Bajo el presupuesto de que el
Movimiento Al Socialismo (MAS) fue concebido bajo la lógica de las
organizaciones como un Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos
(IPSP) con lo que realizó su inclusión dentro del sistema de partidos políticos
con una ampliación en cuanto sus actores, a decirse de las Agrupaciones
Ciudadanas y Pueblos Indígenas. De esta forma, se produce una disyuntiva que
fluctúa en la lógica interna organizativa entre el origen como Instrumento
Político y su riesgoso acercamiento al pensamiento y funcionamiento de Partido,
con todas las herencias cuestionadas del “viejo sistema”. Al mismo tiempo,
considerando su constitución interna, el MAS se ha convertido en aglutinante y
representante de diversos, y hasta contradictorios, actores políticos y
sociales que complejiza su organización generándose un escenario complicado
para ir delineando sus políticas comenzando por su línea político-ideológica.
Con
estos antecedentes, ahora vamos introduciéndonos en el análisis que se viene
realizando en cuanto a la nueva Ley de Organizaciones Políticas en una
coyuntura preelectoral rumbo a las elecciones generales del 2014. Dentro de
esta Ley, seguramente uno de los ejes se centrará en el financiamiento a los
partidos políticos para la realización de sus campañas que fue eliminado hace
algunos años para destinar esos recursos hacia otros sectores de la sociedad. En
este sentido, dentro del debate en torno a esta Ley se van planteando las
posiciones de los diferentes actores políticos en base a sus necesidades o
urgencias electorales para concretar sus candidaturas el próximo año. Volviendo
al tema del financiamiento de los partidos, es posible que esta petición no
tenga buena aceptación en la población que recibió de forma positiva su
anulación el 2008. No obstante, esta situación puede generar cuestionamientos
al partido de gobierno por las diferencias en cuanto a la capacidad logística y
de movilización para las elecciones próximas, donde el MAS contaría con el
manejo mayoritario del Estado como un importante aparato electoral. En
contraparte, no se debe olvidar que los demás partidos también cuentan con
ingresos que vienen, principalmente, de fuentes empresariales pero que tienen
una figura diferente y que no deja de generar desigualdades entre los posibles
candidatos, donde sobre todo se deja en desventaja a las organizaciones
pequeñas o con candidaturas “nuevas” que buscan posicionarse en el escenario
electoral.
Como
otra arista, debemos mencionar brevemente a lo sucedido hace algunos días con
los denominados librepensantes que presentan una posición crítica al partido de
gobierno siendo ellos parte de esta organización política. Al respecto, surge
la cuestión de cómo se debe gestionar la democracia interna de los partidos y
que también se pone en la mesa de debate dentro de la nueva Ley de
Organizaciones Políticas. Para el caso del grupo mencionado, con seguridad es
muy necesario que los representantes y miembros de los partidos tengan
criterios propios respecto a sus organizaciones para que en base a la
autocrítica se puedan mejorar los lineamientos que siga el partido, mucho más
si está en función de gobierno. Así, es posible que lo único llamativo es que
las críticas se las haga hacia fuera y no en los debates internos, que no dejan
de correr el riego del monopolio por parte de una elite en cuanto a la toma de
decisiones. Por tanto, en torno al MAS principalmente, se debe reconsiderar la
naturaleza de sus constitución que fue construida desde abajo y de manera
participativa de grandes sectores de la población boliviana para evitar los
defectos y vicios de los “partidos tradicionales”, los cuales peligrosamente se
van introduciendo en todos los espacios de poder. Con todo este debate, interno
y externo, se debe hacer un análisis profundo de la conducción del proceso de
cambio rumbo al 2014 que presentará nuevos retos para todos los partidos
políticos y desde diferentes perspectivas.
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