lunes, 14 de enero de 2019

COYUNTURAS IDIOMÁTICAS

Cuando normalizamos la realidad y concluimos que nuestra actualidad es una simple condición del estar casuales, hemos perdido parte importante de nuestro sentido crítico de la existencia, nuestra existencia. Así, es siempre prudente y útil el ejercicio, algo descolonizador, de extrapolarnos hasta tiempos en que los colonizadores llegaban hasta territorios de Abya Yala comenzando con un proceso de sometimiento y subyugación con el ejercicio de la violencia contra la población originaria, es decir nosotras y nosotros. En este sentido, las matrices civilizatorias del colonizador fueron impuestas progresivamente donde ingresaron diferentes aspectos de la vida como la religión, cultura, idioma, desarrollo y otras; cortando intempestivamente el proceso endógeno que seguían nuestros pueblos (y abriendo un paraguas especulativo del resultado que tendrían nuestras sociedades hasta este tiempo de no haber ocurrido este desencuentro en el ocaso del siglo XV).

De esta manera, han pasado los ilustres 500 años dentro de los cuales nuestra memoria larga ha perdido el sendero y los orígenes que nos permitan identificar estos momentos emblemáticos de la historia. Por tanto, en pleno siglo XXI la normalización ha hecho que el idioma que hablamos, la religión que profesamos, la cultura que celebramos y otras expresiones de la vida cotidiana se van reproduciendo en una lógica del sinsentido y el desconocimiento de sus argumentos, explicaciones y trasfondos. Esta situación, incluso, hace que defendamos, o nos posicionemos, a ultranza una parte de la compleja realidad, imaginarios o subjetividades socialmente construidas. De esta forma vivimos de forma muy efímera e inmediata donde los criterios han perdido el rumbo, desde sus raíces y sus derroteros.

En medio de esta maraña de ignorancias y desconocimiento, cómo no, la política ingresa abruptamente y pone en agenda, con mayor relevancia, el tema idiomático cuestionando la identidad indígena de las autoridades nacionales, o más bien Plurinacionales, a partir del conocimiento y manejo de los idiomas oficiales del Estado, además del castellano. A esta situación, los medios de difusión suman desde una especie de amarillismo que mantiene vigente el debate en medio de los dimes y diretes del espectáculo de nuestros ocasionales animales políticos. En este marco, para quienes estamos vinculados cotidianamente en el trabajo con la población, resulta más que familiar y necesario el conocimiento de los idiomas originarios que son formas de relacionamiento con la gente a quien servimos, o por el contrario generan grandes abismos para la interacción y un mejor servicio. Por lo tanto, entender a los idiomas originarios como algo inservible o innecesario recae en un craso error de interpretación de la realidad boliviana, así como un desconocimiento de la misma, que dependiendo de quién lo plantee cobra mayor cuestionamiento.

En este panorama, el avance constitucional de reconocimiento e inclusión de los 36 idiomas oficiales  (Artículo 5 de la Constitución Política del Estado) es muy relevante, además de otras leyes, en este caso las vinculadas a lo político electoral. No obstante, asumir la obligatoriedad de hablar estos idiomas originarios resulta en un descrédito porque demuestra el ignorancia respecto de la formación social boliviana; y el desconocimiento de dichos idiomas (o por lo menos uno) sin duda debería despertar algo de vergüenza. En este marco, estos últimos días se han desarrollado en torno a la polémica de quiénes hablan o no algún idioma originario, todo ello enmarcado en el proceso electoral del 2019. Sin duda con este requisito muchos candidatos podrían quedar en el camino hacia las elecciones generales, lo cual denota la representatividad de dichos candidatos y de qué sectores sociales provienen los mismos. El debate desenvuelto en este contexto resulta sugerente para seguir debatiendo sobre las identidades existentes en el país plurinacional desde los formalismos superficiales y obligatorias en una suerte de que el fin justifique los medios (aprender a hablar estos idiomas de manera instrumental). En todo caso, dentro de la Nación Chichas debemos esperar que los próximos candidatos regionales (principalmente la Circunscripción 37) emitan sus discursos y den a conocer las propuestas en el idioma propio, el Kunza.

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