Concluido el proceso electoral, donde
Evo Morales es ratificado en la Presidencia del Estado Plurinacional, se ha
cerrado un ciclo político marcado por momentos interesantes que dejarán sus
alcances durante la próxima gestión de gobierno dando continuidad al
lineamiento establecido por el MAS, aunque sería muy pertinente retomar el
camino del Instrumento Político. Con el 61% obtenido, y pese a los
cuestionamientos al Tribunal Supremo Electoral, ahora está en suspenso, por
ejemplo, el momento en que Jorge Quiroga coma su reloj luego de manifestar que
si 6 de cada 10 bolivianos votaban por Evo él se lo comería. Por su parte,
Samuel Doria Medina se prepara como cabeza de oposición donde se jugarán más
que los dos tercios de la Asamblea con los riesgos siempre presentes de los
disidentes de todas partes así como los librepensantes y ramas anexas. Como ya
se dijo, Juan Del Granado y Fernando Vargas son los mayores perdedores de estas
elecciones porque como principal argumento se tiene la pérdida de su sigla y
capacidad del ejercicio de su derecho ciudadano a ser elegido, luego de superar
su candidatura y convencer a la población que los apoye.
Bajo estas características establecidas
en el país, ahora ya se escucha decir a integrantes del MAS y Unidad Demócrata
que el actual Alcalde de La Paz, Luís Revilla, sería el mejor candidato a ese
mismo puesto para las próximas elecciones del 2015. Así, no está muy claro si
se logró esa gran, e impensada, unidad entre oficialismo y oposición para
encausar a Revilla como el seguro candidato a las municipales o tal vez se
disputen su imagen entre unos y otros para llevarlo bajo sus siglas partidarias,
ahora que parece estar librado a su suerte y abandonado por el paraguas Sin
Miedo. En todo caso, tal vez sería prudente, para evitar todos los gastos,
trámites y acusaciones de fraude, hacer esa elección por simple aclamación,
aplausos y rechiflas; sin duda una forma muy participativa aunque algo
excluyente. Este es solo un ejemplo de la complejidad de las próximas justas
electorales donde se tendrá decenas y centenas de nombres, tal vez,
representativos de cada municipio y departamento donde en muchos casos la sigla es atenuada por otros
intereses enmarcados en el desarrollo local, muy legítimo. A partir de los
resultados que vayan a surgir estaremos conociendo a los nuevos aliados y
opositores de la ola azul que inundó casi toda Bolivia, exceptuando el Beni
como un fenómeno todavía poco explorado y explicado.
Las gobernaciones serán otro lugar de
disputa importante donde nuevamente se jugarán intereses regionales,
departamentales y políticos y en el mejor de los casos integrarán todos ellos para una gestión eficiente y con
alto nivel de gobernabilidad. Hasta la actualidad el cambio realizado de las
prefecturas a gobernaciones ha quedado en mucha lírica y pocos resultados. Con
todo esto, el panorama electoral se viene con mayores matices que
reconfigurarán el tablero político del país y posiblemente encumbren nombres de
los líderes que puedan estructurar propuestas coherentes y acordes para hacer
frente a Evo Morales. Pero por ahora nos quedamos en esta espera que acelerará
los ánimos electoreros, seguramente, con muchas más sorpresas que la predicha
victoria sucedida el pasado 12 de octubre donde descubrimos que gran parte de
la población boliviana sigue apostando por el proceso de cambio y por el
contrario continúa desmontando historias gastadas como el “descubrimiento de
América”.
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