La historia de Bolivia
ha sido construida desde una perspectiva que ha sesgado procesos históricos o
por lo menos quitó el valor de ciertos hechos que ocurrieron más allá del eje
troncal del país. En este sentido, la historia “oficial” ha pretendido
invisibilizar a las otras historias locales que fueron determinantes, en este
caso, para el proceso independentista de, la actual, Bolivia. Desde esta
perspectiva el territorio chicheño estuvo vinculado a una serie de sucesos de
gran baluarte para el proceso independentista en el Alto Perú vinculando a la
población de toda esta región que en un primer momento luchaba por la autodeterminación
y la independencia.
La ancestral Nación
Chichas cuenta con una herencia guerrera histórica que se ha mantenido dentro
de la identidad de su población por el transcurso del tiempo hasta nuestros
días. Así, nos ubicamos en la época precolombina donde esta población no pudo
ser sometida por ningún imperio, ni aymara o incaico, en su proceso de
expansión hacia el sur. Posteriormente, el incario solo llegó a obtener
acuerdos con los Chichas nombrándolos como Orejones pertenecientes a una casta
por esta misma característica guerrera que proteja el territorio de los
chiriguanos habitantes del Chaco tarijeño, como lo habían hecho desde mucho
tiempo atrás. Dentro de la colonia se utilizaron otros mecanismos, los cuales
solo consiguieron alianzas con las autoridades originarias para ampliar el
territorio de colonización sin que ello constituya algún riesgo para la
sociedad Chichas de ese momento. Así, este pueblo guerrero fue el impulsor
principal para dirigirse hacia los valles del sureste y fundar, con población
chicheña, lo que hoy constituye Tarija.
No obstante, el espíritu libertario y las ideas emancipatorias fueron profundizando y madurando para poder manifestarse en los momentos convenientes como ser la sublevación de marzo de 1781, donde se tuvo un intento de levantamiento junto a los que realizaban Tupac Amaru y Tupac Katari. Esta vez representados por Luis Laso de la Vega junto a Pedro de la Cruz Condori, como principales cabezas del motín en la villa de Tupiza mostrando además una alianza entre grupos sociales en contra del dominio español. No obstante, esta empresa no tuvo gran éxito y fue controlada por los realistas para seguir latente el sentimiento de los chicheños hacia la búsqueda de la eliminación colonial.
Tiempo después, se va a realizar la primera gran victoria armada de los Chichas en los campos de Suipacha un 7 de noviembre de 1810 a la cabeza de Pedro Arraya, la cual fue precedida por los hechos de Cotagaita, del 27 de octubre de 1810, donde la derrota patriota momentánea fue parte de una estrategia militar que lleve a los realistas hasta un fracaso militar certero en los campos de Suipacha logrando el “Bautizo de Fuego” y primera victoria armada de la guerra de los 15 años. Como muestra del espíritu de integración la Junta de Buenos Aires otorgó a los combatientes, mediante el Decreto del 28 de noviembre de 1810, un escudo con la leyenda “La Patria a los vencedores de Tupiza” que deberían llevar en el brazo derecho como una muestra de la valerosa y significativa victoria conseguida en los campos de Suipacha; emblema que en la actualidad es el escudo oficial de la ciudad de Tupiza como un recordatorio de lo sucedido en la región. Asimismo, esta batalla concretó la articulación de un ejército patriota integrado por argentinos, tarijeños, cinteños y chicheños, destacando la caballería chicheña en su estratégica participación en esta victoriosa saga.