lunes, 8 de agosto de 2016

HACEMOS NUESTRO AGOSTO

En Bolivia existe una frase de “hacer nuestro agosto”, obviamente resignificada desde su origen agrícola, que se aplica a hechos o situaciones caracterizadas por el desmán, caos o desorden sin freno; al menos entre sus principales significantes. No obstante agosto representa para el imaginario nacional boliviano, precedido por la historia, una serie de momentos significativos y de importancia para mujeres y hombres. En un primer momento nos adscribimos al 2 de agosto, anteriormente conocido como “día del indio” que denotaba la gran carga discriminatoria y racista de la sociedad, minoritaria, boliviana quienes a partir de la detentación de ciertos poderes, económicos y políticos, arrebatados junto a todo el proceso colonial y el posterior colonialismo interno hacían apología de las desigualdades estructurales. Sin embargo, según dictamina el proceso social de la historia, y sus representantes, esta denominación se fue modificando y resignificando a partir de las exigencias y demandas de los, mismos, pueblos indígenas originarios para asumir al 2 de agosto como el día del campesino y luego como día de la revolución agraria comunitaria, con lo cual se pretende deconstruir estas subjetividades enajenadas para entendernos y reencontrarnos entre bolivianos y bolivianas desde una perspectiva más horizontal.

Como un segundo momento para recordar, tenemos la fundación de la Escuela Ayllu de Warisata, donde resaltan nombres como los de Avelino Siñani y Elizardo Pérez, que seguramente habremos asimilado a la nueva Ley de la Educación N° 070. Y esta relación, que parte de lo nominal, no debe ser azarosa sino que dentro del actual régimen gubernamental se busca revolucionar a la sociedad boliviana a partir de lo democrático y cultural, donde estos lineamientos educativos son fundamentales para el proceso. No obstante, todavía se ve un letargo en estos intentos u objetivos trazados que en un mediano y largo plazo deberían reconfigurar la estructura social y la forma de interrelacionarse. Igualmente, la analogía entre escuela ayllu y el intento actual de revolución educativa permite rescatar la cualidad comunitaria de la Ley donde se modifique, desde las estrategias educativas y del proceso de enseñanza-aprendizaje herederas de la escuela bancaria donde existen profesores y alumnos (alumnus), las verdades acabadas y verticales para asumir desde ese papel de alumno o alumna. Pero la problemática educativa es más amplia y compleja por lo que deberá ser asumida con atención particular, siendo el reflejo y causal de muchas de las problemáticas que venimos arrastrando en nuestra sociedad hace bastante tiempo atrás.


Como una última arista, en este texto, debemos referirnos al tan mentado 6 de agosto, asumido como la fecha de independencia y fundación de la República de Bolívar en 1825, para llamarse posteriormente Bolivia, que desde su nacimiento ya estuvo inmersa en una serie de contradicciones y pugnas, tanto internas como externas. Entonces, nos acercamos al bicentenario de este Estado que luego de todo este tiempo, continúa con las problemáticas heredadas, con soluciones para algunas y con nuevos conflictos generados junto a contextos y coyunturas. En este sentido, viene el momento para cuestionarnos de forma frontal considerando los derroteros que seguimos en la búsqueda de mejores días para Bolivia, más allá de recordatorios, desfiles y civismos, superficialmente construidos y con cierta carga chauvinista. Entonces, la realidad nacional contemporánea es el producto de todo un proceso histórico y social, complejo desde sus inicios, que debe ser desentramado para entender a todo un país, que como muchos otros si no todos, pretende contar con mejores condiciones de vida para ésta y próximas generaciones. En este curso, los principales cambios efectivos que sucedieron durante todo este tiempo, fueron trabajados y gestados desde abajo por una gran variedad de sectores y movimientos sociales, donde los pueblos indígenas se constituyeron como sujetos protagónicos hasta nuestros tiempos. Así, hemos pasado las “fiestas patrias” y esperemos no haber hecho nuestro agosto, a la manera antes descrita, sino haber logrado alejarnos de estas simplezas adscritas como costumbres y tradiciones en torno a un sinsentido del pasado y del futuro, con una actualidad de solamente “pasar el día”, algunos entre la sobreviviencia y otros en la frivolidad, claro “haciendo su agosto”.

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