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Evento de clausura XI FOSPA Bolivia, 2024 |
El curso de la historia ha confirmado que el ser humano es el animal más depredador del mundo. Sin embargo, esta afirmación, a pesar de tener gran parte de verdad, incluye excepciones, de las que identifican a gran parte de la población que, con el relevo generacional, está incrementando su conciencia ambiental y de supervivencia ante las condiciones actuales. Estas luchas y resistencias tienen diferentes magnitudes y alcances, incluyendo aquellas que evitan tirar basura a la calle o reutilizar el agua; incluso quienes integran colectivos u organizaciones que luchan juntos por los Derechos de la Madre Tierra a través del activismo.
Sin embargo, a pesar de estos valiosos esfuerzos individuales y colectivos-comunitarios, el sistema capitalista continúa devorando los medios de vida de los pueblos indígenas y campesinos, habiéndolos convertido en recursos naturales, desde una lógica extractivista y consumista que contribuye al crecimiento del capital para unos pocos. A esto se suman las políticas públicas que, desde los gobiernos, en general, suman a estos intereses, desviando la atención de estos problemas complejos e irreversibles, que tienen que ver con la existencia misma de la humanidad en la tierra, hacia discusiones triviales y esporádicas. Este es el panorama actual, que marca el tiempo de forma regresiva ante futuros distópicos que, antes, sólo podían pensarse en la genialidad de autores como Orwell, Huxley o Saramago, pero que ahora se hacen realidad entre rumores apocalípticos del fin. del tiempo.
Dentro de este panorama, se están promoviendo espacios sugerentes, quizás no lo suficiente, para lograr mayores articulaciones que acerquen diferentes voces y experiencias que provienen de contextos diferentes, pero no lejanos. Entre estos, podemos hablar del Foro Social Panameño (FOSPA), que este año cumplió su undécima edición en Bolivia. En este espacio se pudo discutir diversas problemáticas que se distribuyeron en cuatro grandes ejes: Pueblos indígenas y poblaciones amazónicas, Madre Tierra, Extractivismo y alternativas y Resistencia de las mujeres, sumando hasta 16 mesas de trabajo con temáticas más específicas dentro de estos ejes. Así, este Foro de alcance internacional contó con diferentes etapas donde podemos destacar los pre-FOSPA al interior de los países participantes, que permitieron construir y posicionar propuestas desde cada espacio territorial, incluso más allá de las fronteras nacionales, y más bien con una proyección panamazónica. que surgen de problemas y realidades compartidas.
En la propia realización del FOSPA, se destacan los aportes de la construcción colectiva de las proyecciones para la integración de los pueblos desde la resistencia a los problemas que vienen afectando a las naciones y pueblos indígenas de esta parte del continente, con un impacto global, encubierto. , fueron importantes como daños colaterales. En los tres días y medio de trabajo se logró consolidar una serie de propuestas y declaraciones dentro de lo que se denominó el Mandato Emergente de jornadas de intercambio dentro de los 16 grupos de trabajo, junto con otras actividades como eventos autogestionados, iniciativas de acción y, con gran impacto, las visitas in situ que contribuyeron al intercambio de experiencias de las comunidades y las vivencias de cada lugar, desde las voces en primera persona. Con lo anterior, el XI FOSPA ha concluido con la difusión del Mandato y el regreso de las delegaciones a sus diferentes lugares de origen, dentro y fuera de Bolivia, retomando la vida cotidiana ante las adversidades productivas, climáticas y sociales, entre otras, en en el mejor de los casos acompañados de plataformas, instituciones u organizaciones de la sociedad civil.
Queda entonces la incógnita de las acciones y realidades que se presentan en el tiempo más allá del FOSPA. Es ahí que una vez más surgen las voces propias de las demandas comunitarias ante los Estados que no requieren espacios mayores, sino de las luchas históricas que, como dicen, son las mismas desde hace más de cinco siglos. Sin embargo, en este momento hay una diferencia abismal, el factor climático, que es una amenaza latente y contrarreloj, habiendo pasado de ser, en pocos años, cambio a crisis. En este contexto, es fundamental la experiencia ancestral de los pueblos que han mantenido, durante varias generaciones, formas de manejo sustentables y amigables con el territorio y el medio ambiente; por su parte, es decisivo el aporte que hacen a aspectos elementales como la seguridad alimentaria a través del subsidio a las ciudades, que, obviamente, no tiene reconocimiento por parte de las ciudades, posiblemente por el desconocimiento de esta relación desigual entre el campo y la ciudad. . Ignorando el aporte que se hace desde la provisión de alimentos que permite la producción y reproducción del sistema.
Con lo anterior, es hora de que todos y todas, especialmente desde las ciudades, comencemos a virar nuestra mirada hacia los espacios rurales donde podamos encontrar esa sabiduría ancestral y comunitaria o el bien común que rompe con nuestras lógicas egoístas e individualistas, concordantes con Capitalismo y consumismo salvaje, gran cómplice de la crisis actual. Es hora de recuperar esta lógica de comunidad que nos permita entender las relaciones sociales como un interés compartido para proyectar la horizontalidad como principio de vida, que permita desterrar problemas como el racismo, la discriminación, las desigualdades y la violencia. Este giro de mirada debe permitirnos regresar a las comunidades, no literalmente, sino desde un compromiso social con la construcción de estructuras comunales en el campo y la ciudad, apostando por un cambio de sistema y matriz civilizatoria.
Por lo tanto, el FOSPA también debe constituirse en un pretexto para la conversación, a partir de la interpelación, primero personal y luego colectiva, sobre las acciones que asumimos día a día, en el espacio más privado e íntimo, hasta la acción que hemos realizado. en zonas públicas, más aún si lo hacemos desde el poder. Al encontrarnos en la segunda década del siglo XXI, quedan claros los importantes problemas que deben ser debatidos y, sobre todo, respuestas inmediatas; desafortunadamente, los intereses y las luchas parecen ser diferentes, más cerca de seguir exacerbando el individualismo retrógrado en verdes y rojos. Paradójicamente, mientras se escriben estas líneas, la crisis climática continúa profundizándose, los incendios forestales continúan y la contaminación del agua continúa, sumando condiciones adversas a una realidad global en ciclos interrelacionados donde la afectación será para todos y cada uno, sin derecho a réplica.
Publicado en CIPCA artículos de opinión
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