La Sociología ha ido prestando
atención a una diversidad de temáticas en la gama más ampliamente posible para
una de las ciencias más abiertas en cuanto a su alcance. En ese sentido, para
explicar esta capacidad de ingresar en casi todos los espacios de la realidad
se toma como al principal antecedente su característica de estudiar toda
sociedad dentro de la cual existe alguna interacción, es decir que simplemente
partiendo de la existencia de una relación social entre individuos o grupos ya
podemos anexar a la Sociología en un campo de acción y análisis. En ese
sentido, casi en todo momento los humanos son seres sociales y requieren del
otro para lograr una convivencia, ya sea pacífica o de conflicto. En ese mismo
espacio se encuentra la capacidad de generar las identidades que parten de
conceptos como la otredad que permiten establecer diferencias ante los demás.
Por otra parte, encontramos dos aspectos que son opuestos, y complementarios,
dentro de la existencia los cuales se denominan eros y thanatos que exaltan
características de los individuos tanto en un nivel personal interno y el
externo y relacional, siendo representaciones de la vida y la muerte (de donde
además se desarrolló la Tanatología, ciencia que estudia los procesos de la
muerte).
Así,
podemos remitirnos hasta la mitología griega par identificar a la muerte
presente en el día a día de las sociedades. Pero de la misma manera identificar
a este mismo personaje en culturas propias ya que la muerte traspasa cualquier
frontera haciéndose presente en cada cultura del planeta y el tipo de
reacciones y relaciones que suele provocar. De esta manera, hasta hace poco este
tema ha sido, casi, ignorado de todo estudio por las mismas connotaciones que
trae y que suelen producir un rechazo natural, o posiblemente socialmente
construido, al respecto. Con lo manifestado, en todos los grupos existen
diversas formas de afrontar y tratar de entender a este proceso considerado
como parte de la vida lo cual lleva interrogantes complejas por la ignorancia
que se tiene de la muerte y sus fenómenos. Por este motivo, los dichos
respectivos son innumerables y vienen asociados a tradiciones y costumbres con
particularidades de cada región. Así, estas actitudes son expresiones
simbólicas de procesos de la indagación de respuestas ante la muerte que se
presenta como un fenómeno, casi inexplorado, donde se busca ese entendimiento y
confrontación ante la pérdida de alguien cercano.
De esta forma,
en sociedades como la boliviana, la ritualidad se convierte en parte esencial
dentro de estos procesos que comienzan, generalmente, con el luto y el tiempo
de duelo el cual conlleva una serie de procedimientos tradicionales que se
trasladan a los ocho días, el mes, y otros hasta alcanzar el cabo de año donde
se hace una contradictoria celebración como si el duelo fuera un sentimiento
delimitado en tiempo y espacio y no así algo mas complicado y personal en cada
caso. Hablando con un enfoque más colectivo, nos encontramos con la festividad
de Todos Santos asociada directamente con la fiesta de los difuntos donde se
realiza una especie de culto a la muerte que trata de generar un reencuentro
con los que han partido de este plano físico. No obstante, este tipo de
celebraciones llevan consigo sesgos diferenciados donde más bien se rinde un
culto a las personalidades de los muertos y no a las almas, como se suelen
llamar, y mucho menos a los espíritus. De esta manera, hablar y entender a la
muerte es algo complejo que seguirá siendo parte de la cotidianeidad de las
sociedades donde se buscarán estrategias para afrontar a este extraño fenómeno
que desde otra perspectiva no es más que el sueño diario al que ingresamos
todas las noches ligados al cuerpo físico por el cordón de plata (Antakarana) y
que por el cual podemos retornar nuevamente al despertar de la cuarta vertical.
Este mismo proceso solo se ve afectado cuando el cuerpo físico y el alma son
separadas cuando el ángel de la muerte llega en el momento fijado para cortar
ese cordón con la guadaña que lleva en la mano por lo que no puede existir un
retorno a la vida de la tercera dimensión. Lo que sucede después de desencarnar
es todavía más complicado desde las versiones conocidas pero de manera
sugestiva podemos remitirnos a la Divina Comedia de Dante Alighieri para
adentrarnos en el mundo de la muerte y su barquero Caronte para poder ampliar
nuestras perspectivas y hacer más llevadero este enigmático fenómeno, casi,
inevitable.
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