Entender la actualidad de la
Fiesta de Reyes, responde a un trabajo complejo lleno se simbología, identidad,
cultura y procesos como la globalización y mercantilización entre otras, los
cuales conforman un panorama más amplio del devenir de las culturas, mucho más
cuando incluimos categorías como la interculturalidad. En este sentido,
haciendo una revisión de algunos autores (Cf.
Mario García “¡Tupiza… leyenda y poesía!”, Iván Barrientos “Crónicas de
Tupiza”) que han escrito sobre la fiesta mayor de Tupiza, y posiblemente de los
Chichas, notamos que la fiesta de reyes se remonta a pasados gloriosos con la
presencia de los centauros (hombres) como protagonistas de esta festividad,
quienes hacen galardón de las muestras de “valentía” al enfrentarse a sus pares
montados en el caballo, compañero permanente de estas gestas, donde se suman
también las mujeres en el papel de acompañante, denominadas amazonas. Asimismo
ingresamos en el debate sobre el origen y peculiaridad del caballo en esta
región que sin duda se constituye en elemento principal en este tiempo, pero
también de otros momentos de la historia donde destacan los enfrentamientos de
Cotagaita y Suipacha al inicio de la guerra de los 15 años en el Alto Perú.
Por otra parte, sin duda van
apareciendo otros aspectos de la festividad añeja donde se menciona a
comunidades como las de Chifloca y Palquiza, que en otros tiempos eran las que
iniciaban los encontronazos al compás del rebenque en el intento de limar
asperezas existentes entre estos pueblos. Así, siempre vemos la presencia de
cualidades de las comunidades campesinas-indígenas, las cuales son encargadas
de dar el sentido a la fiesta, reproduciendo de forma generacional, mediante
las costumbres y tradiciones lo que se llega a constituir en historia oral
hasta nuestros tiempos y es la principal fuente de reproducción cultural e
identitaria en la actualidad. Con lo manifestado, podemos estar hablando de un tantachawi, encargado de reunir a las
diferentes comunidades chicheñas del ancestral territorio de la Nación Chichas,
incluido el norte argentino, las cuales se daban cita una vez al año para
realizar prácticas de intercambio o trueque de productos típicos y hacer
demostración de las destrezas, principalmente en el rol de jinetes.
En base a lo antecedido,
podemos ir concluyendo que la Fiesta de Reyes tiene una base fuertemente
comunitaria, vinculada a lo campesino indígena, la misma, dentro de la práctica,
logra articular a población urbana, lo cual constituye un sugerente fenómeno de
re-construcción identitaria colectiva y hegemónica. También podemos mencionar
la vestimenta típica de la región, obviamente originario de tiempos pasados y
que encierran vivencias rurales agrícolas, las mismas que son asimiladas por
todo tipo de población como una manifestación de la cultura chicheña, anulando
así las diferencias imaginarias que suelen estar presentes, generando
rompimientos del tejido social en comunidades ancestrales. Sin duda, la Fiesta
de Reyes ha sufrido una serie de cambios trascendentales consecuentes con los
procesos de la modernidad y globalización, junto a la irrupción tecnológica que
influye fuertemente a la cultura universal, en el marco de la construcción de
la glocalidad. Las fiestas chicheñas,
todavía se destacan en la actualidad por las particularidades que se encierran
en este espacio y este tiempo, donde el caballo sigue vigente con mucha fuerza,
siendo una de los principales atractivos de hoy en día y se complementa con la
gastronomía representada por el tamal, la humita, chicha, aloja y demás. Así,
el mes de enero es uno de los más sugerentes del calendario anual en los
Chichas, todavía con el pendiente de retomar la convocatoria a diferentes
latitudes que reintegren de tiempo en tiempo a nuestra población en torno a la
fiesta y el encuentro, todo esto dentro del proceso de reconstitución de la
Nación Chichas.
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