lunes, 6 de junio de 2016

CINE, CULTURAS E HISTORIAS

El pasado 27 de mayo, la ciudad de Tupiza fue engalanada con una de las proyecciones inaugurales de la película “Juana Azurduy de Padilla Guerrillera de la Patria Grande” abriendo, o tomando, nuevamente el histórico Cine Suipacha, con énfasis especial en la palabra guerrillera como un precedente atractivo para disfrutar de dicha película. Al respecto un primer apunte debe estar referido a la necesidad de reactivar de forma permanente los escenarios culturales ubicados en Tupiza como una manera de incentivar las propuestas que se vayan a concebir tanto desde propios y visitantes, como se vio en varios momentos con presentaciones teatrales. Así, la existencia y funcionamiento de un cine teatro es un eje que se encarga de activar el interés por trabajar diferentes géneros culturales muy necesarios para niños, niñas, adolescentes y jóvenes, principalmente, como una manera constructiva de utilizar el tiempo de ocio, mucho más al tener como una de las cualidades de la ciudad de Tupiza al nombramiento como Capital Cultural de la Juventud, otorgado hace varios años atrás.

De esta manera, una película tan necesaria fue presentada como una manera de reivindicar en el escenario nacional, e internacional, una etapa importante para nuestro, actual, país donde se desarrolló la guerra de guerrillas, con el protagonismo de una diversidad de habitantes del territorio altoperuano. Sin embargo en este caso, se distingue la participación de una mujer, Juana Azurduy, quien superando una serie de obstáculos contra su persona y, hasta, contra su maternidad, tuvo la capacidad de liderar grandes movimientos dentro de la guerra de los 15 años para lograr la independencia de un nuevo país. Desde este punto de vista, la película en cuestión es un reconocimiento necesario para estos guerrilleros y guerrilleras, dentro de las cuales también se encuentran la Heroínas de la Coronilla como otra faceta determinante en el devenir de nuestra historia y entender el aporte de las mujeres dentro del mismo.


En el mismo sentido, Tupiza y toda la región de Los Chichas, donde Juana Azurduy vivió, brindó aportes fundantes dentro de este proceso en el cual se gestaron movimientos y levantamientos dentro de un mismo objetivo y con una participación importante de los “indios”, más allá de las elites, que terminaron apropiándose de los réditos luego de los 15 años de emancipación. En este sentido, debemos recordar que las Batalla de Cotagaita y Suipacha de 1810 son entendidas como el bautizo de fuego en este periodo además de un posible comienzo de la guerra de guerrillas por la estrategia aplicada en esta primera victoria de los patriotas en el Alto Perú. Con lo acontecido, se generan los encuentros entre cultura e historia donde se cruzan otras transversales como el género que revalidan el trabajo fundamental de las mujeres en torno a la independencia que por lo general son invisibilizadas dentro de un sistema patriarcal que se limita a generar recordatorios simplistas en días concretos sin plantear una verdadera inclusión ya sea de mujeres, pueblos indígenas y otros actores y actoras que no responden a la lógica encargada de construir la historia desde los ganadores y a partir de intereses de sectores y clases poderosas a lo largo de la historia, supuestamente, oficial.

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