La Región Chichas, ahora en proceso de reconstitución
como una Nación Originaria, se encuentra dividida, principalmente, en tres
provincias: Nor Chichas, Sud Chichas y Modesto Omiste. Así, cuando abrimos un
mapa político administrativo de Bolivia
nos daremos cuenta de que estas provincias se encuentran ubicadas dentro
del departamento de Potosí, así es. Ante esta realidad, político
administrativa, quién sabe por qué motivos, debemos aceptar la pertenencia
técnica de los Chichas a Potosí. La ecuación es simple y se resuelve con una
mirada al mapa territorial boliviano. De igual forma, en el marco del mes de
noviembre hemos pasado el 7 de noviembre de 1810, fecha emblemática para
territorio chicheño donde, en Suipacha, sucedió la primera victoria armada en
el Alto Perú con participación del ejército auxiliar argentino, guerrilleros
tarijeños y sin duda la parte chicheña. Posteriormente a esta victoria, se tuvo
un avance hacia la ciudad de Potosí, como localización estratégica para
continuar con la gesta libertaria de aquellos tiempos ocurriendo la fecha del
10 de noviembre, considerada como aniversario de Potosí, en la actualidad.
Más allá de la simple ecuación, hay que leer entre
líneas la relación existente entre los Chichas y Potosí lo cual debe
circunscribirse a los aspectos históricos, culturales e identitarios. En este
sentido, recuperamos el origen chicheño (como pueblo originario) de nuestra población,
línea que continúa hasta nuestros días cuando se trata de tener un acercamiento
con Potosí. Así, la identidad chicheña, actual, se construye a partir de la
negación (muchas veces exacerbada) como ser, primero, hacia lo potosino, hacia
lo “norteño” (frente al ser sureño), hacia lo colla-aymara; por lo que
podríamos decir que en los Chichas no tenemos un norte, sino más bien un Sur.
Aquí el bemol y advertencia viene a raíz de sentimientos regionalistas y
etnocentrismos que podrían ir en desmedro de la convivencia con otros pueblos y
culturas, mucho peor si incluimos elementos de racismo y discriminación.
Asimismo, cuando comenzamos a profundizar en temas identitarios, podemos
percatar que más allá de abanderar nuestra identidad, no existe mayor profundización
y reflexión sobre la chicheñidad en gran parte de nuestra gente.
En este contexto, es importante generar procesos de
intraculturalidad en espacios donde la manifestación identitaria es muy fuerte
en el marco del ser chicheña y chicheño para evitar posiciones esencialistas que
incluso afectan nuestro territorio y población chicheña, cuando realizamos
expresiones discriminatorias contra otros lugares o provincias de nuestra
propia región. Con lo expresado, pese a que la identidad chicheña tiene una serie
de características muy particulares y ejes en los cuales girar y constituirse,
todavía falta estructurar de forma más integral nuestra identidad, más allá del
mero discurso que emerge, como muchos casos, en fechas cívico festivas. Así la
identidad chicheña tiene una serie de vertientes que la han ido construyendo y
articulando, las cuales todavía no se han logrado discutir y debatir
ampliamente. Entre algunas tenemos a los aspectos originario-indígenas, las
influencias argentinas, la cultura quechua, la cultura contemporánea, la
globalización, la migración, entre otras. Por tanto, es importante que la
población chicheña realice estos ejercicios de entender su propia identidad lo
cual, entre otras cosas, genera el respeto entre culturas y una mirada intercultural
necesaria en estos tiempos. Está claro que la identidad chicheña es otra a la
quechua-potosina, pero tampoco deberemos ser esencialistas, sino que hay que
tener debates argumentados y estructurados en este nuevo tiempo.
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