lunes, 15 de agosto de 2016

FUTBOL Y “LOS OTROS” DEPORTES

Los Juegos Olímpicos “Río 2016” que se vienen desarrollando en el país vecino del Brasil nos abren una serie de aristas para comentar y hasta conocer respecto del deporte en gran parte de sus disciplinas existentes alrededor del mundo. Como un aspecto ineludible, se encuentra la situación de estos “otros” deportes y su realidad actual en Bolivia, donde parecería existir una cultura de deporte como sinónimo de futbol, ante las otras disciplinas que quedan como prácticas secundarias y con mínima importancia, al menos en términos formales de competición. En este contexto, 1993 es el dato más cercano de un sentimiento de victoria y triunfo en torno al futbol nacional, donde la selección logró, solo, clasificar al Mundial de Futbol de Estados Unidos ’94, donde simplemente se fue a participar y, seguramente, ganar experiencia. Entonces, han sido muchos los debates, recurrentes eliminatoria tras eliminatoria, luego de que la selección queda muy lejos de la clasificación al mundial correspondiente y los comentaristas junto a analistas tratan de encontrar la respuesta para salir de esa crisis del futbol boliviano. Pero, en esa cultura coyunturalista tenemos que todo queda en el momento para después esperar la próxima derrota futbolera para retomar el debate y la polémica.

Pese a estas condiciones, gran parte de las y los bolivianos continuamos concentrados en el futbol como ese sinónimo de deporte, manteniendo al margen el gran número de disciplinas que bien podrían ser trabajadas en nuestro país con mejores resultados que los que nos deja el futbol. En la misma línea casi todos los auspicios y respaldos de instituciones públicas y privadas se agrupan en torno al futbol, lo que queda claro con la delegación mínima (12 deportistas en Río) que participa en los juegos olímpicos, anteriores y actuales, que llegan hasta esas instancias por esfuerzo propio y mínimos apoyos. Entonces, comparativamente, debemos ver lo que ocurre en diferentes instancias futbolísticas que comienzan en la Liga donde los equipos existentes cosechan grandes triunfos internos pero que casi nunca pueden reflejar en torneos internacionales, donde de la misma manera quedan desclasificados en instancias primarias. Por otra parte, es importante considerar algunas características de la cultura futbolera que encierra, entre otras cosas, aspectos como la discriminación, xenofobia, misoginia y homofobia siendo los estadios los escenarios donde este tipo de manifestaciones son expresadas sin mayor reparo y de forma masiva.


Entonces, es pertinente que se vayan abriendo espacios en diferentes instancias para poder trabajar en diferentes deportes, no como una forma periférica sino asumiendo la importancia que deberían tener en un marco más amplio de representación boliviana a nivel internacional y también permitir a las y los seguidores tener mayores opciones de disfrutar del deporte en su plenitud. Por otra parte, es seguro que nuestras y nuestros atletas nos brindarían mayores satisfacciones abriendo la propuesta en cuanto a disciplinas deportivas que ni siquiera requieren, en algunos casos, de infraestructuras especializadas, si es que este sería el argumento para no brindar el respaldo. Así, junto a voluntad política, mucho depende de ir cambiando nuestros imaginarios y perspectivas en cuanto al mundo deportivo para que las nuevas generaciones vayan conociendo, inicialmente, la gran variedad de disciplinas deportivas existentes, las cuales son omitidas de nuestro acervo descartando también las capacidades que, con seguridad, tienen hombres y mujeres de nuestro país para tener buenas representaciones en escenarios de encuentro mundial como el que ahora podemos disfrutar dentro de los Juegos Olímpicos Río 2016, con lo que además superemos el mero discurso de que el deporte (que se promueva) es salud.

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