En Bolivia existe una frase de “hacer nuestro agosto”,
obviamente resignificada desde su origen agrícola, que se aplica a hechos o
situaciones caracterizadas por el desmán, caos o desorden sin freno; al menos
entre sus principales significantes. No obstante agosto representa para el
imaginario nacional boliviano, precedido por la historia, una serie de momentos
significativos y de importancia para mujeres y hombres. En un primer momento
nos adscribimos al 2 de agosto, anteriormente conocido como “día del indio” que
denotaba la gran carga discriminatoria y racista de la sociedad, minoritaria,
boliviana quienes a partir de la detentación de ciertos poderes, económicos y
políticos, arrebatados junto a todo el proceso colonial y el posterior
colonialismo interno hacían apología de las desigualdades estructurales. Sin
embargo, según dictamina el proceso social de la historia, y sus
representantes, esta denominación se fue modificando y resignificando a partir
de las exigencias y demandas de los, mismos, pueblos indígenas originarios para
asumir al 2 de agosto como el día del campesino y luego como día de la
revolución agraria comunitaria, con lo cual se pretende deconstruir estas
subjetividades enajenadas para entendernos y reencontrarnos entre bolivianos y
bolivianas desde una perspectiva más horizontal.
Como un segundo momento para recordar, tenemos la
fundación de la Escuela Ayllu de Warisata, donde resaltan nombres como los de
Avelino Siñani y Elizardo Pérez, que seguramente habremos asimilado a la nueva
Ley de la Educación N° 070. Y esta relación, que parte de lo nominal, no debe
ser azarosa sino que dentro del actual régimen gubernamental se busca revolucionar
a la sociedad boliviana a partir de lo democrático y cultural, donde estos
lineamientos educativos son fundamentales para el proceso. No obstante, todavía
se ve un letargo en estos intentos u objetivos trazados que en un mediano y
largo plazo deberían reconfigurar la estructura social y la forma de
interrelacionarse. Igualmente, la analogía entre escuela ayllu y el intento
actual de revolución educativa permite rescatar la cualidad comunitaria de la
Ley donde se modifique, desde las estrategias educativas y del proceso de enseñanza-aprendizaje
herederas de la escuela bancaria donde existen profesores y alumnos (alumnus), las verdades acabadas y
verticales para asumir desde ese papel de alumno o alumna. Pero la problemática
educativa es más amplia y compleja por lo que deberá ser asumida con atención
particular, siendo el reflejo y causal de muchas de las problemáticas que
venimos arrastrando en nuestra sociedad hace bastante tiempo atrás.
Como una última arista, en este texto, debemos
referirnos al tan mentado 6 de agosto, asumido como la fecha de independencia y
fundación de la República de Bolívar en 1825, para llamarse posteriormente
Bolivia, que desde su nacimiento ya estuvo inmersa en una serie de
contradicciones y pugnas, tanto internas como externas. Entonces, nos acercamos
al bicentenario de este Estado que luego de todo este tiempo, continúa con las
problemáticas heredadas, con soluciones para algunas y con nuevos conflictos
generados junto a contextos y coyunturas. En este sentido, viene el momento
para cuestionarnos de forma frontal considerando los derroteros que seguimos en
la búsqueda de mejores días para Bolivia, más allá de recordatorios, desfiles y
civismos, superficialmente construidos y con cierta carga chauvinista.
Entonces, la realidad nacional contemporánea es el producto de todo un proceso
histórico y social, complejo desde sus inicios, que debe ser desentramado para
entender a todo un país, que como muchos otros si no todos, pretende contar con
mejores condiciones de vida para ésta y próximas generaciones. En este curso,
los principales cambios efectivos que sucedieron durante todo este tiempo,
fueron trabajados y gestados desde abajo por una gran variedad de sectores y
movimientos sociales, donde los pueblos indígenas se constituyeron como sujetos
protagónicos hasta nuestros tiempos. Así, hemos pasado las “fiestas patrias” y
esperemos no haber hecho nuestro agosto, a la manera antes descrita, sino haber
logrado alejarnos de estas simplezas adscritas como costumbres y tradiciones en
torno a un sinsentido del pasado y del futuro, con una actualidad de solamente
“pasar el día”, algunos entre la sobreviviencia y otros en la frivolidad, claro
“haciendo su agosto”.
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