La bisagra que
delimita los meses de enero y febrero de la actual gestión, vino cargada de una
serie de contingencias y desastres lamentables en el Municipio de Tupiza, sin
minimizar lo ocurrido en otros lugares de los Chichas o de distintos
departamentos del país. En este sentido, se activaron una serie de campañas de
apoyo y solidaridad para paliar de alguna manera las necesidades de las
familias afectadas, para este caso, en Tupiza. De esta manera, se logró
conseguir una significativa cantidad que va sumando poco a poco desde el punto
de vista material inmediato, no obstante es seguro que lograr una contención y
recuperación total es muy difícil de lograr, haciendo énfasis en el aspecto
anímico, moral y espiritual que se encuentra muy interno en estas personas que
más que materia, perdieron significados y sentidos de vida entre los vericuetos
y complejidades de la psicología y todos sus enmarañados difíciles de
comprender. Para este cometido se tuvieron que adscribir, principalmente, la
misma población tupiceña, residentes en otros lugares e instituciones llenas de
voluntad por respaldar dicha empresa donde destaca, para el caso de La Paz, la
Universidad Mayor de San Andrés y el Gobierno Autónomo Municipal de La Paz,
entre muchas otras de las cuales escapa el identificativo junto a artistas que
se hicieron presentes en la Telemaratón transmitida por Televisión
Universitaria.
Como ocurre en
hechos de tragedia y desastres naturales, con lo ocurrido con el turbión de
Tupiza se activaron una serie de reacciones en las personas que pueden asumirse
como coherentes, insensatas o contradictorias; algunas de ellas in situ con una percepción directa del
desastre y otras a la distancia tratando de entender la verdadera magnitud de
lo sucedido. En medio de esta situación, es seguro que hubo reacciones más
empáticas y sinceras frente a otras de un desinterés y apatía, casi, total ante
esta desgracia que se la asume como ajena, mientras no afecta a mis intereses o
de un círculo cercano. Pero en fin, son los recovecos de los individuos, de la
sociedad, el egoísmo o la solidaridad presente en una misma persona y que se
activa dependiendo de varios factores previos los cuales, supongamos, que no se
debe juzgar, sino que cada quien llevará consigo el aporte que pudo realizar en
esta adversa coyuntura.
Algunos días
después, el calendario “festivo” demarcó la llegada del Carnaval, caracterizado
por la fiesta, alegría y, hasta los, excesos. Así, en varios espacios se había
dado por hecho que por la cercanía de la tragedia, esta festividad iba a ser
suspendida por el carácter de incoherencia reinante en este espacio que podía
verse dentro de un sinsentido de tristeza y “alegría” de una misma comunidad.
Sin embargo, se concluyó en continuar con la festividad bajo el denominativo de
“Carnaval Solidario 2018”, mismo que inmediatamente tuvo una reacción variada de
respaldo y dura crítica, principalmente, y con algunos matices de intentos de
aportar con algo de sensatez en el debate. Así, se argumentó varios elementos
que pretenden ir en defensa del singular carnaval, los cuales no terminan de
cerrar la idea de forma apropiada. Casi inmediatamente, viene a nuestros
recuerdos el carnaval en medio de situaciones conflictivas, comenzando de al ya
añeja, polémica y especulativa historia que relaciona al carnaval, 1879, con
nuestra pérdida del mar, en medio de la Guerra del Pacífico; igualmente
recordamos lo ocurrido en Oruro, 2014, donde con la caída de una pasarela
murieron varias personas incluidos músicos de una banda, lo cual no impidió la
cancelación de la entrada y otros bemoles; asimismo surge en la ciudad de La
Paz, 2011, el megadeslizamiento ocurrido en nueve barrios del municipio que tuvo
como consecuencia la pérdida de un importante número de casas además de
secuelas humanas, en ese contexto el municipio decidió postergar el carnaval
por aproximadamente un mes.
Con estos casos
reales y cercanos de nuestro país, logramos tener una aproximación a la
diversidad de maneras en que afrontamos la tragedia como comunidad, o
colectivamente. Cada individuo se constituye en todo un universo complejo de
pensamientos, sentimientos, acciones y reacciones; a veces coherentes y las más
contradictorias. De igual manera, vamos actuando cotidianamente en medio de
condicionantes en este entramado interno que se va complejizando día a día
según vamos envejeciendo. Entonces, de la misma manera vamos actuando con
afinidades entre personas con quienes logramos consensos o confrontaciones, en
medio de intereses u objetivos particulares que nos recuerdan que “el hombre es
lobo del hombre” o que también somos “humanos, demasiado humanos”. Al final, la
realidad ha demarcado el derrotero de nuestra historia, individual y colectiva,
en esta tragedia ocurrida en 2018 que habrá quedado, para algunos, como
historia y para otros como una historia de vida. El carnaval, solidario o no,
se ha ido y la función deberá continuar así como el mundo sigue andando pero
nuestra comunidad seguirá ahí en corresponsabilidad de todas y todos por tener
siempre un devenir mejor. En fin, habrá que decir que “el carnaval y la
procesión se llevan por dentro”, ¿o no?
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