jueves, 25 de noviembre de 2021

EL PILAR DE LA VIOLENCIA

 


El 19 de noviembre se conmemoró el denominado “día del hombre”, que al igual que otras fechas del calendario no representan una celebración en sí, sino que buscan generar pretextos en la comunidad para interpelar problemáticas sociales que afectan de forma recurrente a la convivencia. Así, cuando nos referimos a estos problemas debemos considerar que el 95% de los homicidios en el mundo son cometidos por hombres y el 80% de los mismo tienen como víctimas, también a los hombres (de ahí el origen de la palabra homicidio). En un contexto más cercano, la Encuesta de Prevalencia y Características de la Violencia contra las Mujeres (2016), ha develado que 75 de cada 100 mujeres sufren o han sufrido algún tipo de violencia durante su vida, casos en los cuales el principal agresor es el hombre.

 

No obstante, con mínimas variaciones, la problemática es análoga en los países de la región y en gran parte del mundo, lo cual responde a la estructura social patriarcal y capitalista que se ha encargado de ahondar esta situación en detrimento de más de la mitad de la población, las mujeres. En este sentido, el día del hombre fue planteado como una manera de establecer mecanismos de reflexión, y sin duda interpelación, del accionar de los hombres con seis pilares básicos:

  1. Promover modelos masculinos positivos y libres de estereotipos.
  2. Celebrar los aportes positivos del hombre a la sociedad.
  3. Hacer hincapié en la salud y bienestar de los hombres.
  4. No a la discriminación contra ellos.
  5. Promover la igualdad de género.
  6. Crear un mundo más seguro y mejor.

 

En base a estos puntos, se establecen pretextos para, como hombres, vernos frente al espejo con la capacidad de cuestionar nuestros privilegios y de manera ineludible romper el pacto patriarcal, paralelamente a los procesos de deconstrucción de las lógicas tradicionales de ser hombres.

 

De manera concurrente, el 25 de noviembre, conmemoramos el Día Internacional Contra la Violencia de Género que busca visibilizar esta compleja y aguda problemática, donde, como mencionamos, el hombre se convierte en el eje de su permanencia al constituirse en el pilar del ciclo de la violencia, en respuesta a todo un proceso sociocultural de la forma tradicional de masculinidad basada en machismo con todas sus aristas. Sin duda, estas fechas conmemorativas resultan fundamentales en la lucha contra la violencia, donde el Estado, como principal garante de derechos, ha venido trabajando en normativa y políticas públicas como respuesta a este problema. No obstante, es determinante que los hombres asuman un compromiso real con estas luchas, con la generación de fisuras en sus entornos de complicidad machista y violenta más cercanos; fisuras que, a la larga logren, aportar en el quiebre del propio sistema patriarcal, con la mirada ante el espejo.

 

Para un caso particular de los Chichas, podríamos decir que esta deconstrucción deberá romper, incluso con aspectos identitarios constituidos bajo una matriz altamente machista, donde uno de los arquetipos de masculinidad se establece a partir del macho chicheño (paquete de misoginia, machismo, homofobia y demás), aspecto muy peligroso porque tiene un argumento que lo legitima desde la cultura y el folklore. Queda mucho trabajo hacia adelante, el cual debemos asumir desde los diferentes entornos, considerando las características propias. El cuestionamiento a la masculinidad tradicional y el ejercicio de la violencia, comenzando de micromachismos y apelativos identitarios, empieza en el relacionamiento cotidiano de manera recurrente entre el ámbito público y privado. Es tiempo de que los hombres dejen el deplorable papel de ser pilar de la violencia para constituirse en agentes de cambio para una vida libre de violencia.