lunes, 22 de febrero de 2021

TUPIZA, DERROTEROS DEL VOTO MUNICIPAL


Los caminos rumbo a las elecciones municipales, repuntan una serie de factores importantes que pretenden embanderar las mejores propuestas en bien del municipio y su población. Es importante considerar cuáles son las verdaderas necesidades que tienen las y los habitantes, más allá de la demagogia que puede desbordarse en tiempos de campaña, superando, incluso, las competencias atribuidas por la Constitución Política del Estado, o la Ley Marco de Autonomías, para el nivel de gobierno municipal cayendo en propuestas alejadas de la realidad, mucho más en comunas que no cuentan con presupuestos suficientes para estas empresas. En este sentido, cuando analizamos las propuestas electorales, es importante considerar, más allá del qué, el cómo se lo hará para alejarnos de las obras rimbombantes que pueden existir en verdes y colorados.

 

En este marco, existen provocaciones sobre la saga electoral que define los parámetros democráticos vigentes en los que cada persona, en el marco del ejercicio de ciudadanía y los derechos políticos, tiene la última palabra frente al ánfora. Entonces, surgen algunas interrogantes vinculadas que ponemos sobre la mesa para el debate. Dentro de un panorama electoral diferente al planteado a nivel nacional, en las elecciones generales, ¿votamos por una sigla/color o por la/el candidato al Ejecutivo? porque, hasta donde parece, el programa queda al margen en la mayoría de casos. En este marco ingresa el cuestionamiento vinculado a la política sin ideologías que apela, más bien, al “pragmatismo” que se concreta en la mayoría de partidos y agrupaciones ciudadanas, muchas veces presentadas como alianzas o candidaturas independientes, donde incluso no existe ninguna relación entre la sigla y la/el candidato, por lo que se puede postular por uno u otro color sin mayor problema, dejando totalmente de lado los programas partidario-ideológicos que se podrían tener dentro de esa sigla, abriendo así una fisura de incoherencias que ponen en entredicho las propuestas que se puedan tener.

 

Cada municipio (342 en Bolivia) representa a todo un universo complejo y lleno de particularidades, en el caso de Tupiza, y similares espacios chicheños, la cultura y la identidad suelen tener una fuerte influencia en la población, dentro de diferentes actividades y en lo cotidiano. En este sentido, ingresa el planteamiento de la representatividad de la o el candidato, donde podemos observar los intentos de lograr este acercamiento e identificación mayoritaria que permita tener, desde este punto de vista, un apoyo mediante el voto en favor de una u otra candidatura. Dentro de este aspecto, también se generan contradicciones a partir de la folklorización instrumental de la cultura y la identidad, sin entender realmente lo que siquiera significan estas dos categorías. En este mismo punto, ingresan los criterios respecto de los niveles de identificación y pertenencia que la población puede tener por este tipo de planteamientos simbólicos como ser la tupiceñidad, en consideración de los procesos migratorios y la relación urbano-rural; sobre todo cuando ésta ha sido construida bajo lineamientos discriminatorios y señoriales vinculados a lógicas coloniales centenarias. Con lo manifestado, el escenario local es siempre un reto sugerente que se abre cada cinco años, con estos y otros elementos que abren un paraguas al debate, entre demagogias, simbolismos e incoherencias que se pueden identificar y que al final de cuentas serán definidas de manera individual, pero con una proyección colectiva, de lo que vive, piensa y siente el electorado, y lo plasmará frente a la papeleta el día de las elecciones.


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