Dentro del proceso para el ejercicio ciudadano tuvieron
que ocurrir una serie de momentos y hechos complejos para que la política sea
democratizada, o asumida con una perspectiva inclusiva y participativa. En este
sentido, existieron muchos sesgos que significaron el abismo existente entre
una política elitista y otra real donde se genere mayor legitimidad, en este
caso, para la elección de gobernantes. Entre las brechas existentes podemos
encontrar el tema de la equidad donde se solía excluir a mujeres de este tipo
de decisiones lo cual se fue superando progresivamente, esto no significa que
el problema esté totalmente culminado. Así, en la actualidad el debate supera
el hecho de simplemente elegir, sino que se requiere ser elegida, dentro de lo
cual se maneja postulados como la paridad a partir de normativas que deben ser
asumidas como una transversal en varios ámbitos que pasan por temas de lucha
contra la violencia el machismo y la despatriarcalización, entre otros, donde
el ejercicio del “poder” es fundamental a partir de la potestad en la toma de
decisiones más allá del cumplimiento de la cuota obligada por ley.
Dentro de una realidad más propia, tenemos una
problemática particular donde existe la presencia de los pueblos indígenas
originarios, quienes solo fueron considerados como ciudadanos luego de la
Revolución Nacional de 1952 mediante la aplicación del voto universal como un
importante avance en cuanto a derechos políticos de la población. No obstante,
este solo fue el primer paso que dejaría pendientes una serie de medidas
necesarias para considerar a Bolivia como un país realmente incluyente y participativo
que tuvo que pasar por el multiculturalismo, plurilingue, multiétnico, hasta
complejizar el Estado, como un reflejo de la composición social, articulado a
la cualidad plurinacional que imbrica una serie de factores logrados en esta
última etapa de la historia, dentro del denominado proceso de cambio. También
es importante decir que este momento constitutivo fue generado desde los
propios movimientos indígenas para lograr establecerse como actores
estratégicos y fundamentales de la política en el siglo XXI en Bolivia y países
hermanos.
De esta manera, hemos abordado dos casos concretos de
poblaciones, históricamente, vulneradas en sus derechos políticos y que son
pilares primordiales para entender el ejercicio de la política actual, además
de la práctica democrática. Cuando hablamos de forma general nos acercamos a la
democracia participativa que tiene varios mecanismos como el referendo donde se
toma decisiones de manera directa, dando legitimidad a la opción definida. Por
tanto este es un avance de la democracia que era necesario en tiempos de
inclusión y no discriminación. Sin embargo, más allá de este tipo de política,
vinculada siempre al sufragio, existen otras maneras de incidencia donde la
opinión y la libre expresión son prioritarias. En este sentido, durante los
últimos años, las redes sociales han sido un medio por el cual se abre, casi,
por completo este derecho y capacidad para todos y todas en general, siendo el
único óbice el acceso a los medios tecnológicos que permitan acceder a la red.
De esta forma, parece que este tipo de política es la más democrática posible
la cual además permite la participación permanente, más allá del reduccionismo
del sufragio que se concreta solo en el momento de la emisión del voto. Así,
con este y otros mecanismos de participación se dice que incluso se puede
vencer elecciones, o en nuestro caso un referendo. Por este y otros factores,
desde el gobierno nacional, se plantea la regulación de las redes sociales,
principalmente para evitar la especulación, el insulto, racismo, discriminación
y otros aspectos que son responsables de generar y reforzar conflictos
históricos vinculados al colonialismo interno, el sexismo y otras taras
extremadamente perjudiciales para una comunidad nacional. Así, el debate sobre
las redes sociales queda abierto y deberá ser asumido con un nivel de discusión
seria y estructural porque un precedente para estas expresiones es la educación
ya sea formal o alternativa, y en espacios familiares, escolares y otros. De
esta manera, vamos considerando una pugna entre los líderes de opinión, la
opinión pública y hasta el vox pópuli,
válidos todos dentro de la democracia, pero los cuales no deben tener los
lastres discriminatorios, racistas, excluyentes, sexistas y muchos otros que al
final no tienen nada que ver con política o debate democrático y son ejercidos
a partir de la cultura política de cada grupo poblacional junto a la carga de
violencia simbólica junto varias otras problemáticas sociales.