lunes, 9 de diciembre de 2019

500 AÑOS, NADIE SE CANSA



Y 500 años no son nada, nada más que nuestra memoria larga en la que muchas generaciones lucharon contra diferentes poderes opresores. En un primer momento, cuando las fuerzas ibéricas, respaldadas por la pólvora, doblegaron de forma violenta a nuestros ancestros, a veces con la espada y otras con la biblia. Donde a nombre de dios se comenzó con una masacre, sometimiento, humillación y violaciones como si dios fuera sinónimo del dogma cuadriculado de las cabezas y el pensamiento de los invasores. En ese contexto, fue cercenado un proceso endógeno de desarrollo de los pueblos del Abya Yala junto a toda la valía y aporte que conlleva una sociedad, como su idioma, cultura, simbolismo y, cómo no, la religiosidad. Consecuentemente, junto a ese intento de anulación de lo originario también surgió un proceso de resistencia, clandestina y perseguida, como estrategia ante el opresor, vindicando lo nuestro. En tiempos contemporáneos hablamos de ese periodo como el proceso de colonización extranjera, vinculada a la esclavitud, explotación y masacre. Este proceso también dio como resultado el planteamiento de mestizaje donde se trató de zanjar asuntos pendientes como la desigualdad, racismo y discriminación.

Estas luchas permanentes, desde aquellos tiempos, resultaron en un suceso fundamental como el levantamiento de los indios a la cabeza de Bartolina Sisa y Tupac Katari con la rebelión de 1781. Años después los criollo-mestizos, viendo sus privilegios en riesgo, decidieron transfigurarse en patriotas planteando la independencia blancoide que luego de la guerra de los 15 años lograron hacerse otra vez del poder, herederos de sus ascendientes patrones de la colonia. De esta forma se da inicio al colonialismo interno que no logra modificar las estructuras fundamentales del, entonces, Estado liberal donde los “padres de la patria” tuvieron un perfil patronal y hacendado junto a la dominación por grupos de poder internos de la nobel República de Bolivia. De esta manera, la lucha incesante del pueblo indio había sido subsumida por el proyecto criollo-mestizo, excluyente, patriarcal y discriminador. Ante esta situación el problema colonial continuó profundizándose en la mente de las y los bolivianos como una normalidad, renegando de su condición y ascendiente india en el intento permanente de lograr el blanqueamiento, con frases tan vergonzosas y racistas “como mejorar la raza” y teniendo como primer escalón el blanqueamiento cultural. Así, la resistencia ha sido centenaria, madurada y profundizada por una serie de factores que mantuvieron los privilegios de sectores pequeños beneficiados desde el poder quienes fueron patrimonializando, incluso, el Estado.

Desde los años ´60 del siglo pasado comienzan a gestarse diferentes corrientes político ideológicas y académicas para pensar lo indio y retomar un proyecto de país, ahí surgirían el Katarismo y el Indianismo como respuestas al proceso colonial y excluyente en ámbitos formales de la política. De esta manera la lucha de los 500 años tuvo en ese tiempo una etapa fundamental que llegando a los ´90 encontraría a ese modelo anquilosado y caduco para entender a la sociedad y el Estado neoliberal aparente. El sujeto histórico y social, el indio, se articula y asume su rol histórico para la toma del poder el cual se concretaría inicialmente el año 2005, superando la protesta para ingresar a la propuesta, con la legitimación del proyecto indio-campesino-popular para el país, la sociedad y el Estado. Así democráticamente, no solo el sector indio es interpelado hacia la unidad sino que otros grupos como sectores populares y la clase media urbana se suman a esta demanda conformando un bloque histórico que genere el último momento constitutivo de nuestra historia con el Proceso de Cambio como punta de lanza de las demandas de las grandes mayorías, canalizadas por el Movimiento Al Socialismo y Evo Morales en ese tiempo.

Luego de, casi, 14 años de gestión habiendo ingresado, en la última etapa, en un tiempo de fluctuación de errores y aciertos, el partido de gobierno sufre un proceso de desestabilización promovido por sectores sociales urbanos de clase media, amparados por el cambio generacional de este tiempo, que sumados lograron articular este movimiento. Para completar la fórmula fueron las redes sociales las que se encargaron de gestar una guerra híbrida de cuarta generación en el nivel ideológico con recursos como las fake news ahondando problemáticas como el desconocimiento y la ignorancia sobre los complejos procesos socio históricos que van más allá de la inmediatez del meme y la tecnología, todo ello alimentado por actores de la política tradicional de la especulación visceral y verborréica. En este momento vuelven a emerger los oscuros sentimientos reaccionarios del colonialismo interno patronal como percutor del racismo y la discriminación ante la incapacidad de comprender la otredad.

500 años, días más días menos, el discurso arcaico de la espada y la biblia reaparecen en una coyuntura exacerbada y conflictiva para desconocer los avances constitucionales de haber asumido al Estado Boliviano como ajeno a cualquier dependencia religiosa bajo la característica de laicidad. Año 2019, otra vez el dogmatismo y fanatismo de la seudo religión pretende someter las libertades conseguidas históricamente por la lucha de los pueblos, parangonando incluso rumores del genocidio de otros tiempos y con otras magnitudes rebasadas por la realidad simbólica del siglo XXI. De esta forma el oscurantismo se infiltra en el Estado como preámbulo las intenciones del retroceso de las victorias sociales lo que ha traído consigo una nueva emergencia de las luchas indígenas y populares, ahora abanderadas por el emblema ancestral de la wiphala. Bolivia vive un episodio nuboso en su historia con parte de su población mareada por diversos factores, ante lo cual esperamos un cambio hacia el sentido crítico mínimo para el avance de la sociedad, y más aun de la comunidad. Cinco siglos, muchas generaciones, y todavía nadie se cansa de décadas y décadas de lucha y resistencia donde el Proceso Constituyente y el Estado Plurinacional son solo una victoria irreversible del último tiempo en la trinchera revolucionaria que seguirá presente incansablemente.

No hay comentarios: