El carnaval del valle
chicheño comienza con una reunión realizada en los denominados mojones donde
emerge nuevamente el personaje denominado “carnaval” o pujllay el cual es representado por un hombre vestido mitad de
mujer y mitad de hombre, es decir travestido. Este lleva consigo muestras de la
fertilidad y productividad de la región así como de los aspectos identitarios
centrados en la caja y el erke. Con este sugerente símbolo carnavalero se
genera una contradicción con el estereotipo del “macho” chicheño, otro icono de
la identidad regional, ya que se transgrede y rompe los cánones de la
masculinidad tradicional con la cercanía hacia lo femenino y la homosexualidad,
que es repetida durante los corsos, de compadres así como la del sábado y
domingo de carnaval, cuando un importante número de hombres se visten “como
mujeres” principalmente en la denominada murga.
Siguiendo un recorrido
espacial en territorio boliviano es sugerente identificar otros personajes del
folklore y el carnaval. Así encontramos, en la parte andina, al ch’uta que proviene
de las comunidades altiplánicas y es destacado y validado socialmente como “el
cholero” quien festeja acompañado, por lo general, de dos mujeres, una en cada
brazo, expresión que encierra cargas machistas-clasistas en relación hacia la
mujer chola. Igualmente aparece el pepino quien es enaltecido por la relación
falocéntrica del mismo, el cual maneja un objeto denominado “chorizo” que genera
más de una interpretación. Este pepino, en los últimos tiempos participa en la
entrada paceña de pepinos o Pepineada, donde el uso excesivo de la violencia
llama la atención, mucho más cuando la misma es dirigida hacia mujeres
asistentes a dicho evento, donde la cualidad de expresión cultural queda en
cuestión y se hace necesario su replanteamiento.
En el mismo derrotero
podríamos considerar al caporal, que nos remite a la tesis desarrollada por el
Sociólogo Mauricio Sánchez Patzy bajo el título de “País de caporales”, donde
ingresamos a considerar elementos como el poder y el androcentrismo en
canciones que en su letra dicen, por ejemplo: “toda la gente me está mirando,
porque soy caporal”. Así vemos las relaciones patriarcales vinculadas a los
patrones de antaño, que todavía se practican actualmente en otras formas
mediante mecanismos más sutiles pero que continúan reproduciendo estas lógicas
de dominio hacia los propios hombres y otros grupos poblacionales, denostando
supremacías emblemáticas y cotidianas. Esta danza, además, lleva consigo cierto
status y en algunos lugares responde a un rito de iniciación y validación
social entre pares, donde incluso los políticos participan con sus mejores
galas. Paralelamente está la cosificación de las mujeres que participan de esta
danza como una máxima expresión de la “feminidad”, exceptuando tal vez a las protagonistas
del “macho caporal” encerrando otros significados.
Con todo ello, un breve
paseo por personajes que emergen en carnaval, como pretexto, vamos
identificando elementos planteados desde las Masculinidades, o la masculinidad
tradicional cargada de sexismo, en medio de contradicciones todavía pendientes
en los debates de la identidad de género dentro de los cuales los hombres hemos
quedado rezagados. Queda pendiente continuar identificando otros personajes que
mediante la tradición y la costumbre mantienen la estructura patriarcal con
prácticas machistas o más aun con micromachismos que, en más de un caso, pasan
por ser simples bromas y disuelven la carga sexista o misógina en medio de las
risas y carcajadas. La riqueza cultural boliviana es amplia y diversa pero es
prudente cuestionar algunas manifestaciones que introduzcan el sentido crítico
a las relaciones que establecemos entre mujeres y hombres para comenzar los
procesos de deconstrucción social en el marco de las masculinidades, dando paso
a la masculinidad alternativa. La cultura es uno de los elementos más
importantes en los que debemos trabajar para modificar la matriz social y
comenzar a estructurar sociedades con mayor equidad e igualdad, las cuales se
sumen a las dinámicas culturales que son cambiantes en el tiempo y también aportarán
a la larga y compleja lucha contra el machismo.
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