En el ocaso del día,
continúa lloviendo, acá, muy lejos del pago; con un sentimiento de pesar e
inquietud buscando palabras acordes a la tragedia que ocurrió a muchos
kilómetros de este lugar, pero que se reducen en el sentimiento de hermandad y
adhesión; en este contexto se hace muy difícil escribir cada palabra aquí
referida, porque ahora más que nunca nuestra gente necesita hechos y no
palabras.
Recuerdo que en los
albores del nuevo siglo XXI, estando de visita por tierras chicheñas, una noche
de paseo como era de costumbre, comenzó a llover fuertemente, sin que por ello
veamos la necesidad, ni mucho menos la urgencia, de ponernos a buen recaudo. De
esta manera, tiempo después nuestra plaza principal se fue llenando de agua
producto de una serie de vertientes que venían de zonas más altas de la ciudad.
Así, la situación se fue agravando cuando el propio centro de la ciudad fue
cubierto por agua, misma que comenzaba a amenazarnos en los refugios
improvisados que habíamos encontrado, consecuentes con nuestra
irresponsabilidad. De esta manera, tuvo que llegar un vehículo que nos evacue
de este lugar sin antes haber sentido la furia de la naturaleza, incluido un
fuerte rayo, característico de nuestra tierra, que según dicen es, por los
elementos metálicos que componen nuestro territorio minero; el cual se sintió
tan fuerte como si habría caído en nuestra propia sombra. Esta situación traía
a la memoria historias perdidas como la del Turbión que había arrasado con
comunidades cercanas a Tupiza, o a tiempos de mi niñez donde las aguas pasaban
amenazantes a pocos milímetros de invadir nuestra casa, sin contar con ninguna
posibilidad de socorro o ayuda en ese momento de miedo e intriga.
Años después, 2018,
no se trata de recuerdos ni de historias perdidas, sino que observamos, desde
lejos, cómo el río tradicional de nuestra Festividad Mayor arrasó con casi 50
viviendas, dejando a decenas de familias afectas tanto en área urbana y rural
de Tupiza. Esta vez no estamos ahí, para poder comprender en su verdadera
magnitud este desastre nunca visto por las actuales generaciones y que solo
quedaba en sugerentes coplas o tonadas que hacían recuerdo de esta ferocidad
del Río Tupiza, desbordando su banda a banda. Muchas veces vimos la amenaza
latente, en tiempos de lluvia, pero sin duda ahora todas las expectativas han
sido superadas generando reacciones y sentimientos inesperados, todavía ajenos
a lo que realmente están pasando las familias afectadas, con un largo camino
hacia adelante para superar esta adversidad. Por ahora tal vez no haya
culpables, pero siempre supimos del riesgo vigente, el cual no fue atendido y
prevenido para no estar lamentado esta tragedia; aunque también se dirá y es
sabido que ir contra la naturaleza es muy difícil, o tal vez imposible.
En contraparte, es
destacable la reacción de decenas, o cientos, de personas movilizadas, tanto en
Tupiza como, en todo el país para poder brindar algún apoyo solidario a la población
afectada. Quedan hogares por reconstruir y vidas por retomar en medio de un
complejo porvenir. En este marco, todxs sabremos la forma de colaboración a lo
sucedido en este oscuro inicio de año, y con seguridad estas palabras puedan
resultar efímeras frente a las necesidades tangibles de estas personas, que
ahora mismo (mientras escribo estas líneas) deben requerir soporte material,
moral y espiritual. Habrá que ir con optimismo hacia un porvenir mejor, donde
autoridades trabajen para prevenir este tipo de situaciones que sin duda nos
lastiman como comunidad. Vienen días de contención en nuestra tierra, donde
familias enteras superen lo ocurrido. Desde otros lugares aportaremos, en
alguna medida, para mitigar la crisis, pero sobre todo con un sincero pesar
porque somos tupiceñas y tupiceños. Mucha fuerza a nuestra tierra; fortaleza y
cariño a nuestras familias, a nuestras niñas y niños. Y gracias a la gran
comunidad boliviana por responder raudamente en estos momentos de contingencia
desde diferentes espacios y de mil maneras. La prolífica historia de Tupiza ha
sido enlutada esta vez.
Que no vuelva a
suceder…
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