El año escolar ha comenzado, en referencia a la
educación regular y alternativa, en ese sentido ingresamos a considerar a la
segunda institución social donde mujeres y hombres, desde la infancia,
accedemos con tal seguridad y confianza de que nos dirigimos al, denominado,
segundo hogar. Y es que podría ser cierto ya que allá pasamos, como mínimo,
cuatro horas al día con un total de 14 años (incluido nivel inicial), lo cual
no es poco en nuestro ciclo de vida, además del tiempo invertido la influencia
ejercida en la construcción social y subjetiva. Así, nos adentramos en un
espacio donde madres y padres pierden la capacidad de tuición, aunque a veces la
ceden voluntariamente, para que el profesorado se ocupe durante ese tiempo del
estudiantado bajo una lógica, casi, de tutoría plena en un espacio de
guardería. Entonces, ya nos ubicamos con los primeros problemas y
contradicciones que se presentan, en este caso, entre la familia y el sistema
escolar o la escuela.
En los últimos años, desde el Estado (otra institución
social) se ha venido impulsando una serie de políticas y normativas que
pretenden trabajar socialmente y de forma transversal para responder a
diferentes problemáticas, desde la educación escolarizada. En este sentido, se
ha trabajado la Ley N° 070 “Avelino Siñani-Elizardo Perez” que deben su nombre
a la Escuela Ayllu de Warisata donde se tuvo un modelo sugerente y
revolucionario en lo que concierne para la educación tradicional bancaria. Esta
Ley fue planteada como una reforma educativa que promueva una revolución
democrática y cultural desde las aulas. Sin embargo, desde su promulgación
hasta la actualidad no se ha logrado percibir los avances reales de la normativa
aplicada, porque esta situación se debería comprobar en el cambio generacional.
Esta ley considera una serie de bases como lo comunitario, tecnológico y demás,
no obstante lo más sugerente es el planteamiento que se hace en la prevención
de violencia, donde la educación es fundamental para lograr cambios en un
mediano y largo plazo, evitando llegar hasta el hecho de violencia porque ya se
trabajó previamente en la prevención. Entonces, además de la familia, la
escuela debe ser pilar fundamental de este trabajo para deconstruir
estereotipos de mujeres y hombres, feminidad y masculinidad tradicional, que
fundan las desigualdades, el machismo y el ejercicio de violencia contra las
mujeres, todo ello dentro de un proceso complejo con una gran carga de construcciones
sociales y subjetivas.
En este espacio, se presenta la educación laica que
responde a un mandato constitucional que establece al Estado boliviano como
Estado laico el cual ha surgido como una demanda y necesidad de que la
administración estatal se desvincule, y libere, de condicionamientos
institucionales religiosos. Así, resulta interesante conocer que la condición
laica ya se había propuesto en la primera Constitución Política Boliviana, o
Constitución Bolivariana de 1826, que por intereses e influencias fue dejada de
lado para volver a involucrar al Estado con el poder de las iglesias, en ese
caso fue la iglesia católica. En tiempos contemporáneos, nos encontramos en un
nuevo tiempo donde la política ha sido influenciada por fuerzas religiosas
institucionales, ya no solo la católica, que pretenden cooptar al Estado en una
lógica de dependencia, algo peligrosa. Así, cuando relacionamos a la religión
con el Estado en una línea coherente, llegamos hasta la educación que puede ser
afectada por el dogmatismo al considerar aspectos como los mandatos y
planteamientos bíblicos como el que la mujer viene de la costilla del hombre,
para citar solo un ejemplo entre muchos. Entonces debemos entender que el libro
sagrado responde, y fue escrito, a una realidad especifica con prácticas
abiertamente machistas sustentadas desde el poder y el sistema patriarcal, que
afecta a las mujeres sin ninguna consideración y que hasta la actualidad,
cientos de años después, pretende seguir siendo aplicado de forma dogmática y,
hasta, fanática sin un mínimo de sentido crítico y lectura de la realidad
actual.
Con
lo manifestado, es importante tener presente que el denominado segundo hogar
tiene la capacidad de plantear y formar modelos de mujeres y hombres, muchas
veces estereotipando, otra vez, bajo lógicas tradicionales y de desigualdad,
las cuales resultan peligrosas para los tiempos presentes donde los derechos
humanos en pleno buscan mayores campos de acción y que no sean vulnerados. Catorce
años de vivencias, experiencias dentro de cuatro paredes pueden tener como
consecuencia la cuadriculación de nuestras mentes, las cuales son muy
utilitarias para los objetivos del sistema que reproduzca desigualdades,
individualismos y egoísmos en la carrera de la competencia, con total falta de
equilibrio en las condiciones de partida, mucho peor si introducimos un enfoque
de género. La educación debe ser liberadora y descolonizadora, sobre todo en un
país como Bolivia, donde estos lastres bicentenarios siguen presentes como una
sombra que afecta nuestra convivencia y cotidianidad, en la cual la educación y
su sistema ha sido cómplice permanente.
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