A lo largo de las últimas semanas se llevaron adelante
las “típicas” campañas preelectorales rumbo al referéndum modificatorio del
Artículo N° 168 de la Constitución Política del Estado Plurinacional, abriendo
la posibilidad de que el actual Presidente y Vicepresidente sean candidatos el
2019. Así, por un lado se presentaron argumentos sugerentes para las opciones
maniqueas de este proceso electoral que nos llevaron a bifurcar nuestro camino
entre los verdes y los colorados sin lugar a matices. Entre medio también
encontramos aspectos considerados como guerra sucia con fuentes puestas en
entredicho y en otros casos siendo confirmadas como mentiras en pleno. En este
escenario lo más lamentable fue la falta de profundidad en algunas posiciones
que se confrontaron a los logros y avances del denominado proceso de cambio,
que no quedó exento de errores en el camino que fueron generando las críticas a
la gestión oficialista.
Luego de conocerse los resultados de la votación en el
referéndum a nivel nacional, lo primero que queda es la consolidación de la
democracia directa e incluyente con la aplicación de este tipo de
procedimientos electorales, formalizados luego de la Asamblea Constituyente,
donde la población en su conjunto toma decisiones fundamentales para los
derroteros del Estado boliviano en los próximos años. Lo segundo, es que los
resultados muestran la diferencia tan estrecha entre el SI y el NO lo cual
mantiene, todavía, un respaldo a la gestión actual que, en comparación, supera
los porcentajes de los tiempos de la democracia pactada y el caduco sistema de
partidos. En tercer lugar, es importante mencionar que la victoria lograda no
es aplicable de forma automática a ningún candidato ni fórmula de la oposición
por tanto no existe un líder visible de la opción roja en el mencionado
referéndum. En el mismo sentido, tampoco debería ser una victoria del aspecto
discriminatorio y racial de las visiones arcaicas existentes en otros tiempos y
que fueron las que resistieron por mucho tiempo atrincherados en la mirada
hacia el norte, donde se elegía, incluso, a un presidente que hablaba mejor el
inglés que el castellano.
Quedan algunos años por delante y la unidad lograda
para este proceso quedará polarizada y atomizada en muchos frentes y rostros
desde las opciones de oposición el 2019. Para el actual partido de gobierno
también queda una tarea pendiente fundamental para las elecciones generales
próximas, donde la emergencia de nuevos cuadros y líderes o lideresas serán
puestos a prueba en el amplio marco que se tiene dentro del Movimiento Al
Socialismo. Sin duda, los cambios que se vayan a dar en este tiempo serán
refrescantes en todo sentido, donde también habría que esperar una renovación
dentro de la oposición que veía como la única alternativa de una posible
victoria el alejamiento de Evo Morales como candidato presidencial. Hay mucho
por hacer y mucho por reflexionar con retos complejos para verdes y colorados,
donde la oposición se enfrenta a la necesidad de estructurar un proyecto de
país coherente con la realidad actual luego de la emergencia y consolidación de
los nuevos actores y actoras sociales y políticas del último tiempo, sobre todo
en referencia a los pueblos indígenas originarios. Entonces, para la oposición
se pone cuesta arriba hacia la búsqueda de un liderazgo y proyectos
representativos e incluyentes, luego de los importantes avances del denominado
proceso de cambio que solo requerirá nuevos aires que posiblemente refuercen y
fortalezcan el proyecto hacia la consolidación de la agenda 2025.
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