lunes, 15 de julio de 2013

RECOVECOS DE ALFREDO DOMÍNGUEZ

Generalmente, cuando se habla de Alfredo Domínguez Romero se remite a hacer una mención cronológica de su vida y obra partiéndose del 9 de julio y su nacimiento en Tupiza, una tierra mítica que posiblemente haya tenido gran influencia en el artista a partir de la rica geografía que lo había rodeado. De esa manera, es menester ir describiendo cada paso que siguió el camino de conversión de una persona hacia un personaje, público y requerido por los grandes dotes artísticos y multifacéticos admirados y reconocidos en Bolivia y más aun en otros lejanos países como los de Europa. Así, recorrer el devenir en la vida de Domínguez es toparse con las condiciones más adversas y contrarias para que una persona pueda desarrollarse dentro de una sociedad llena de desigualdades y carencias. Por otra parte, debemos identificar momentos estratégicos como el trabajo dentro de la zafra, la explotación, el paso por un circo, las vivencias de un payaso, la realidad de las minas, las dificultades de un inmigrante provinciano y las grandes adversidades de un inmigrante boliviano en Europa. Con seguridad fueron estos y muchos más factores los que concatenaron en Alfredo una forma diferente de entender la realidad de su gente en diferentes contextos. Ante esta situación, solo la gran capacidad de Domínguez jugó a su favor para que su producción artística siga vigente hasta nuestros días haciéndonos notar palabras que él había expresado hace más de tres décadas como una voz disonante, y tal vez poco entendida para esos tiempos.

En este sentido, con el paso del tiempo, Domínguez sigue resonando en espacios reducidos pero exigentes donde la calidad interpretativa de la guitarra en una recurrencia necesaria y obligatoria. No obstante, existen también varias aristas que han sido algo relegadas y que llevan dentro de sí importantes mensajes que para nuestros días ya han sido decodificados, inmersos en nuestra realidad actual y lo acontecido en los últimos años. Uno de los más claros ejemplos de lo mencionado se encuentra en la canción “No fabriquen balas” la cual fue compuesta después del golpe de Estado propiciado por Natusch Busch que ejecutó la Masacre de Todos Santos. Este episodio llegaría hasta Europa donde Domínguez interrumpió un concierto para hacer conocer entre el público suizo lo sucedido en su país natal, haciendo una llamada de atención al armamento de fabricación suiza que utilizan las Fuerzas Armadas en Bolivia, ahí la razón del título de esta canción. De esta manera se demuestra una vez más el compromiso social que tuvo Alfredo Domínguez con su pueblo y que trató de expresarlo desde diferentes aspectos, principalmente la música y su canto; motivado por Violeta Parra cuando le aconsejo cantar porque para ello “solo es necesario el sentimiento y compromiso”. Con este planteamiento, Domínguez articuló además el folklore a la canción social de manera casi inédita para esos tiempos y que posteriormente sería emulada por otros grupos suramericanos, sobre todo a partir de la fuerte arremetida de los gobiernos de facto en nuestro país y los de la región. Asimismo, con esta propuesta junto a Cavour y Favre, principalmente, fueron gestando una planteamiento que daría un impulso determinante para el folklore o neo folklore que en esos tiempos estaba subalternizado y excluido de los espacios musicales, y representaba a un sector indio que, obviamente, era uno de los más minimizados por las condiciones de vida con que contaban en esos tiempos.

Después de haber visto un panorama, algo, general de Alfredo Domínguez y su producción musical debemos hacer mención a una de sus mayores obras; es decir “Vida pasión y muerte de Juan Cutipa” que desde el título mismo nos trae la idea de una similitud con un personaje universal, a decirse de Jesús de Nazaret, lo que puede generar una serie de connotaciones en su análisis. Sin embargo, Juan Cutipa es una semblanza autobiográfica que hizo Domínguez para expresar de forma introspectiva sus vivencias y experiencias de vida con lo que trata de mostrarse de forma sincera hasta lo más profundo, para entender su modo de ver el mundo y el por qué de tal situación. Ahí, nuevamente recorremos de forma didáctica y sutil la vida de Alfredo Domínguez siguiendo sus pasos para continuar interpretando y reinterpretando sus pensamientos y sentimientos a espaldas del indio Juan Cutipa y la gente más cercana que nos muestra, y mostró, las condiciones de vida de esta parte relegada de la población boliviana en esos tiempos. De la misma manera, la vigencia actual de Juan Cutipa permite retrotraernos a una esencia u origen generalizado de nuestra sociedad, complejizada en los últimos tiempos con las taras imaginarias como el racismo y la discriminación generada por una negación de la identidad que tiene una matriz común en los pueblos y las comunidades muy bien representadas por la saga en doce episodios de Juan Cutipa. Además, hablando de esta obra debemos expresar una particularidad artística de la misma, ya que de manera peculiar Domínguez, haciendo gala de sus grandes dotes de músico y grabador, elabora esta serie que incluye cuadro y musicalización con lo cual podemos interiorizarnos aun más en su obra teniendo recursos visuales y auditivos potenciados por la imaginación para ir construyendo estas escenas, posiblemente performativas en nuestros días.

Han pasado muchos años y la obra de Alfredo Domínguez sigue luchando por tener un espacio entre los escenarios, principalmente musicales, que nos devuelvan la calidad interpretativa que nos ofreció en todas sus composiciones musicales. Pero entre toda la coyuntura actual es menester para los comprometidos con su obra seguir leyendo entre líneas sin dejar de lado ninguna de sus facetas artísticas, que con seguridad van a conformar una totalidad compleja para entender a Alfredo Domínguez de manera integral y decodificar el mensaje que legó a nuestras sociedades. Asimismo, parte de este trabajo es volver a estructurar su obra junto a los tiempos en que la fue produciendo para que desde este punto de vista tengamos otra manera de entender la historia de nuestro país a partir de la experiencia de este caminante que se lanzó al mundo sin mayores recursos que su propia genialidad. Alfredo Domínguez ha sido, y es, un fenómeno cultural que pudo interpelar al sistema y al orden establecido con una sutileza sobresaliente traspasando con su mensaje varias fronteras imaginarias, conformando comunidades de integración que siguen vigentes hasta nuestros días y continúan cuestionando las maneras de entendernos como sociedad; haciendo un llamado de atención a nuestras percepciones e imaginarios del mundo. Alfredo Domínguez, dejó de existir el 28 de enero de 1980, posiblemente en la etapa más importante de su trayectoria artística, aquejado por el Chagas y lejos de su tierra natal. Sin embargo, con este hecho su obra ha quedado marcada para que tiempo después sigamos mencionando a este insigne artista que deja una herencia colectiva dentro de su mensaje perdurable que todavía trasciende países y continentes enalteciendo siempre a los de abajo.

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