lunes, 19 de diciembre de 2011

EL ESPÍRITU DE LA NAVIDAD

Dentro de diferentes culturas que se encuentran en diversos espacios del globo, y sobre todo donde el cristianismo ha plantado sus cimientos como creencia mayoritaria, la navidad se convierte en una de las fiestas más importantes del año eclesiástico. En este sentido, no es extraño haber escuchado sobre el espíritu de la navidad que suele apropiarse de las personas, principalmente, en los últimos días de diciembre. Al respecto, todavía no se da una explicación sobre este sentimiento que invade los corazones y las actitudes, que lamentablemente solo es en esta época, pero que sin duda tiene muchos aspectos positivos que elevan la calidad humana en torno a sus valores y virtudes principales. De esta manera, se conoce esta magia de la navidad que sin embargo es poco comprensible o malinterpretada en los hechos reales y concretos con lo cual, obviamente, se convierte en una emoción pasajera y relativa como un paréntesis de la cotidianeidad del año tras año.

            Sin embargo, ahora nos apropiamos de una diversidad de símbolos y tradiciones para desde este punto de vista poder plantear una visión más amplia de la navidad que actualmente está casada estrechamente con el mercado siendo este el principal objetivo de la festividad. Así, lo primero que debemos hacer es quitar ese lastre que está junto al profundo simbolismo, incluso esotérico, de la navidad para ir reencontrando el verdadero sentido de la misma en la vida de las personas. Entonces, al mencionar lo simbólico debemos realizar una reflexión profunda que parta desde los diversos elementos que se encuentran dentro del nacimiento o pesebre donde cada cual lleva consigo una gran carga de significados que se proyectan directamente hacia el espíritu. Lamentablemente, toda esta profundidad se ha dejado de lado para que esta fiesta, al igual que casi todas las demás, se hayan reducido a ser reproducciones recurrentes sin que paralelamente exista una reflexión del por qué de su sentido, es decir se ingresa en un sinsentido.

            Habiendo hecho este recorrido por lo simbólico, volvamos a hablar del espíritu de la navidad que trasciende una época determinada y consiste más bien en haber asimilado este conocimiento y sabiduría ocultos, para este caso, en la navidad. Solo comprendiendo este tipo de condicionantes podemos encontrar el verdadero espíritu de la navidad que no es otra cosa que una cuestión de actitud frente a los que nos rodean donde esos valores y virtudes humanas sean los timoneros de nuestro día a día. Por tanto, la navidad es una forma de vida que, en diciembre, encuentra solo un pretexto para hacerse más presente y recordarnos todas esas verdades universales y secretas que existen más allá de lo que nuestros sentidos pueden percibir. El espíritu de la navidad es hacer realidad lo proclamado por Jesús durante su paso por la tierra, al igual que otros tantos maestros que enseñaron con otras palabras y formas estos secretos que ahora nuevamente podremos tratar de entenderlos. Llega el 24 de diciembre y debemos hacer esa reflexión necesaria que guie nuestra vida rompiendo con esta limitación de concebir a la navidad como unos días de diciembre donde hay que ser más buenos y caritativos. La navidad es el nacimiento de Cristo sol en nuestros corazones, lo cual de manera directa influiría en nuestras actitudes yendo desde lo más interno y propio hasta nuestra forma de convivencia con los demás entendidos como hermanos más allá de condicionantes económicas o de mercado donde hemos perdido el rumbo tan complejo de la existencia humana.

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