viernes, 11 de enero de 2013

11 DE ENERO Y EL TEJIDO SOCIAL

El año 2007 tuvo lugar en la ciudad de Cochabamba uno de los hechos más reprochables de su historia; el 11 de enero de ese año sucedería un enfrentamiento sinsentido entre coterráneos. Ahí de nuevo se hacía presente el lastre histórico de las desigualdades entre sectores sociales que de forma imaginaria van construyendo las diferencias que, en este caso, llevaban sobre todo una incidencia en el aspecto étnico racial. Esta situación estuvo agudizada por un sentimiento de intolerancia por la efervescencia política coyuntural que desafiaba a un legítimo gobierno nacional frente a un polo opositor denominado como media luna, como última trinchera de la política tradicional. Por otra parte, estábamos presenciando etapas determinantes del proceso constituyente que posteriormente irían delineando los derroteros del Estado Plurinacional y sus características como las conocemos hoy en día; y por tanto se buscó todos los argumentos y estrategias para frenar este proceso. Con este acontecimiento, el 11 de enero, Cochabamba sufrió un duro golpe a su tejido social y los lazos establecidos en una anterior etapa alcanzada en la denominada Guerra del Agua, años antes, donde hasta cierto punto se vivió una integración poblacional canalizada por objetivos comunes como ser el acceso a una necesidad básica y vital como el agua.

              En este sentido, debemos rescatar algo relevante que se pudo establecer durante la Guerra del Agua, el año 2000, cuando diferentes sectores se apropiaron de la lucha contra una transnacional para reclamar derechos colectivos. De esta manera, se veía una alianza entre la población urbana con los que se habían movilizado desde áreas periféricas y rurales de Cochabamba, sobre todo los regantes, que hicieron frente al poder y los intereses que habían privatizado el acceso al agua. Así, Cochabamba se había convertido en un ejemplo muy sugerente de eliminación de las diferencias en la población sin importar su proveniencia. Por otra parte, este hecho había marcado un ícono importante en la lucha contra el modelo neoliberal que años después interpeló al orden establecido, incluyendo a la misma estructura estatal; luego de haber salvado una serie de dificultades complejas entre la movilización social y la búsqueda de consensos como se hizo en la Asamblea Constituyente.

            Así, debemos retomar al 11 de enero de 2007 como nuestro antecedente histórico para entender los procesos sociales, con gran incidencia política, que pueden modificar las formas de relacionamiento de una sociedad como ocurrió después de lo sucedido en esta ocasión. Cochabamba, nuevamente se vio dividida por argumentos como los de la propiedad de un territorio donde el otro es siempre ajeno y como se manifestaba irrumpe un espacio que no le pertenece. De esta manera, la capital del valle se vio dividida imaginariamente por límites que demarcaban lo que estaba o no permitido para el ingreso de los “campesinos”. Dentro de este escenario, uno de los cuadros más bochornosos fue el de las madres, de la zona norte, que animaban a sus hijos a salir y “defender” a su ciudad, de los invasores, sin importar consecuencias. Con estas imágenes, se iba construyendo una épica totalmente censurable que trajo consigo la muerte de tres personas, que en la actualidad han pasado al anonimato y olvido una vez superada esta coyuntura. Luego de estos hechos, Cochabamba quedó con las secuelas psicosociales de ese enfrentamiento donde la desconfianza era carta de presentación en la interrelación de sus habitantes. Con ello, el tejido social y el sentido comunitario se vieron muy afectados siendo el paso del tiempo el único atenuante para que se revierta esta situación. Sin duda, estos sucesos quedan en la historia que debe ser recordada con todas las enseñanzas y lecciones aprendidas para que no se repitan estas escenas que nos deshumanizan, más allá de contextos y coyunturas, para no volver al ver al hombre como lobo del hombre.

No hay comentarios: