lunes, 15 de febrero de 2016

LOS VERDES Y LOS COLORADOS

De manera llamativa, se han modificado los colores electorales enmarcados en el proceso que se llevará adelante el próximo domingo dentro del referéndum modificatorio del Artículo 168 de la Constitución Política del Estado. Así nos hemos alejado del popular azul, que incluso se conformó en la ola azul que “arrasaba” en gran parte del mapa electoral en Bolivia, hasta la pasada elección general. Por otra parte, han desaparecido también, o por lo menos se han minimizado, otros colores y siglas a las que nos habíamos acostumbrado cuando se trataba de política electoralista en el siglo XXI. De esta manera, ahora sí, nos encontramos en un escenario maniqueo donde se polariza las dos opciones del SI o NO, caracterizadas por los colores verde y rojo, al parecer, sin espacio para matices o tonos a medias tintas. Dentro de este marco, como las únicas alternativas solo se tendrá al blanco y el gris, del voto nulo, que podrán alternar entre estos verdes y colorados que sin embargo no resultan ser opciones pertinentes porque en un referéndum de este tipo cada vota será requerido y definitorio.

El 21 de febrero los y las ciudadanas de nuestro país estarán ejerciendo su derecho, obligatorio, al acudir a las urnas para definir su voto entre el verde o el colorado, con connotaciones que pueden alargarse por 5 años o una nueva gestión de gobierno para los actuales Presidente y Vicepresidente, los mismos puedan ser candidatos a las elecciones del año 2019. Dentro de este panorama resaltan elementos novedosos y otros reiterativos de los anteriores procesos electorales vividos en nuestro país. Primero, nos encontramos con la movilización del aparato humano estatal para realizar las campañas por el SI y el NO dependiendo de la tuición de cada nivel de gobierno, ya sea nacional, departamental o municipal para mostrarlos como las bases que respaldan a cada opción. En este sentido, el partido de gobierno además de esta movilización cuenta con el apoyo de las organizaciones sociales, ya tradicionales, que sostienen al proceso de cambio, y que fueron gestores del mismo, incluso antes de la existencia del MAS-IPSP con lo cual se tiene una verdadera base social organizada y con presencia nacional. Desde la otra vereda nos encontramos con las oposiciones que parecen haber encontrado un hito común para tener esa unificación añorada, desechando coyunturalmente la cabeza visible que es donde se suelen generar los quiebres para alcanzar, en otro contexto presidencialista, esa unidad que ahora existe de manera pasajera. Entonces los dos frentes se encuentran listos para llegar al día del referéndum ya sea reiterando las victorias, contundentes, que tuvo el partido oficialista en los últimos años de forma recurrente o más bien hacer el viraje que interpele los errores y retrocesos que pueden existir dentro del proceso de cambio.


Sin embargo, se presenta una tercera alternativa de los resultados que se puedan obtener donde el SI pueda ganar con mínimas diferencias, incluso sin superar el 50 % lo cual debería resultar en un proceso más complejo y reflexivo para el actual partido de gobierno que significaría una especie de un SI condicional que motive la autocrítica de la gestión de gobierno y retomar los lineamientos originales planteados desde el Pacto de Unidad. Frente a estas condiciones, volvemos a observar a las oposiciones articuladas en torno al NO pero sin plantear, todavía, una agenda de país que permita vislumbras alternativas a la propuesta del Movimiento Al Socialismo que incluso presenta la agenda 2025, origen del actual referéndum con la continuidad del gobierno rumbo a la celebración del bicentenario de la independencia de Bolivia. En medio de este complejo y definitivo referéndum hemos visto emerger a los verdes y los colorados que plantean una alternativa maniquea la cual deberá desaparecer después del 21 para continuar con las causas y azares de la política democrática una vez conocidos los resultados sin que los mismos nos conviertan en el País de los Cocos o alguna rama anexa.

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