lunes, 17 de febrero de 2020

DEL PUEBLO SUS ANDARES



Muchas veces hemos cuestionado y conversado sobre el abismo entre la academia (circunscribiéndonos esta vez en las Ciencias Sociales) y la realidad o las maneras en que articulamos y logramos el encuentro entre lo que se plantea desde la universidad y la vida cotidiana de la gente. Entonces, suele parecer que el, denominado, vox populi es vilipendiado desde espacios formales enmarcándose en la típica soberbia académica que, muchas veces, incomprensiblemente no logra engranar en el devenir de lo cotidiano, entre las prácticas recurrentes muchas veces normalizadas. Así, nos hemos acostumbrado a hablar, analizar, discutir y escribir sobre los hechos, supuestamente, resaltantes que demarcan cambios trascendentales en las estructuras sociales, políticas, económicas y demás, dejando de lado el detalle de que es en el día a día donde se refuerzan o cuestionan los tejidos sociales mediante varios mecanismos que superan los “complejos” análisis teórico-conceptuales de la realidad.


En los Chichas existe una sugerente tradición bibliográfica que nos invita a seguir pensando sobre quiénes somos en la diversidad de nuestras ciudades y comunidades con un largo pasado ancestral que superó varias etapas desde lo originario, las expansiones imperiales precoloniales, la colonia, el colonialismo interno y la globalización, entre otras. Con todos esos embates, es relevante la pervivencia de la identidad regional, todavía con varias características particulares, pero también con las ineludibles influencias culturales que van modificando, en gran parte, de manera sutil aspectos subjetivos del imaginario colectivo. En este sentido, es importante un trabajo recopilatorio, que ya debería haber comenzado, de lo que conocemos como historia oral que se transmite de generación en generación y que enaltece, no solo los grandes acontecimientos sino, las vidas cotidianas que tienen gran relevancia para quien las relate constituyéndose en un gran aporte a la tradición de los pueblos y sus historias.


Es justo ahí donde nuestra identidad recibe un aporte relevante mediante la crónica y vivencia desde los barrios, mostrando la otra parte de lo que somos, donde además se tiene el nivel necesario de sinceridad en el texto, que muchas veces en la academia se pretende disimular bajo el velo de objetividad. Nos referimos al libro “Andares…” de Cristóbal Vargas Choque, donde documenta una serie de crónicas y relatos sobre esas vivencias que es necesario mantener en la memoria, y que por varias generaciones hemos transitado de similar manera, pero que en el último tiempo se va vaciando al ritmo veloz de los avances tecnológicos al que están expuestas las nuevas generaciones. Así, en la ciudad de La Paz, similar a lo ocurrido en Tupiza durante la Fiesta de Reyes,  se realizó la presentación de dicho libro bajo los auspicios de Acción Nacional Chicheña y con los comentarios de Edgar Murillo y Guillermo Cardozo (también encargado del prólogo). Por su parte, el autor pudo expresar las palabras de circunstancia rememorando el proceso de construcción de este libro entre recuerdos y anécdotas de antaño, frente a una asistencia atenta a lo manifestado.


En este marco, el autor nos invita a un recorrido imaginario por parte importante del territorio chicheño, donde se encuentran las minas en un sitial central, y cómo no Tupiza constituido en eje. Asimismo, recordamos el devenir que hemos recorrido muchas y muchos transformándonos en migrantes (eternos) con destinos más o menos lejanos de tierras chicheñas. Por su parte, destacó la interpelación a la identidad que fue construida en base al detrimento de lo rural o lo minero, con la pretensión de enaltecer la tupiceñidad, lo cual debe ser replanteado, mediante la revalidación de nuestros pueblos y comunidades que también son parte fundamental de los chichas. Entonces, Andares queda abierta para la lectura donde encontraremos las remembranzas que afiancen nuestra identidad, esta vez desde lo popular y cotidiano, siendo un gran aporte para cerrar los abismos establecidos desde ciertos sesgos que deberemos superar con los tejidos de comunidad en el día a día. Con seguridad el autor, ahora residente en el extranjero, sigue construyendo nuevos andares que, incluso, más allá del libro compartirá, más pronto que tarde, encontrando tiempos pasados con la actualidad con planteamientos desde la mirada crítica y aguda como cuando en “De las noches oscuras” nos manifiesta “eran épocas de balas, épocas de golpe; algo similar como ocurre ahora mismo”.


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