Este 6 de agosto recordamos 187 años de la independencia en Bolivia,
luego de 25 años de una lucha permanente en esta búsqueda pero que sin embargo
se extiende a muchos años más, con momentos como los de 1781 y el levantamiento
de Tupac Katari y otros. Sin embargo, esta parte es la que fue reconocida dentro
de los hechos históricos adoptados como lo oficial para la consecución de la
libertad en relación a la colonia española; que significó muchos siglos de
opresión y explotación asumida hasta nuestros días como una conquista pero que
sin embargo en los hechos estuvo muy lejos de ser tal. Así, con lo sucedido en
esta fecha de agosto en la ciudad de Sucre se vieron realizados los anhelos
emancipadores de muchos sectores de la población en su momento y que ahora para
nosotros son parte de nuestra historia y hasta parecen muy lejanos. Pero al fin
de cuentas, se conformó una nueva república que permanece vigente hasta nuestros
días con contextos diferenciados pero que sigue en la tarea de entenderse como
país.
Lo sucedido en 1825
implementó un modelo de Estado que pretendió construir, en términos más
contemporáneos, una bolivianidad que sea la representación del país como una
forma de articular la identidad nacional. Sin embargo, siempre estuvo presente
un lastre que no permitió este objetivo el cual estaba plasmado en el
colonialismo interno donde las viejas lógicas coloniales permanecieron aun después
de lograda la independencia. Así, fuimos pasando por diferentes periodos que derrocaban
grupos de elite pero a su vez fortalecían otros, un tema muy relacionado al
poder ya sea político y económico, principalmente. De esta forma, nuestro país
permanece en esta lógica que nos mantiene asociados con el subdesarrollo además de otras
taras que van desde lo individual hasta lo colectivo que son también factores
negativos en la obtención de nuestros objetivos.
Otro aspecto, ha sido
el relacionado con el tema de la nación ya que a partir de nuestra propia
característica de pluralidad cultural se fue convirtiendo en una difícil tarea
la de construir una sola visión de país, muchas veces por el factor usos y
costumbres de cada región. A esto se sumó la incapacidad del Estado y los gobiernos
de turno para lograr esta articulación que va más allá de la lírica y que
necesitaba plasmarse en cosas concretas como ser políticas públicas. En este
panorama se dieron sucesos relevantes, a manera de revoluciones, como ser la de
1952 que increpó el orden establecido en la búsqueda de favorecer a las
mayorías de la población. Sin embargo, este proyecto pareció tener un trasfondo
contradictoria que no logró concretar lo que se había propuesto por lo que la
problemática permaneció postergada a partir de un Estado, todavía, excluyente.
Con el nuevo siglo devino una nueva revuelta, esta vez encabezada por el
movimiento indígena principalmente que formuló las principales iniciativas de
cambio, por ejemplo desde el Pacto de Unidad, principal impulsor del proceso
constituyente. De esta manera, nos encontramos inmersos en la etapa política e
histórica del proceso de cambio que parece haber traído los mayores
cuestionamientos en cuanto al Estado que ahora se asume y entiende como
Plurinacional con grandes retos por delante. Como vemos, nos acercamos a los
dos siglos de existencia como país pero la historia se va escribiendo, y
reescribiendo, día a día con actores e ideas que se renuevan dándole impulso a una
construcción que sea coherente entre el país el Estado y la [Pluri]Nación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario