lunes, 18 de marzo de 2013

LA EPOPEYA, MEDIO SIGLO DESPUÉS



En 1963, todo el pueblo boliviano se encontraba inmerso en el acontecer futbolístico en el marco de la Copa Sudamericana que se desarrollaba en nuestro país. Pero más fue el beneplácito cuando la selección nacional pudo llegar a la final y jugar este partido en la ciudad de Cochabamba donde alcanzó una histórica victoria, frente a Brasil, que pudo materializarse en la única copa internacional que obtuvo nuestro país en toda la historia. Después de este hecho, tuvieron que pasar muchas décadas para que volvamos a sentir el corazón acelerado por los triunfos futbolísticos que solo tuvieron un avance en las eliminatorias para el Mundial de 1994 donde pudimos estar presentes. Sin embargo, de manera continua nos hemos acostumbrado a las derrotas o a juegos conformistas que dicen muy poco de la dignidad nacional. No obstante, medio siglo después de conseguir la Copa Sudamericana ha sido grata la presentación de un libro que refleja lo vivido en diferentes espacios y por variados actores en ese tiempo. Esto fue plasmado en un libro realizado por Mario “Cucho” Vargas que lleva el título de “50 años de la epopeya” el cual nos remite nuevamente hasta otros tiempos donde el futbol tenía algunas de las cualidades más importantes para el deporte, la dignidad y el desinterés por los réditos económicos.

            Desde este punto de vista, el año 2010 se jugó un partido de sub 20 entre Argentina y Bolivia donde para cualquier observador, sin importar el criterio o nivel de conocimiento que tenga de futbol, fue notoria la acción desvergonzada acontecida ya que se adicionó casi 13 minutos hasta concretarse un penal a favor de la selección argentina dándole así una victoria, por demás, dudosa. Entonces, años después sale a la luz un escándalo internacional que ha develado una red de corrupción y apuestas que funcionaban a nivel mundial donde se compraban partidos y sus resultados; que incluye al mencionado partido sub 20. Con este antecedente, somos testigos de datos deprimentes en cuanto al “deporte rey” donde al parecer se han infiltrado las garras del poder y de los intereses económicos que ponen en cuestión cualquier evento futbolístico, y deportivo, donde no se puede tener certeza de la transparencia del mismo. Posiblemente, como uno de los tantos argumentos a nuestro favor, podríamos apelar a este dato para decir que los países en desarrollo no tenemos estas capacidades ni políticas ni económicas las cuales influyen en logros deportivos que pueden explicar nuestra crítica situación a nivel internacional. Sin embargo, tampoco se puede dejar de lado las denuncias de malos manejos en las diferentes instancias deportivas que tenemos en el país y que no logran concretar éxitos, en este caso, para nuestros representativos futbolísticos que parecen ensimismados en un campeonato liguero, doméstico, sin ninguna capacidad en eventos internacionales.

            Por todo ello, es importante retornar y tener en la memoria las victorias logradas por equipos como el de 1963 donde se encontraban figuras relevantes entre las cuales destacó Víctor Agustín Ugarte, el Maestro. Lamentablemente, junto al tiempo transcurrido, la población y la hinchada boliviana se fueron alejando de este recuerdo para que muchos de los miembros de esa selección también queden en el olvido. Entre estos personajes, posiblemente Ugarte fue el que la pasó peor porque tuvo que morir en el anonimato y en condiciones deplorables para el otrora Maestro. Así, Ugarte solo ha quedado en la memoria de pocos como dice Cachín Antezana, en su ensayo “El Maestro” (2006): «Víctor Agustín Ugarte. Su nombre debería bastar por estos lares para evocar las posibilidades generativas y estéticas del fútbol. Pero, eso no sucede. Hoy en día, no falta quien te pregunta “¿Quién?” cuando le mencionas hablando de fútbol boliviano. “Víctor Agustín Ugarte,” insistes. “¿Quién?”, reiteran. […]Le llamaban “Maestro,” “Maestro Ugarte.” Como se sabe, en el fútbol —y en las artes—, el título de maestro es mucho más digno que los de rey, príncipe o emperador. […]De los maestros sabes que aprendes o puedes todavía aprender o siempre puedes aprender, de los otros, no sé, sólo aceptas su jerarquía o algo por el estilo. ¿Cómo es que han olvidado tanto al maestro Ugarte? ». Con estas líneas propias y citadas, vaya un homenaje póstumo a uno de los artífices de la Copa del `63 y que no pudo estar presente en el reconocimiento por lo 50 años de este suceso del futbol nacional e internacional y que ha quedado como una deuda pendiente para los que vibraron con su juego y no pudieron retribuir algo de lo que nos dejó.

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