención en el grupo más reaccionario hacia la
población GLBTTTIQ, es decir los hombres, quienes han asumido las lógicas de la
sociedad tradicional a partir de la construcción de roles de género, reforzadas
por las distintas instituciones sociales (familia, iglesia, escuela, medios de
comunicación y, hasta el propio, Estado) donde se reproducen, casi,
automáticamente los mandatos de la heteronormatividad, provocando la separación
entre lo, supuestamente, normal y lo anormal (por llamarlo de alguna manera). En
esta perspectiva, los hombres y la masculinidad hegemónica/tradicional han
construido una especie de estereotipos del ser hombre, para así responder a los
mandatos del patriarcado, así identificamos los tipos del mujeriego, el
proveedor, el poderoso y el dominante, conformando un círculo que tiene en el
centro el machismo. Así, hablamos de la virilidad que se establece en una de
las principales preocupaciones de los hombres, siendo parte de ese abanico de
ejes de atención, donde también está el rol de proveedor; ambos se constituyen
en las imposiciones más determinantes del ser “hombre”. Así vamos llevando
durante toda nuestra vida esta carga y sus mandatos sociales y culturales en el
intento permanente de validarnos como hombres con nuestros pares, y ante nuestras
compañeras mujeres; lo cual lleva consigo fuertes consecuencias en diferentes
ámbitos.
Con
estos antecedentes, vamos entendiendo el motivo de la fuerte reacción que
tenemos frente a las diversidades sexuales y de género, manifiestas
principalmente en la homofóbia, llegando incluso a los crímenes de odio
(situación que también se da contra las mujeres). Así, el tema de la
homosexualidad se convierte en otro talón de Aquiles de la masculinidad
hegemónica que se ve traicionada por uno de los suyos, quien además se atreve a
afiliarse con lo femenino, considerado como inferior en el marco de las
desigualdades de género. Con todos estos elementos, es un gran reto para
nuestra cultura y sociedad deconstruir toda la problemática iniciada por las
desigualdades entre mujeres y hombres, y mucho peor con poblaciones alternativas que plantean otras
formas de ser, ya sea mujeres u hombres o ninguna de ellas, en este mundo
heteronormado. Con este marco, en el último tiempo existen avances normativos
en el país como ser la Ley N° 807 “Ley de Identidad de Género”, así como leyes
elaboradas y promulgadas en los diferentes niveles de gobierno; sin embargo el
cambio sustancial debe ir más allá de la ley y corresponde a cambios en los
patrones sociales y culturales que se manifiestan en la cotidianeidad y en el
relacionamiento e interacción social.
Desde
la perspectiva de los hombres, el primer paso es aceptar con sentido crítico la
existencia de una masculinidad hegemónica/tradicional violenta y sustentada por
el ejercicio del poder así como las desigualdades que nos trae consecuencias
respecto de la integridad física y psicológica a la cual pretendemos aferrarnos
sin prestar atención a esta contradicción. Habiendo asumido esta situación,
deberemos avanzar hacia la aceptación de nuestras diversas formas de ser hombres,
que se denomina también masculinidades
alternativas que rompen con los estereotipos del hombre, revelando la
deconstrucción de esa lógica tradicional, reaccionaria y violenta que llevamos
como característica, y hasta cualidad, del ser hombre-machista. Así avanzaremos
hacia el respeto por las diferencias dentro de un mundo diverso en el cual habitamos,
temporalmente, mujeres y hombres con distintas orientaciones, deseos, gustos y
preferencias, definiendo nuestras identidades de forma permanente; y sobre todo
intentando ser felices como seres humanos.
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