El pasado 27 de mayo, la ciudad
de Tupiza fue engalanada con una de las proyecciones inaugurales de la película
“Juana Azurduy de Padilla Guerrillera de la Patria Grande” abriendo, o tomando,
nuevamente el histórico Cine Suipacha, con énfasis especial en la palabra
guerrillera como un precedente atractivo para disfrutar de dicha película. Al
respecto un primer apunte debe estar referido a la necesidad de reactivar de
forma permanente los escenarios culturales ubicados en Tupiza como una manera
de incentivar las propuestas que se vayan a concebir tanto desde propios y
visitantes, como se vio en varios momentos con presentaciones teatrales. Así,
la existencia y funcionamiento de un cine teatro es un eje que se encarga de
activar el interés por trabajar diferentes géneros culturales muy necesarios
para niños, niñas, adolescentes y jóvenes, principalmente, como una manera
constructiva de utilizar el tiempo de ocio, mucho más al tener como una de las
cualidades de la ciudad de Tupiza al nombramiento como Capital Cultural de la
Juventud, otorgado hace varios años atrás.
De esta manera, una película tan
necesaria fue presentada como una manera de reivindicar en el escenario
nacional, e internacional, una etapa importante para nuestro, actual, país
donde se desarrolló la guerra de guerrillas, con el protagonismo de una
diversidad de habitantes del territorio altoperuano. Sin embargo en este caso,
se distingue la participación de una mujer, Juana Azurduy, quien superando una
serie de obstáculos contra su persona y, hasta, contra su maternidad, tuvo la
capacidad de liderar grandes movimientos dentro de la guerra de los 15 años
para lograr la independencia de un nuevo país. Desde este punto de vista, la
película en cuestión es un reconocimiento necesario para estos guerrilleros y
guerrilleras, dentro de las cuales también se encuentran la Heroínas de la
Coronilla como otra faceta determinante en el devenir de nuestra historia y
entender el aporte de las mujeres dentro del mismo.
En el mismo sentido, Tupiza y
toda la región de Los Chichas, donde Juana Azurduy vivió, brindó aportes
fundantes dentro de este proceso en el cual se gestaron movimientos y
levantamientos dentro de un mismo objetivo y con una participación importante
de los “indios”, más allá de las elites, que terminaron apropiándose de los
réditos luego de los 15 años de emancipación. En este sentido, debemos recordar
que las Batalla de Cotagaita y Suipacha de 1810 son entendidas como el bautizo
de fuego en este periodo además de un posible comienzo de la guerra de
guerrillas por la estrategia aplicada en esta primera victoria de los patriotas
en el Alto Perú. Con lo acontecido, se generan los encuentros entre cultura e
historia donde se cruzan otras transversales como el género que revalidan el
trabajo fundamental de las mujeres en torno a la independencia que por lo
general son invisibilizadas dentro de un sistema patriarcal que se limita a
generar recordatorios simplistas en días concretos sin plantear una verdadera
inclusión ya sea de mujeres, pueblos indígenas y otros actores y actoras que no
responden a la lógica encargada de construir la historia desde los ganadores y
a partir de intereses de sectores y clases poderosas a lo largo de la historia,
supuestamente, oficial.
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