En 1963, todo el
pueblo boliviano se encontraba inmerso en el acontecer futbolístico en el marco
de la Copa Sudamericana que se desarrollaba en nuestro país. Pero más fue el
beneplácito cuando la selección nacional pudo llegar a la final y jugar este
partido en la ciudad de Cochabamba donde alcanzó una histórica victoria, frente
a Brasil, que pudo materializarse en la única copa internacional que obtuvo nuestro
país en toda la historia. Después de este hecho, tuvieron que pasar muchas
décadas para que volvamos a sentir el corazón acelerado por los triunfos
futbolísticos que solo tuvieron un avance en las eliminatorias para el Mundial
de 1994 donde pudimos estar presentes. Sin embargo, de manera continua nos
hemos acostumbrado a las derrotas o a juegos conformistas que dicen muy poco de
la dignidad nacional. No obstante, medio siglo después de conseguir la Copa
Sudamericana ha sido grata la presentación de un libro que refleja lo vivido en
diferentes espacios y por variados actores en ese tiempo. Esto fue plasmado en
un libro realizado por Mario “Cucho” Vargas que lleva el título de “50 años de
la epopeya” el cual nos remite nuevamente hasta otros tiempos donde el futbol
tenía algunas de las cualidades más importantes para el deporte, la dignidad y
el desinterés por los réditos económicos.
Desde este punto de vista, el año 2010
se jugó un partido de sub 20 entre Argentina y Bolivia donde para cualquier
observador, sin importar el criterio o nivel de conocimiento que tenga de
futbol, fue notoria la acción desvergonzada acontecida ya que se adicionó casi 13
minutos hasta concretarse un penal a favor de la selección argentina dándole
así una victoria, por demás, dudosa. Entonces, años después sale a la luz un
escándalo internacional que ha develado una red de corrupción y apuestas que
funcionaban a nivel mundial donde se compraban partidos y sus resultados; que
incluye al mencionado partido sub 20. Con este antecedente, somos testigos de
datos deprimentes en cuanto al “deporte rey” donde al parecer se han infiltrado
las garras del poder y de los intereses económicos que ponen en cuestión
cualquier evento futbolístico, y deportivo, donde no se puede tener certeza de
la transparencia del mismo. Posiblemente, como uno de los tantos argumentos a
nuestro favor, podríamos apelar a este dato para decir que los países en
desarrollo no tenemos estas capacidades ni políticas ni económicas las cuales
influyen en logros deportivos que pueden explicar nuestra crítica situación a
nivel internacional. Sin embargo, tampoco se puede dejar de lado las denuncias
de malos manejos en las diferentes instancias deportivas que tenemos en el país
y que no logran concretar éxitos, en este caso, para nuestros representativos
futbolísticos que parecen ensimismados en un campeonato liguero, doméstico, sin
ninguna capacidad en eventos internacionales.
Por todo ello, es importante
retornar y tener en la memoria las victorias logradas por equipos como el de
1963 donde se encontraban figuras relevantes entre las cuales destacó Víctor
Agustín Ugarte, el Maestro. Lamentablemente, junto al tiempo transcurrido, la
población y la hinchada boliviana se fueron alejando de este recuerdo para que
muchos de los miembros de esa selección también queden en el olvido. Entre
estos personajes, posiblemente Ugarte fue el que la pasó peor porque tuvo que
morir en el anonimato y en condiciones deplorables para el otrora Maestro. Así,
Ugarte solo ha quedado en la memoria de pocos como dice Cachín Antezana, en su
ensayo “El Maestro” (2006): «Víctor Agustín Ugarte. Su nombre debería bastar
por estos lares para evocar las posibilidades generativas y estéticas del
fútbol. Pero, eso no sucede. Hoy en día, no falta quien te pregunta “¿Quién?”
cuando le mencionas hablando de fútbol boliviano. “Víctor Agustín Ugarte,”
insistes. “¿Quién?”, reiteran. […]Le llamaban “Maestro,” “Maestro Ugarte.” Como
se sabe, en el fútbol —y en las artes—, el título de maestro es mucho más digno
que los de rey, príncipe o emperador. […]De los maestros sabes que aprendes o
puedes todavía aprender o siempre puedes aprender, de los otros, no sé, sólo
aceptas su jerarquía o algo por el estilo. ¿Cómo es que han olvidado tanto al
maestro Ugarte? ». Con estas líneas propias y citadas, vaya un homenaje póstumo
a uno de los artífices de la Copa del `63 y que no pudo estar presente en el
reconocimiento por lo 50 años de este suceso del futbol nacional e
internacional y que ha quedado como una deuda pendiente para los que vibraron
con su juego y no pudieron retribuir algo de lo que nos dejó.
No hay comentarios:
Publicar un comentario