En los últimos días, se difundieron en las redes
sociales, sugerentes y llamativas, actividades de grupos “voluntarios” que se
dieron a la tarea de restaurar, pintar y mejorar diferentes espacios públicos
de Tupiza, además de realizar otras acciones solidarias. Sin duda resultan ser acciones
loables, que al final de cuentas irán en bien de la imagen que se tiene de
algunos lugares de la ciudad o el área dispersa, muy vinculada al turismo y el
atractivo que pueda tener como efecto y de ciertas poblaciones en situación de
vulnerabilidad. Este tipo de actividades suelen ser recurrentes en otras
ciudades del país con grupos voluntarios que se dedican a distintas labores
para ayudar a ciertos grupos poblacionales, principalmente; por lo que estas
noticias publicadas en Tupiza fueron llamativas para la opinión pública,
incluso sujetas a desinformación respecto de quiénes estaban detrás de las
acciones de trabajo voluntario. Luego de haberse profundizado en las
informaciones vimos que había candidatas y candidatos vinculados a dichas
labores, que obviamente generaron reacciones en pro y contra por el trasfondo
que pueden tener en una coyuntura electoral rumbo a las subnacionales del 7 de
marzo.
El “Pueblito encantau”, se encuentra dentro de los
municipios intermedios del país, pero desde una mirada más coloquial esto
repercute en encasillarle dentro del molestoso dicho del “pueblo chico…” que,
consecuentemente, cumple con ciertas características como que la gente del
lugar suele conocer a las y los paisanos, más allá de lo que quieran parecer,
incluso llegando a generaciones ascendientes, entre dimes y diretes. En este
sentido, cuando se asume la decisión de candidatear por uno u otro color y
sigla, se ingresa en una posición de persona pública, muy vinculada a darse a
conocer aún más para ser beneficiada por el voto. En este marco, dentro de una
lógica propia de nuestra cultura política nacional, con mucho caudillismo de
por medio, resulta importante posicionar y acrecentar la imagen de la o el
candidato, como una de las estrategias electorales en cualquier nivel de
gobierno. Ahí el reto y la pugna que se desenvuelve entre los denominados
“viejos” políticos y los outsiders que
en muchos de los casos está ligado a siglas partidarias ya tradicionales o la
aparición de alianzas o agrupaciones ciudadanas que, estratégicamente,
pretenden mimetizarse y quedar impolutas de las argucias politiqueras.
Entonces, en escenarios como el nuestro, las
candidaturas se van manejando entre el posicionamiento de imagen, el color y la
sigla o, en mínimo porcentaje, la calidad de la propuesta. En medio de este
entramado, la población deberá asistir el próximo domingo para definir con su
voto quién se hará cargo de la administración municipal por los próximos cinco
años. Este devenir, también está circunscrito en la imagen de la/el candidato
al ejecutivo, quedando pendiente el equipo de concejalas y concejales, que
hasta donde se nota son una especie de apéndice a la candidatura principal, sin
que quede claro el papel que tendrán los siguientes años, o lo que están
aportando realmente en etapa electoral. En todo caso, dentro de las propias
estrategias que tiene el electorado, es seguro que irán considerando el ser más
que el parecer de cada una y uno de los candidatos, con los insumos de vida y
experiencia que tengan, apelando a otros criterios adicionales propias del
vecindario.
En este último tiempo de campaña, como suele ocurrir,
es más que seguro que, para algunas candidaturas quedan las jugadas finales,
denominadas también guerra sucia que pretenderá mostrar los más profundos
secretos, obviamente personales, de quienes se encuentran en la punta de la
preferencia electoral, tal vez buscando mostrar que no son lo que parecen. En
fin, queda poco en la pesada saga electoral que comenzó desde el 2018 y que
este 7 de marzo irá cerrando este complejo y crítico periodo sociopolítico que
vivió Bolivia y que mostrará el nuevo tablero político quinquenal. Solo esperemos,
que una vez pasadas las elecciones, todos los grupos voluntarios y, hasta
extrañamente, filántropos sigan vigentes trabajando por el bien de Tupiza más
allá de encontrarse o no en las sillas municipales, para que quizá en las
próximas elecciones, realmente, sean y parezcan.
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